© All rights reserved. Powered by YOOtheme.

Dos obispos martirizados

 

 

 

  

30 Agosto 1936. Dos Obispos martirizados juntos

 

 

BEATO DIEGO VENTAJA MILÁN, Obispo de Almería

BEATO MANUEL MEDINA OLMO, Obispo de Guadix-Baza

 

 Beato Diego Ventaja Milan   Beato Manuel Medina Olmo

 

 Mortis ita talis vita

De los trece Obispos españoles martirizados durante la persecución religiosa de los años 1936 a 1939, dos de ellos lo fueron juntos en la noche del 30 de agosto de 1936. Estuvieron unidos en el acto de su muerte como lo habían estado en Vida.

 

 

Mons. Manuel Medina era 11 años mayor que Mons. Diego Ventaja. Manuel fue maestro de Diego en el Seminario, y éste luego su fiel colaborador en su rectorado. Canónigos ambos en la Colegiata de Sacromonte en Granada, fueron asimismo discípulos y continuadores de las obras de Don Andrés Manjón en las Escuelas del Ave María y de don José Gras como consi- liarios de las Hijas de Cristo Rey. Mons Medina ya obispo recomendó el nombramiento episcopal de Mons Ventaja para 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

diócesis vecina. Expulsado en agosto de 1936 Mons. Medina de Guadix, fue acogido por Mons Ventaja en su casa refugio en Almería. Llevados juntos a la cárcel y luego al barco prisión, sufrieron insultos y vejaciones hasta su martirio el 30 de agosto en el hoy el Km. 92 de la carretera de Motril a Málaga. Un biógrafo dice de ellos que llegaron a ser como dos almas gemelas, dos vidas paralelas unidas en afanes e ideales, hasta su inmolación juntos en el martirio. Sus cuerpos unidos entre una pira de cadáveres incendiados junto a la carretera, esperan juntos la resurrección en la capilla de los mártires de la Catedral de Almería.

 

 

BEATO DIEGO VENTAJA MILÁN EL OBISPO DE CRISTO REY

 

 

Su pontificado no pudo ser más corto. Hizo su entrada solemne en la Catedral el día 16 de julio de 1935, fiesta de la Virgen del Carmen y sufrió martirio en la  madrugada del día 30 al 31 de agosto de 1936. Duró sólo un año, un mes y quince días.

 

 

Diego Ventaja nació en 1880 en Ohanes, un precioso pueblo encaramado en plena Alpujarra almeriense, a la falda de Sierra Nevada. Su padre Juan, firme cristiano, el herrero del pueblo. De su madre Palmira aprendió el gran amor a la Santísima Virgen, venerada en Ohanes bajo el título de Nuestra Señora de la Consolación de Tices. En su santuario sus padres se lo ofrecieron el día después del bautismo. Un día el niño hizo a su madre esta confidencia: «Mamá, quiero ser cura».

 

 El trabajo de la fragua no daba para mucho, y los padres marcharon a Granada en la esperanza de encon trar trabajo y poder facilitar los estudios a su Diego.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Su padre Juan, tras algún tiempo en la descarga en el mercado, quedó sin trabajo, y su madre Palmira se vio obligada a pedir limosna en la puerta de la Catedral de Granada acompañada de su hijo. Dos meses duró aquella angustiosa situación que él nunca olvidó.

 

 En la Colegiata del Sacro Monte de Granada el Canónigo Don José Gras y Granollers le descubre la devoción a Cristo Rey y Don Andrés Manjon la devoción a la Inmaculada.

 

 La Colegiata del Sacro Monte fue fundada a fines del siglo XVI y se estableció allí un capítulo de canónigos regulares de San Agustín regidos por un abad, y el Colegio de San Dionisio, que fue seminario e incluso facultad de teología y derecho civil. Su padre logró entrar al servicio del abad, y con 8 años, Diego ingresaba en el colegio como «fámulo», forma habitual de estudio de los pobres en los seminarios.

  

Don José Gras y Granollers

  

El pequeño Diego halló en el Sacro Monte a dos grandes sacerdotes que marcarían su vida, y a cuyas obras quedó para siempre vinculado:

 

Don Andrés Manjón

 

Don Andrés Manjón, y Don José Gras. Éste, que había  fundado  la  Congregación  de  las Hijas de Cristo Rey en el Albaicín, le trasmitió el don de comprender e infundir el carisma de la Realeza de Cristo, que pondría como lema de su episcopado.

