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Siervos de Dios Padre Mateo Casals y Compañeros, Claterianos Mártires

Ocho de los once miembros de la Comunidad Claretiana del Convento de Sabadell martirizados en el verano de 1936

En Sabadell, la ciudad más industrial de Cataluña, a 20 km. de Barcelona, los Claretianos regentaban en el centro de la Ciudad una iglesia que ofrecía un cuidado culto, y la constante presencia de sacerdotes siempre dispuestos a la Confesión. Los Padres eran ocho, casi todos de edad provecta, a los que ayudaban tres Hermanos ejemplares. La revolución se iba a cebar en esta pacífica Comunidad, de la que ocho de sus once miembros iban a ser mártires.

Iglesia del Corazón de Maria de Sabadell con los restos de los Siervos de Dios José Cardona Dalmases, Mateo Casals Mas, José Reixach Reguer

El 20 de Julio ardían los templos de Sabadell, y los claretianos se dispersaron y refugiaron en casas de familias amigas. Antes se congregaron en la iglesia para celebrar la Eucaristía. Su llave la depositaron a los pies de la imagen del Corazón de María para que Ella velase por todo, y si entraba en los planes de Dios, salvara lo ya casi insalvable. El mismo día 20 incendiaban la iglesia.

Los seis mártires de la Comunidad cayeron en manos de los milicianos de manera misteriosa. Durante el día, 4 de Agosto fueron a buscarlos a sus respectivos domicilios, siendo requeridos nombre por nombre y con los datos personales exactos. Todos fueron a parar a la cárcel de Sabadell.

MATEO CASALS MAS. Superior del Convento de Sabadell + 5.9. 1936. San Quirze del Vallès

Allí se encontraron el Superior Padre Mateo Casals, el venerable Padre José Puig, que había celebrado ya sus bodas de oro sacerdotales, los Hermanos José Clavería y Juan Rafí, ya cercanos a los setenta, el Hermano José Solé, en plena madurez, y el Hermano José Cardona, de sólo veinte años.

Encerraron a los misioneros en una cárcel casi vacía, en la que sólo había otros nueve presos: un Padre Escolapio y ocho excelentes jóvenes carlistas. Con benévola tolerancia de los funcionarios de la prisión, los detenidos llevaron vida tranquila cada uno en su celda, y con facilidad para reunirse y rezar juntos el Rosario a la Virgen. A los seglares les traían la comida sus familiares, y a los claretianos, con el dinero que trajeron al venir, se la preparaba el buen cocinero Hermano Cardona. El anciano y candoroso Padre Puig escribe: - Nos encontramos bien, y nos parece como si estuviéramos en casa. Hasta les hacían entrever la libertad; pero a finales de Agosto caía Irún en poder de los nacionales, y en venganza, una columna de milicianos que iban a partir para el frente, ven menos arriesgado asaltar la cárcel y matar a presos indefensos.

Se apostaron a la entrada de la cárcel dos milicianos y otros dos guardias de Asalto. En la noche del 4 de Septiembre los milicianos exigen las llaves y despiden a los guardias. Uno dice: -Las once y media. Hemos de comenzar la faena.

Antigua Cárcel de Sabadell. Hoy Museo de Artes.

La faena consistió en sacar a los presos de sus celdas para cuando llegasen los coches. Al llegar éstos presentan al Director un papel firmado por el Consejero de Defensa, Esteve, que ordenaba trasladar a Barcelona a los presos que relacionaba, “en evitación de un asalto a la cárcel por los fascistas”.

Una voz empezó a contar: Uno, dos, tres, cuatro, ¡Adelante!; otro coche y nuevo recuento. Igual con un tercero. Con el cuarto vehículo ya no se oyeron más que tres números, sin llegar al cuatro. Quince cadáveres aparecían al amanecer de aquel día 5, primer sábado del mes de septiembre, dedicado al Inmaculado Corazón de María, en las carreteras de los alrededores.

Cinco en la carretera de Sabadell a Matadepera; otros cuatro en la de Castellar a Tarrasa: los del P. Puig y los hermanos Clavería, Rafí y Solé. En un tercer grupo se halló el cadáver del P. Mateo Casals, junto con el escolapio P. Viñolas y los jóvenes Bartrons y Siscart. Junto al caserío de Santiga, carretera de Santa Perpetua se hallaron los cadáveres del Hermano José Cardona, junto a los jóvenes Moga y Boada.

Aquella aciaga noche del 5 de septiembre de 1936 eran también asesinados en las carreteras que rodean la ciudad los Padres Escolapios Juan Viñolas, vicerrector del Colegio de Sabadell, el P. Juan Soler, el P. Fco. Farreny, y el P. Ignacio Gorina, profesores de la Escuela Pía.

Otros dos miembros de la Comunidad de Sabadell fueron también mártires: el P. Jose Reixac el 26 de julio de 1936, y el Padre Juan Torrents el 17 de marzo de 1937.

Padre Josep Reixach Reguer, CMF.

