
3 de diciembre de 2024. Misa en memoria de Mons. Irurita
3 diciembre 2024
Santa Misa en la Catedral de Barcelona en memoria del Siervo de Dios Mons. Manuel Irurita Almandoz En el 88º aniversario de su muerte martirial
Lapida que cubre el sepulcro de Mons. Irurita.
Texto en español del latino grabado sobre la lápida
Al Sumo Dios Omnipotente.
A las doce de la mañana del 3 de diciembre de 2024 (88º aniversario de su muerte martirial) se iniciaba en capilla del Cristo de Lepanto de la Catedral de Barcelona en que están enterrados sus restos, la Santa Misa en memoria del Siervo de Dios Mons. Manuel Irurita Almandoz, Obispo de esta diócesis, pidiendo al Rey de los mártires nos conceda la gracia de verlo pronto elevado al honor de los altares para mayor gloria de la Augusta Trinidad. Presidió la celebración el Canónigo Arcipreste y Prefecto de liturgia Mons. José Vives Trabal, asistido por el Párroco de Nuestra Señora de los Ángeles Mn. D. Rafael Méndez Hellín. Sobre la lápida que cubre sus restos se depositó su birrete episcopal y un ramo de rosas rojas. Numerosos fieles devotos del Obispo Mártir llenaron los bancos de la capilla, presididos por miembros de la Junta directiva de Hispania Martyr Siglo XX. Tras las preceptivas lecturas, Mons. José Vives pronunció emotiva homilía resaltando la creciente actualidad del martirio en nuestros tiempos, advirtiendo que ante ello no debemos caer ni en el pesimismo, que es una ofensa a Dios providente, ni en la ilusión de prosperidad y bienestar que nos augura el Nuevo Orden Mundial anticristiano. Destacó la actualidad de las palabras del párroco de Mataró, Beato mártir Mn. José Samsó tras las elecciones de febrero de 1936: “Ganen las derechas, ganen las izquierdas, quien gobierna en España y el mundo entero es nuestro Dios, que sabe escribir recto con renglones torcidos.” Recordó que Mons. Irurita tomaba posesión de la Diócesis de Barcelona el 25 de mayo de 1930, y ya en su primera pastoral dejaba constancia de que su misión era la difusión de la gracia santificante, y precisaba así su proyecto de pontificado: “Nuestro ministerio es de un orden superior, sobrenatural, divino; es el mismo ministerio que vino Jesucristo a realizar en la tierra, esto es, la salvación de las almas…ese es el fin único de nuestro ministerio, y, mediante el favor del Cielo, ésa será nuestra única ocupación, nuestro único negocio, al cual consagraremos todos los pensamientos de nuestra mente, todas las preocupaciones de nuestro espíritu, todos los instantes de nuestra vida… hasta la última gota de nuestra sangre, si es necesaria”. No nos llaméis a otra parte, porque no iremos; no nos habléis de otra cosa porque no os haremos caso. Cuando las almas van rodando por los despeñaderos del infierno malográndose la sangre de Cristo y las lágrimas de su Madre Inmaculada,… traición sería divertir la atención a otra cosa. Y cuando los apóstoles del mal, sin ser llamados y sin esperanza de recompensa, trabajan por perderlas con innoble esfuerzo, no tendríamos perdón los llamados por Dios a salvarlas, si no nos diéramos del todo a esa empresa tan divina y urgente.” Tras la Santa Misa se procesionó por el claustro catedralicio hasta la capilla de los Mártires, donde se repartió una estampa del Siervo de Dios, y se rezó un responso por las almas de los allí relacionados en sus lápidas. Seguidamente se salió a la calle “Del Bisbe” (antes calle del Obispo Irurita) hasta su hornacina con su estatua en los muros del obispado, erigida en 1940, a cuyos pies se depositaron las rojas rosas que durante santa Misa estuvieron sobre su túmulo en el altar. Tras breves palabras del Presidente de Hispania Martyr, invocando la bendición desde el Cielo del Obispo Mártir, se entonó el “Crec en un Deu” que nuestros mártires cantaron gozosos ante sus ejecutores, que fue seguido por los devotos presentes con asombro de viandantes, terminando con un estentóreo ¡Viva Cristo Rey¡ |