 

 Don Andrés Manjón, fundador de las famosas Es- cuelas del Ave María en el Albaicín, le infundió, junto con el amor a los pequeñuelos, el ser apóstol de la Inmaculada, devoción que se cultiva en Granada desde los tiempos de la reconquista de la ciudad por los Reyes Católicos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 El saludo tan andaluz del ¡Ave María! tiene en Granada el antecedente de la hazaña de Hernando del Pulgar, cuando se adelantó a clavar con una daga dicha expresión en la puerta de la Alhambra antes de ser conquistada. Desde los comienzos del siglo XVI en su Universidad los estudiantes de Granada hacían Voto de sangre, de estar dispuestos a derramarla en defensa de dicho misterio. Diego recordará de mayor su título de Pajecillo de la Inmaculada.

 

Enviado a estudiar a Roma. Por sus extraordinarias calificaciones, los canónigos del Sacro Monte decidieron enviar al joven Diego de 14 años al Pontificio Colegio Español de San José en Roma como becario. Junto con sus padres, «se arrodillaban los tres ante el altar de la Virgen de las Angustias, patrona de Granada, para pedir su protección en el viaje»

  

En Roma el Beato Manuel Domingo y Sol, fundador de los Operarios Diocesanos y del colegio, le trasmitió su devoción por la Eucaristía. Se hizo terciario de los servitas de María con el nombre de Luis de la Virgen de los Dolores, uniendo así su devoción al Santísimo Sacramento, a la Santísima Virgen de las Angustias y a San Luis Gonzaga. En 1902 fue aprobado como doctor y maestro en teología, y en diciembre Mons. Merry del Val lo ordenaba de presbítero en la capilla del colegio.

  

Sacerdote al servicio del Sacro Monte de Granada

  

De vuelta a Granada, toda su actividad pastoral durante sus últimos treinta y dos años de su vida se centrará en el Sacro Monte, que desde los 8 años fue su casa: el servicio al rector del colegio, el canónigo don Manuel Medina Olmos; las Escuelas del Ave María, fundadas por don Andrés Manjón, con quien allí convivió hasta su muerte en 1923; y la dirección espiritual de las hijas de Cristo Rey en el noviciado del Albaicín, a las que enseñará que la confianza se ha de poner únicamente en el Nuestro

Señor y Rey, lejos de consuelos sensibles e ilusiones humanas. En 1917 obtenía por oposición la primera vacante de canónigo de la Colegiata.

  

Don Manuel Medina Obispo de Guadix

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 La Santa Sede nombró en 1925 a don Manuel Medina Olmos obispo auxiliar del arzobispo de Granada, y en 1928 titular de la diócesis de Guadix- Baza, entrando solemnemente el día 4 de diciembre. Desde la marcha de Don Manuel a Guadix, la responsabilidad sobre las Escuelas del Ave María recaerá en Don Diego. En el año 1926 murió su santa madre, y aunque mantiene abierta su casa del Zacatín, por sus ocupaciones en la colegiata y el colegio, así como en las Escuelas del Ave María, se queda prácticamente a vivir en el Sacro Monte del que los capitulares lo nombrarían presidente del Cabildo.

  

1932, incendio de los templos de Granada

 

 La noche del 9 al 10 de diciembre de 1932 las turbas asaltaban e incendiaban los templos y conventos de Granada, especialmente en el barrio del Albaicín. Don Diego esperó a la puerta del Sacro Monte toda la noche. De madrugada llegó un pelotón de incendiarios. Quedaron estupefactos al encontrarse a don Diego. Debían conocerle por el trabajo con sus hijos en las Escuelas del Ave María. Le dijeron: «¿Qué hace Vd. aquí a estas horas?». «Esperar -les respondió con serenidad- a que sea la hora para bajar a decir misa a las Angustias». Ellos le dijeron: «Como están las cosas no puede ir solo». Su mirada penetrante y su autoridad de servidor de los pobres les había dejado paralizados. No se quemó el Sacro Monte y le acompañaron a la Virgen de las Angustias.