El Padre José Reixach, bueno porque sí, a sus setenta y un años no se avenía a vivir fuera de su convento. Por la mañana toda la comunidad lo había abandonado, pero él, al atardecer del mismo día 20 dejaba la familia que lo acogía para volverse a casa.

A medianoche irrumpían las turbas en el edificio y daban con el Padre, a quien ordenaron les sirviese de guía en su registro del convento. Al llegar a la capilla ve ya amontonadas las imágenes y objetos del culto, que empezaban a arder. En el barullo pudo escabullirse y volver por su pie a casa de la familia Tanyá que lo acogía. Allí da a sus amigos la consigna: Si vienen a buscarme, no nieguen que estoy aquí. ¡Seré mártir como los demás!

Dios aceptó ofrecimiento tan generoso. A las dos de la mañana del 25 de Julio era sacado de la casa por una patrulla de forajidos que le dispararon a quemarropa en medio de la calle, dejándole tendido en el suelo. El pobre Padre, arrastrándose con una mano por el suelo, mientras que con la otra mano procura detener los intestinos que se le escapan por las heridas del bajo vientre, logró como pudo llegar hasta la Casa de Caridad.

Tras dos horas de doloroso recorrido, llama a la puerta, y las Hermanas de la Caridad, dejado ya el hábito y vestidas de enfermeras, le atienden sin saber quién es el casi moribundo que ha llegado.

El Padre, receloso, disimula, y a la Hermana, de la que pensaba era una enfermera seglar, le dijo cariñoso: - Chica, qué bien lo hace usted. Ya la encomendaré a Dios en mis oraciones. La Hermana le indicó silencio, pero advirtiendo el rosario en su bolsillo, exclamó:- ¡Pero si es el Padre Reixach!.

Pretenden ocultarlo, pero la Dirección de la Casa de Caridad llama al Comité de Salud Pública, que con el alcalde y el Juez se presentan en compañía de varios milicianos con los fusiles en alto. Al verlos, el Padre exclama: “ !Pero si vosotros sois quienes me habéis disparado los tiros¡, bueno, os perdono de corazón, quiero morir como Jesús, que también perdonó a quienes le acababan de crucificar.”

El Juez ordena el traslado del herido a la Clínica de Nuestra Señora de la Salud, a la que llega a las siete de la mañana. A Sor Julia, que le atiende vestida de enfermera, le dice: - ¿Es usted Hermana o enfermera?... ¡Cuánto que me alegro, Hermana! Me voy al Cielo. Allí rogaré por usted.

El intestino, perforado por varias partes, emitía hemorragias continuas. Sus labios no dejaban de soltar jaculatorias fervorosas, hasta que a las dos de la tarde del día de Santiago perdió el conocimiento, y entregó su alma en manos de Dios.

Padre Juan B. Torrents Figueras

El 19 de julio, a la vista de los acontecimientos, el P. Superior decidió trasladar al Padre Juan Torrents, de 73 años y casi ciego, a casa de unos rientes en Premiá de Mar. De allí regresó a lona y se alojó en la fonda de unos amigos en el barrio de Gracia, de la que ya no se movería hasta Febrero de 1937, cuando el primer bombardeo de la aviación nacional sobre Barcelona hizo blanco en la fábrica de material de guerra Elizalde, y la autoridad imperante ordenó represalias en sacerdotes localizados.

El 16 de febrero detuvieron en su pensión al Padre Torrents, que no quiso disimular su condición sacerdotal. Fue llevado a la terrorífica checa de San Elías, de la que sacerdote ni religioso salía vivo. En su interrogatorio le preguntaron: ¿No eres uno de los escapados del Padre Claret?, a lo que el P. Torrents asintió con un leve movimiento de cabeza. Fue suficiente; no hubo más preguntas Dos jóvenes, Juyol y Marlet, acompañaban cada mediodía y noche al casi ciego Padre Torrent al comedor de San Elías. Al cabo de un mes, el 17 de Marzo, le sacaron para llevarlo al cementerio de Montcada, en cuya tapia le fusilaron.

Dice su biógrafo que cuando sea declarado Santo por la Iglesia, habrá de aparecer su imagen con el rosario en la mano. Como en las horas interminables de la pensión y de la cárcel no tenía nada más que hacer, los rosarios a la Virgen se sucedían uno tras otro sin interrupción, llegando cada día a superar el centenar. A un compañero que le visitó en su celda solitaria, le demoró: - Un momento, por favor, que termino esta decena. Y así hasta el 17 de Marzo de 1937, cuando la Virgen bajaba a la cárcel de San Elías para llevárselo al Cielo.

Entre los 109 Siervos de Dios cuya Positio fue entregada el 13 de septiembre de 2006 ante la Sagrada Congregación de las Causas de los Santos, figuran los Padres Mateu Casals Mas y Josep Puig Bret, y los Hermanos Josep Claveria Mas, Joan Rafí Figuerola, Josep Solé Maimó y Josep Cardona Dalmases, Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, del Convento de Sabadell.



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