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Mártires Pasionistas de Daimiel. Franciscanas Hijas de la Misericordia. Misioneros de los SS. CC.

 LOS BEATOS MÁRTIRES PASIONISTAS DE DAIMIEL

 La Congregación de la Pasión de Jesu- cristo, fundada en el siglo XVIII por San Pablo de la Cruz, nació para anunciar el Evangelio de la Pasión a los hombres.

 El convento Pasionista de Daimiel (Ciudad Real), Casa de formación de futuros pasionistas, fue vivero del que salieron generaciones de jóvenes para las misio- nes de España y América.

 El P. Nicéforo de Jesús y María y su Comunidad Mártir de Daimiel “Este es nuestro Getsemaní”

 La Comunidad Pasionista de Daimiel fue violentamente expulsada de su convento a las doce de la noche del martes 21 de Julio de 1.936, y veintiséis de sus treinta y un religiosos fueron martirizados.

 El P. Nicéforo de Jesús y María, superior provincial, -Nicéforo significa “el que lleva la victoria” - reunió a los religiosos en la iglesia, junto al Cristo de la Luz y la Virgen Dolorosa; les repartió la comunión y les exhortó así al martirio:

 El P. Nicéforo reparte la Comunión y exhorta a la Comunidad al Martirio

 "Hijos míos, este es nuestro Getsemaní; nuestra naturaleza, en su parte débil, desfallece y se acobarda; pero Cristo está con nosotros. Os voy a dar al que es la fortaleza de los débiles. A Jesús le confortó un ángel; a nosotros, es el mismo Jesús el que nos conforta y sostiene.

 Dentro de pocos momentos estaremos con Él. ¡Ánimo, moradores del Calvario, a morir por Cristo¡ A mí me toca animaros, y yo mismo me estimulo con vuestro ejemplo".

Recibida la comunión, se dispusieron todos para el martirio, haciendo realidad el ideal de su vida: ser otros cristos crucificados. El P. Nicéforo, antes de abrir las puertas de la iglesia les insistió en que aquella era la hora de probar con su vida que eran sinceros pasionistas.

 Las abrió de par en par. Fuera y envueltos en la oscuridad de la noche, le esperaban unos doscientos milicianos armados y apiñados hacia la entrada. Uno de ellos, con el arma en la mano, les exigió, amenazador, que abandonasen ya convento y la iglesia.

 

Puerta de la Iglesia del Convento por la que salieron los mártires la madrugada del 22 de julio de 1936

 El P. Nicéforo le contestó tranquilamente: "Si quieren matarnos, háganlo aquí, en la iglesia”. El miliciano, confuso, balbuceó: "¿Quién ha dicho que quere- mos mataros? Lo que queremos es que os vayáis de aquí de una vez."

 Escoltados como malhechores, los pasionistas salieron de la iglesia y se internaron en la oscuridad y en lo desconocido. Ninguno intentó huir ante la muerte. ¿Adónde les llevaban en cerrada noche enemigos armados? Caminaban en filas de a dos, escoltados por milicianos de mirada torva, y bajo orden de silencio. Rezaban calladamente meditando los misterios de Dolor: la prendición en el Huerto, el camino del Calvario…que vivían en persona actualizados.

 “Si Dios lo quiere, nos encontraremos en Madrid; si no..., en el Cielo”

 Se les dijo les llevarían a la estación y algunos pensaron que allí les dejarían tomar el tren y alejarse, pero pronto la cuerda de presos cambió de rumbo y tomó otra dirección: la del cercano cementerio.

 Pensaron que allí serían fusilados, pero no, al llegar a su puerta les dejaron en libertad con orden de seguir adelante y de no dejarse ver más por Daimiel bajo pena de vida.

 Los religiosos dieron un suspiro de alivio y reemprendieron su éxodo. Al llegar a la bifurcación de la carretera de Ciudad Real a Bolaños, se detuvieron en la negritud de la noche a deliberar ¿Qué hacer? Treinta y un hombres juntos no pasarían desapercibidos las líneas del frente rojo, por lo que decidieron dividirse en grupos. El superior los bendijo; se abrazaron todos despidiéndose, y cada grupo tomó su camino. Como les dijo el P. Nicéforo, si Dios lo quería, se encontrarían de nuevo en Madrid; en caso contrario..., en el Cielo.

 Pero, aunque dejados ahora en libertad, sus “liberadores” les seguían, e iban informando a sus adláteres de sus posibles itinerarios hacia la capital de España con consignas como ésta: "Van a pasar por ahí los pasionistas de

Daimiel. ¡Carne fresca! No la dejéis escapar..."