  

 

Mons Ventaja consagrado Obispo de Almería «Las invitaciones al martirio no pueden ser desatendidas».

 

 Don Manuel Medina Olmos, obispo de Guadix propuso al Nuncio Mons. Tedeschini el nombre de don Diego Ventaja Milán, como un buen candidato para el episcopado. Llamado a una entrevista con Mons. Tedeschini en la Nunciatura, a la salida, a las preguntas de un amigo respondió: «Las invitaciones al martirio

no pueden ser desatendidas».

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 El 29 de junio de 1935, de manos del arzobispo de Granada y en su Cate- dral Basílica, Don Diego Ventaja Milán era consagrado Obispo de Almería, un pontificado en tiempos difíciles que iba a acabar con su martirio a los14 meses. “Al salir de Granada puse mi cabeza bajo el manto de la Virgen de las Angustias, a la que pedí me acompañara hasta que pudiera poner mi cabeza también bajo el manto de la Virgen del Mar.»

  

Al despedirse de los canónigos del Sacro Monte les dijo: «Entré en esta casa hace muchos años con el papel más humilde de servidor de un capitular, y voy a salir con los honores más altos. No es extraño esto, porque esta institución hizo un santo de don José María Gras y Granollers, y un maestro, un apóstol y un santo de don Andrés Manjón, y así no es extraño que de un guijarro de sus caminos haya hecho un obispo.» Don Diego quedó instalado en el mal llamado palacio episcopal, ya que fuera de las fachadas se trataba de una casona mal repartida, fría en invierno y calurosa en verano. Le acompañó su familiar don José Martínez Vizcaíno. Les servía María Salinas, que se ocupaba de la limpieza y de la comida.

 

 

 Su escudo de armas expresa el núcleo de su pro- grama pastoral. En el cuartel superior la figura del pelícano, ave que simboliza la entrega total de los padres a los hijos, hasta alimentarlos con su propia sangre, y que pasó a la simbología cristiana para ex- presar el amor de entrega total de Cristo en la Eucaristía. El cuartel inferior, la Cruz Roja de San Jorge.

En el blasón, cortado en oblicuo por una banda de oro, se ven, en sinople, los anagramas de los tres centros que llevaba en su corazón: el del Pontificio Colegio Español de Roma, el de las Escuelas del Ave María, y la estrella de David que es el del Sacro Monte. En estela bajo del escudo, la divisa Christus regnat, que será su gran programa pastoral.

 

 Este programa lo expondría en primera gran carta pastoral, el día de su entrada en Almería:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

«Es necesario que yo predique el Evangelio del Reino de Dios, pues para ello he sido enviado (Luc. 4, 43)» Y después de lamentar los males, vicios y peca- dos que manchan al mundo e impiden la instauración del Reino de Dios, concluye: «El Reino de Dios es la Caridad, que nos eleva sobre nuestra propia condición, y nos hace partícipes del ser mismo y naturaleza de Dios». «Hoy es gracia y mañana será gloria, visión de Dios».

  

En su visita pastoral a su pueblo de Ohanes, decía a sus paisanos: “Mientras améis a Dios y a vuestra Virgen de la Consolación, Ohanes no será un pueblo, será una familia»… «El señor Alcalde me ofrece su vara de mando, y con esa autorización yo os ruego que ningún hijo de Ohanes se acueste sin haber rezado un Ave María a la Virgen de la Consolación».

 

 El pontificado de don Diego duró solamente un año, en circunstancias verdaderamente excepcionales, bajo la campaña antirreligiosa ejercida por la masonería aquellos años en su diócesis, que alcanzaba las más altas cotas de poder. Escribe Mons. Montero que en 1936 había cuatro logias en Almería capital, con 273 masones y seis logias en pueblos de la provincia, artífices directos e indirectos de la campaña antirreligiosa, que llenó de ataques a la Iglesia las columnas de la prensa izquierdista y los mítines ca- llejeros. Esa fue la atmósfera que tuvo que respirar el obispo de Almería en su gobierno eclesiástico.

