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6 de noviembre 2022, Fiesta de los Mártires del siglo XX La Diócesis de Barbastro-Monzón abre la Causa de Beatificación de 250 nuevos Siervos de Dios en la Catedral.

«Hemos incoado el proceso de beatificación de los 250 mártires pendientes de elevar a los altares: 211 sacerdotes diocesanos, 5 seminaristas y 34 laicos. Son nuestros testigos del siglo XX, la «joya de la corona.»

Mons. Ángel Pérez Pueyo publicaba carta pastoral, en la que afirmaba el carácter definitorio de la diócesis: «La Diócesis de Barbastro-Monzón está marcada por su carácter martirial. En su memoria se hunde la huella de los 78 mártires ya beatificados, con su obispo, Florentino Asensio a la cabeza. Con él, 51 claretianos, 18 benedictinos, 5 escolapios, los curetas de Monzón, José Nadal y José Jordán, y el laico Ceferino Giménez Malla “el Pelé”, el sacerdote Vicente Montserrat -beatificado en Almería- dieron testimonio de fe en una diócesis donde 9 de cada 10 sacerdotes fueron asesinados entre 1936 y 1939… y los pongo como intercesores ante el Padre por cada uno de los que integramos hoy esta Diócesis para que nos esperen en el Cielo, cuando, el día menos pensado, cambiemos de estado para vivir eternamente en la luz del amor de Aquel que un día nos creó.»

Nuestros mártires son la « joya de la corona »

Tras lo que Mons. Pérez daba la gran noticia: «Hemos incoado el proceso de beatificación de los 250 mártires pendientes de elevar a los altares: 210 sacerdotes diocesanos, 5 seminaristas, tres clarisas y 34 laicos.

Se lo debíamos, y hoy saldamos esta deuda de gratitud con todos ellos. Nuestros testigos del siglo XX, la «joya de la corona»: podrán ser 328 mártires, de los cuales 78 ya han sido beatificados. Su sangre fecundará nuestra tierra con las vocaciones necesarias.»

De la homilía de Mons. Ángel Pérez Pueyo, Obispo de Barbastro-Monzón

«La Diócesis de BarbastroMonzón, marcada por su carácter martirial, promueve hoy también a otros 252, cuyo proceso diocesano abriremos al terminar esta eucaristía. En total 328 mártires podrán ser presentados como nuestros testigos de la fe en el siglo XX.»

« ¿Será por ello, como nos refiere la Palabra de Dios que acabamos de proclamar, que los hombres y mujeres de nuestro pueblo, desde su humildad y sencillez, son más sensibles para adentrarse en el Misterio y desentrañar los secretos de Dios?

¿Descubrir –como nos refiere la lectura del Apocalipsis– que hemos sido creados con un corazón inmortal que sólo puede ser llenado y satisfecho por Aquel que lo ha creado?

« Los mártires han nacido en una familia, como la nuestra, han crecido y madurado humana y cristianamente con nuestra gente.

Han llegado a descubrir que la verdad más profunda, pese a las contrariedades que les pueda tocar vivir, es responder con autenticidad a una única pregunta: ¿desde dónde quieres Señor que te ame, te sirva o te siga?»

«No nos sorprende su ansia de martirio y sus prisas de eternidad»

«El martirio no es fruto de un proyecto humano o de una hábil estrategia… es simplemente un don, un regalo de Dios, una iniciativa misteriosa e inefable del Señor, que de repente entra en la vida de una persona cautivándola con la belleza de su amor, y suscitando consiguientemente una entrega total y definitiva a ese amor divino. Cada uno encontró su propia vocación martirial asumiendo el proyecto que Dios tenía sobre él.»

«Por ello no nos sorprende el ansia de martirio que se respiraba en los seminarios y noviciados españoles, ni las prisas de eternidad que tenían la mayoría.

Así nos lo hicieron saber a través de testimonios como estos dos que os comparto: «Hermano mío muy caro: En poco tiempo ¡qué dos gracias tan señaladas me concede mi buen Dios! La profesión, holocausto absoluto…y el martirio, unión decisiva a mi Amor! ¿No soy un privilegiado? Aurelio Boix, mártir monje benedictino del Pueyo.» Carta a su hermano.

« ¡No cambiaría la cárcel por el don de hacer milagros, ni el martirio por el apostolado que era la ilusión de mi vida!. Ramón Illa, mártir seminarista claretiano.» Carta a su madre.

En la víspera de la apertura de la Causa de beatificación de estos 252 siervos de Dios, las clarisas de Monzón se han desplazado a Peralta de la Sal, a dejar unas flores y una oración en el lugar donde tres de sus hermanas fueron martirizadas el 2 de octubre de 1936.

«Son 331, 79 de ellos ya beatificados como mártires, los hijos del Alto Aragón que marcharon a la ciudad de la luz dejando salpicada de cruces nuestra geografía diocesana.

«Si cambiáramos Barbastro por el Alto Aragón oriental, las palabras pronunciadas el 15 de noviembre de 1992 por el cardenal Aquilino Bocos seguirían conmoviéndonos también hoy, y tendrían la misma o mayor vigencia y actualidad que entonces. Las quiero reproducir para que os sintáis orgullosos y al tiempo evocarlas sin complejos a unos y a otros:

« Barbastro [El Alto Aragón oriental] regado con la sangre inocente de sus mártires pasará a la historia como lugar donde se escribieron una de las actas más bellas del martirologio de la Iglesia. Su nombre, será paseado por los cinco continentes como atalaya del espíritu, yunque de fidelidad y emblema de reciedumbre.

La glorificación de estos mártires, y la de los que le seguirán, hace que Barbastro [El Alto Aragón oriental] no sea ya recordada como «altar de sacrificio» sino como «cátedra» elocuente que enseña a morir de pie – entre el canto y el perdón– a los testigos del evangelio.»

El martirio, como el tomillo, perfuma las manos de quienes le arrancan de esta tierra

« Os muestro también este manojo de tomillo que se ha convertido para nosotros en un verdadero sacramental porque encarna nuestra identidad martirial. Qué bonito y qué profundo simbolismo. El tomillo perfuma las manos de quienes cortaron la vida de nuestros mártires, arrancándolos de la tierra donde nacieron, entre cantos de bendición y de perdón. Tiene su sitio en la calle, donde agiganta su perfume, convertido por nuestras vidas en bálsamo de Dios para los hombres. Beatos mártires del Alto Aragón rogad por nosotros.»

+Ángel Javier Pérez Pueyo Obispo de BarbastroMonzón.

Capilla de la catedral de Barbastro donde reposan las reliquias de los nuevos beatificables



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