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BEATIFICACIÓN EN SEVILLA DE 27 MÁRTIRES DOMINICOS DE LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA EN ESPAÑA

SON YA 2.096 LOS SANTOS Y BEATOS DE LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA.

La ceremonia, celebrada en la Catedral de Sevilla, ha estado presidida por el Prefecto de la Congregación para la causa de los santos Cardenal Marcello Semeraro, que estuvo asistido por el Arzobispo de Sevilla Mons. José Ángel Saiz Meneses, Mons. Gerardo Melgar Viciosa obispo de Ciudad Real, diócesis a que pertenece Almagro, donde fueron martirizados la mayoría de los nuevos beatos, Mons. Adolfo González Montes, Obispo de Almería, donde fue asesinado el resto, y Mons. Francisco Jesús Orozco Mengíbar, obispo de Guadix en cuya población de Baza fue martirizada Sor Ascensión de San José, las dominicas de cuyo Monasterio donde reposan sus restos, estuvieron también presentes en la beatificación. La diócesis de Madrid estuvo representada por el Obispo Auxiliar Mons. Juan Antonio Martínez Camino.

Familiares, amigos y miembros de la Orden de Predicadores, ocupaban los bancos de la zona central del templo.

Mons. Saiz Meneses leyó la carta por la que el Papa Francisco declara beatos a los 27 siervos de Dios de la familia dominicana, tras la que se desplegó el lienzo mural con sus rostros entre los aplausos de los fieles. Mons. Saiz y el Superior General de la Orden Dominicana ruegan a Mons. Semeraro dé las gracias a Su Santidad el Papa Francisco.

Una urna con las reliquias que se han podido conservar es trasladada por miembros de la Orden dominicana en procesión y depositada a la derecha del altar.

Después la epístola de San Pablo a los Romanos se da lectura al libro del Apocalipsis en que San Juan ve una muchedumbre con sus túnicas blancas ante el trono del Cordero y se le dice que son los que vienen de la gran tribulación.

El Cardenal comenzó su homilía citando este precioso texto de Sermón 306 de San Agustín, aplicándolo a los 27 nuevos mártires de la familia dominicana:

“Esto es ser verdaderamente bienaventurado: él nos emblanqueció de modo admirable con su sangre. Lo dice la palabra divina en el Apocalipsis: Estos son los que han venido de muchas y grandes tribulaciones, lavaron sus vestidos y los volvieron blancos. Dónde los volvieron blancos? En la sangre, no de cualquiera, sino del cordero. Toda sangre tiñe de rojo; la sangre del cordero, de blanco.

¿Cómo la vuelve blanca? He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. No tiene nada de extraño que hayan lavado sus vestidos en la sangre, pues hay cosas que pueden lavarse en sangre, según dice un autor: «Lavan en sangre abundante sus cuellos y brazos». Lavan, sí; pero ¿acaso los vuelven blancos? Por eso estuvo atenta la palabra divina, y, tras haber dicho: Lavaron sus vestidos, añadió para tu extrañeza: Y los volvieron blancos en la sangre del cordero.

En efecto, ¿cómo no iba a volverse blanca cualquier cosa que se lavase en aquella sangre de la que se dijo: Esta es mi sangre, que será derramada por muchos para el perdón de los pecados?

El Cardenal Semeraro terminó su homilía recordando el testimonio de los nuevos beatos, y subrayó que sor Ascensión, monja dominica de Huéscar, murió asesinada el 17 de febrero de 1937 “tras ser cruelmente torturada al negarse a pisar el crucifijo”. Destacó su “testimonio sin palabras” y aseguró que “la situación del cristiano en el mundo no es una vida fácil, ya que está llamada a la santidad”.

Citó finalmente al Papa Francisco: “La persecución no es solo una realidad del pasado, también hoy la vivimos. Puede ser de manera cruenta como tantos mártires contemporáneos, o de manera más sutil a través de calumnias y falsedades”.

El domingo 19 de junio se celebrará una Misa de acción de gracias en la Parroquia de San Jacinto de Sevilla.

Las reliquias de estos nuevos beatos se podrán venerar en el convento Santo Tomás de Aquino de Sevilla. Además de los restos de los beatos, el convento custodia una piedra “con manchas de sangre del lugar donde fueron martirizados”.



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