 

 La celebración de la fiesta de Cristo Rey era su mayor consuelo. Convocaba en la Catedral a todas las asociaciones apostólicas para la misa solemne. Escribe a madre Inés: «Ayer fue un día de gloria para este pobre obis- po. Celebré mi primer Pontifical en Almería y lucí la única mitra que hay en el mundo con la imagen de Cristo Rey, gracias a las Hijas tan buenas y generosas que este divino Rey tiene».

  

Prepara a sus diocesanos en vísperas de la Revolución. El 25 de febrero les dice a las hijas de Cristo Rey: «Para todos son estos tiempos de prueba, y es preciso que no olvidemos que luchamos por implantar en las almas el Reino de Jesucristo, y, como éste es el fin de la Redención, el Demonio tiene que oponerse con todas las armas de que dispone. Así quiere asentar bien hondos en España los cimientos de su reinado nuestro Rey. Seámosle fieles y no teman.»

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 « La humanidad progresa pero no se perfecciona». “la Divina Providencia y su misericordia reparte a manos llenas entre sus hijos, los hombres, el pan que bastaría para saciarlos a todos y, sin embargo, muchos de ellos padecen hambre»…«Él y solamente Él es quien saca la espiga y da la mesa del Padre Celes- tial, donde hay pan para todos los hijos. Él y solamente Él es quien enseña a repartirlo de manera que después de quedar todos hartos, puedan guardarse los panes sobrantes. Sólo Jesús posee este pan y sólo la Iglesia lo puede repar- tir»…Hombres, «secad vuestras lágrimas, venid al banquete en que Jesús os da a comer el pan de la Eucaristía... y os elevará no a la altura de los príncipes y reyes, sino mucho más arriba, hasta uniros con Jesucristo en Dios». Hombres todos: Cristo crucificado es la única salvación del mundo. Éste es vuestro Rey» El 19 de mayo dirigió a las hijas de Cristo Rey una carta alentándolas en la fe, «porque hacen falta muchas almas que trabajen y se sacrifiquen para que Cris- to reine en la persecución precisamente, y no, como algunos esperan, por Decre- to del Gobierno».

 

 

La Patrona de Almería tras su destrucción

 

 

La Revolución en Almería. El 15 de julio el Obispo llegó a Almería procedente de Granada, resistiendo fuertes presiones para que se quedase allí en vista de la tensa situación reinante. Hizo oídos sordos: «Tengo que estar con mis ove- jas, y el día 16, aniversario de mi entrada en la diócesis, quiero celebrar la fiesta de la Virgen del Carmen en la Catedral».

  

Al atardecer del día 21 grupos incendiarios comenzaron a pegar fuego a los templos y monasterios. El prior de los dominicos, P. Aguilar, salvó la venerada imagen de la Santísima Virgen del Mar, al sustituirla días antes por una réplica.

  

Actual imagen del Corazón de Jesús en el Cerro de San Cristóbal

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Especial saña usaron los milicianos en quemar la ermita de San Cristóbal y destruir el monumento al Sagrado Corazón de Jesús, lugar de profesión de fe pública de los almerienses. La estatua del Corazón de Jesús fue fusilada y despeñada desde lo alto del cerro.

 

 La madrugada del 22 de julio, antes que apuntaran los primeros rayos del sol por el Cabo de Gata, toda la ciudad presentaba un aspecto dantesco a la luz del resplandor rojizo de aquellas piras, que eran los lugares sagrados donde durante siglos se había dado culto a Dios. La humareda invadía toda Almería.

 

 El 22 de julio a las 9 de la mañana comenzaron a aporrear una de las puer tas traseras del palacio hasta que consiguieron derribarla. Subieron las escaleras, gritando con furia el nombre del obispo. Don Diego salió a su encuentro y les dijo: «Aquí estoy, ¿qué queréis?». Dos de aquellos milicianos le cogieron por los brazos y le arrastraron hacia la escalera principal.

 

Catedral de Almería Aunque los familiares le habían rogado que vistiese  de paisano, no quiso despojarse de su traje talar ni de sus insignias episcopales. Don Diego, con las manos en su cruz pectoral, les siguió sin proferir palabra.

Los milicianos le llevaron hasta el cuartelillo de Seguridad, situado en la misma plaza.