 Al día siguiente serían ya fusilados en la cercana población de Manzanares los primeros mártires. Cinco, entre ellos el P. Nicéforo, murieron allí, otros siete lograron sobrevivir del ametrallamiento, pero, tres meses más tarde y después de mucho sufrimiento por las heridas sufridas, morirían también fusilados por segunda vez. Los pasionistas de los demás grupos alcanzarían también la gloria del martirio en distintos lu- gares y en fechas, igualmente fusilados en Carabanchel Bajo (Madrid), en Carrión de Calatrava (Ciudad Real) y en Urda

Testigos presenciales cuentan en la Positio del Proceso que el P. Nicéforo, tras recibir varios disparos, ya mortalmente herido y próximo a morir, levantó sus ojos al Cielo, volvió su rostro hacia sus asesinos y les ofreció una sonrisa, lo que les desconcertó. Uno de ellos, más enfurecido aún, le recriminó: "Cómo, ¿todavía sonríes?", y le disparó a bocajarro otro tiro, que acabó con su vida acá en la tierra. Según confesaron más tarde los mismos asesinos, el P. Juan Pedro y el Hno. Pablo María murieron con el crucifijo en las manos gritando: "¡Viva Cristo Rey!"

 Los 26 beatos pasionistas del convento del Santo Cristo de la Luz, Daimiel, que dieron su vida por su fidelidad a Cristo y a la Iglesia son:

 Nicéforo Díez Tejerina, superior provincial

 Germán Pérez Jiménez, superior de la comunidad

 Juan Pedro Bengoa Aranguren, Felipe Valcobado Granado, Ildefonso García Nozal, Pedro Largo Redondo y Justiniano Cuesta Redondo, sacerdotes;

 Pablo María Leoz Portillo,

 Benito Solana Ruiz,

 Anacario Benito Lozal

 y Felipe Ruiz Fraile, hermanos coadjutores;

 Eufrasio de Celis Santos, Maurilio Macho Rodríguez,

Tomás Cuartero Gascón

 y su hermano José María, José Estalayo García,

José Osés Sáinz,

 Julio Mediavilla Concejero, Félix Ugalde Ururzun, José María Ruiz Martínez, Fulgencio Calvo Sánchez,

Honorino Carracedo Ramos,

 Laurino Proaño Cuesta, Epifanio Sierra Conde, Abilio Ramos Ramos y Zacarías Fernández Crespo, estudiantes que, se estaban preparando para el sacerdocio

 El 1º de Octubre de 1.989 todos ellos fueron Beatificados por el Papa Juan Pablo II en la Plaza de S. Pedro de Roma. En la Cripta de la Ermita del Cristo de la Luz de Daimiel reposan sus reliquias esperando la glo- riosa resurrección. Sus almas están presentes ante el trono del Cordero, Rey de los Mártires, intercediendo por nosotros para que la Fe Católica de España por la que dieron su vida no desfallezca en esta actual y más sutil persecución.

 

Fueron también martirizados el 23 de julio de 1936, entre otros:

 Los Misioneros de los Sagrados Corazones de Barcelona: Beato Simón Reynés Solivellas. Beato Miquel Pons Ramis Beato Francesc Mayol Oliver Beato Pau Noguera Trias.

 Las Franciscanas Hijas de la Misericordia, de la Comunidad de la calle Santuarios del Coll, Barcelona: Beata Catalina del Carmen Caldes (Catalina Caldés Socías)

Beata Miquela del Sacramento ( Miquela Rullán Ribot)

Prudencia Canyellas Ginestá, Seglar, que dio refugio a ambas religiosas en su casa, Torre Alcina, y al Hermano Pablo Noguera. Apresados, todos ellos fueron fusilados en la carretera de la Arrabasada que lleva de Barcelona al Tibidabo.

 Beato Javier BORDÁS PIFERER. SDB.

Beato Félix VIVET TRABAL.

 

Leovigildo ÁVALOS GONZÁLEZ + en Posadas (Córdoba) Alfonso CANALES ROJAS + en Villa del Río.

Bartolomé CARRILLO FERNÁNDEZ + en Baena

Mariano FERNÁNDEZ-TENLLADO ROLDÁN + en Posadas Arturo FRANCO CASTRO + en Fernán-Núñez

Francisco de Paula ORTEGA  MONTILLA y su esposa  María Antonia VERGARA MELGAR, asesinados en Puente Genil

José     RUIZ     MONTERO     Seminarista     +     en     Puente     Genil.

 

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