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Beata mártir María Climent Mateu

20 de agosto de 1936

 

Beata María Climent Mateu

Si es voluntad de Dios que me maten, por mucho que me esconda, me encontrarán, así que me quedo aquí.”

 Nació en Játiva en 1887. Su tío Joaquín Clment, era vicario de la parroquia de Santa Tecla, y desde pequeña la inició en vida espiritual intensa: una hora de oración, misa y comunión diaria.

Terciaria franciscana, María de los Sagrarios, miembro del Apostolado de la Oración y de la Adoración Nocturna, la Eucaristía era el centro de su vida.

  

María Climent meses antes de su martirio

  Se consagró totalmente a su parroquia. Cuidaba singularmente el decoro de la casa de Dios, esmerándose en la liturgia y el canto coral, tanto en su parroquia como en la Seo. Muy devota de la Virgen María, fomentaba la obra del Rosario Perpetuo. Directiva de las Conferencias de San Vicente de Paul, su vida interior se vertía en obras sociales, como el Apostolado Social de la Mujer, el Sindicato Católico Fe- menino “de la aguja” de la Virgen de los Desamparados, dirigiendo su Caja Dotal y su Mutualidad de Enfermas. Actuaba en los barrios obreros, donde los necesitados acudían a ella para que les resolviera no sólo sus agobios económicos, sino, dadas sus buenas relaciones, también sus trámites ante organismos y autoridades. Organizó una escuela nocturna femenina para la que buscó profesores, y donde ella misma daba clases. Los enemigos de la causa de Dios no le iban a perdonar tan incesante actividad en el que  tenían por su terreno, y esperaban su ocasión.

 Esta llegó al desatarse la revolución de julio de 1936, en que tantas pobres gentes se creyeron podían ya poner en práctica lo que desde hacía decenios se les había venido inculcando desde altas instancias: que la Religión es el opio el pueblo, y sus propagadores deben ser exterminados; y María era una de los más destacados practicantes del mensaje de Cristo en su ciudad. Se la avisó que estaba de las primeras en la lista negra de quienes odiaban lo que hacía y a Aquel por el que lo hacía, que su vida corría serio peligro, y que le convenía marcharse a Valencia donde pasaría inadvertida.

Prefirió quedarse, diciendo: “Si es voluntad de Dios que me maten, por mucho que me esconda, me encontrarán, así que me quedo aquí.”

 Juntas hemos estado siempre. Yo te enseñé a amar a Dios y por eso te quieren  matar.  Donde  tu  vayas  yo  iré contigo.” Julia Mateu a su hija María

 El 20 de agosto a las tres de la mañana los milicianos llegaban a su casa a detenerla. Su madre Julia Mateu se negó a dejarla ir sola: “Juntas hemos estado siempre. Yo te enseñé a amar a Dios y por eso te quieren matar. Donde tu vayas yo iré contigo.” Los milicianos insistieron que contra ella no había nada, que se quedara, pero fue inútil, marchó con María.

 

Sepulcro de la Beata María Climent. Parroquia de Santa Tecla de Játiva

 En la oscuridad de la noche llevaron a madre e hija hacia al cementerio para fusilarlas ante su tapia. Iban rezando en voz alta. Les exigieron se callasen, pero siguieron en sus oraciones, lo que exasperó aún más a sus verdugos.

 Comenzaron a golpearlas con crueldad. Intentaron que gritaran ¡Viva el comunismo! A María le retorcieron el brazo hasta rompérselo, y a su madre Julia le daban bofetadas. Ellas con- testaban ¡Viva Cristo Rey!

 Féretro con los restos de la Beata María Climent (primero a la derecha) y urnas de los demás mártires de Játiva de los que dimos cuenta en la memoria del pasado día 17 de agosto, antes de su inhumación en la Seo.

Ante su entereza, los milicianos, derrotados, no esperaron a llegar al cementerio sino que decidieron acabar con ellas ya en el camino. María tenía 55 años y su madre Julia era ya septuagenaria.

 A la mañanita del día 21 de agosto, sus familiares fueron a buscar sus cadáveres, y escriben: “El de María lo hallamos al borde del camino, con sus vestidos, pero descubierta, sus carnes aparecían amoratadas por los golpes, y la cabeza totalmente desfigurada. Nos presentamos ante el Comité a pedir permiso para enterrarlas. La impresión que produjo en Játiva fue de horror e indignación. Todos atribuyen su muerte a ser una cristiana tan destacada y tan propagandista de su Religión Católica.”

 María Climent fue beatificada el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II.

Sus restos se veneran en su querida parroquia de Santa Tecla de Játiva.

Desde diversos puntos de España y América han sido solicitadas reliquias de la Beata María. Don Ramón Fita Revert, Delegado para las Causas de los Santos de la Archidiócesis de Valencia, redactó el siguiente escrito que acompaña, entre otras, sus reliquias:

 A todos y cada uno de los que han de ver estas letras, damos fe y testimonio: que para mayor gloria de Dios Omnipotente y veneración de los Santos, hemos entregado como don una “falange de mano” del BEATO VICENTE SICLUNA HERNÁNDEZ, sacerdote secular; un fragmento de la “vértebra cervical” de BEATO PABLO MELÉNDEZ GONZALO, casado y padre de familia; un hueso de “falange del pie” de la BEATA MARÍA CLIMENT MATEU, Activa del Apostolado Social, todas ellas extraídas de sus cuerpos, y que reverentemente hemos puesto en una caja de madera, debidamente cerrada y lacra- da, refrendada con el sello del Arzobispo de Valencia, con la facultad de guardarlas en lugar adecuado, de donarlas a otros y de exponerlas a la veneración pública en el templo parroquial de San Jerónimo de la ciudad de Valencia. Para fe de lo cual, remitimos estas presentes letras, firmadas por nuestra mano y garantizadas por nuestro sello. Dado en Valencia a 18 de Diciembre de 2004.

 

 



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