 Los guardias le propusieron poner a su disposición un automóvil y huir, pero se negó en rotundo y prefirió regresar a palacio. De vuelta Don Die- go con lágrimas en los ojos contempló como ardían las imágenes de la Catedral en una enorme pira en la plaza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Quiso seguir la suerte de sus ovejas. El notario de Almería don Nicolás de Prados proporcionó a don Diego documentación y medios de fuga; el prelado se lo agradeció pero no aceptó: “Quiero seguir la suerte de mis ove- jas

Los días 23 y 24 varios súbditos ingleses intentaron salvar la vida de don Diego llevándoselo al extranjero. El Gobierno de su Graciosa Majestad envió al puerto de Almería el destructor Basilixte para recoger a los súbditos ingleses que vivían en la ciudad.

 

Destructor inglés tipo Basillixte

  

El súbdito inglés D. Lee Nelson, declaró en 1944 que él y los señores Westdale y Smith, pensaron aprovechar la estancia del buque de guerra inglés para salvar al obispo. Westdale, que era católico, y Smith, protes- tante, le visitaron y dijeron que estaban de acuerdo con el comandante del destructor para acogerlo a bordo y dejarlo en Gibraltar. Ellos se encargarían de llevarlo en coche hasta el muelle y de trasladarlo al buque en una lancha del propio destructor. Mons. Ventaja agradeció la propuesta, pero la rechazó, pues tenía el deber de permanecer junto a sus diocesanos.

  

Al día siguiente, ambos ingleses, estando ya en el muelle para embarcar, decidieron insistir en su gestión, trasladándose al palacio episcopal. Mrs. Westdale y Smith declararon el 16 de agosto de 1955 ante el tribunal eclesiástico presidido por el obispo de Plymouth: «No conseguimos persuadirle. Le suplicamos que viniera con nosotros, porque temíamos que la plebe le hiciera daños terribles. A esto replicó que esos pobrecillos estaban cerca, pero que no le podrían hacer daño. ‘Desde luego -añadió-, pueden destruir este cuerpo (y se golpeaba el pecho), pero no pueden hacerme daño’. Y al tiempo que nos daba las gracias nos dio su bendición» Un testigo declara que “el médico del destructor, que era católico, se revistió de coraje, cogió un traje de marinero y marchó a palacio para llevarse al prelado disfrazado de marino. Todo fue en vano. Don Diego tenía asumido muy claramente cuál era la actitud del Buen Pastor y estaba dispuesto a «dar la vida por sus ovejas». El médico inglés regresó al buque admirado del temple del obispo y pesaroso de no haber podido convencerle”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Despojo del Palacio Episcopal

Palacio episcopal de Almería

  

El 25 de julio se presentaron en palacio tres individuos conminándole a que se marchara para instalar allí el Gobierno Civil de la provincia. Don Diego acató las órdenes del Gobernador Civil, sin que este acatamiento implicase renuncia alguna a los derechos, y dictó el acta de la entrega del inmueble, que exigió firmaran las autoridades.

 

 Mientras tanto, a la puerta los milicianos y una multitud de gentes gritaban desaforadamente. Los que formalizaban la ocupación aconsejaron a don Diego saliera por la puerta excusada, pero él, con serena dignidad, respondió: «El obispo de Almería ha salido y entrado siempre por la puerta principal y por ella quiero salir, con la misma dignidad que entré»

 

 Se abrieron las puertas, y don Diego, vestido de traje talar, con sus insignias episcopales y tocado con su capelo, saludó dando las buenas tardes. Los que estaban a la puerta guardaron silencio. Don Diego con la mirada baja, se dirigió a la casa del Vicario Ortega.

 

Detención de don Manuel Medina Olmos: «Yo he ofrecido a Dios mi vida por la salvación de España y el Señor ha aceptado».

 

 

 La ciudad episcopal de Guadix, después del alzamien- to, quedó dependiendo del Gobierno Civil de Almería. Unos días antes del 18 de julio, don Manuel, en la Catedral, había dicho:

«Yo he ofrecido a Dios mi vida por la salvación de España y el Señor ha aceptado». A quien le preguntó por qué no se había quedado en Granada, respondió: «porque tengo que estar en mi sitio». Y «daría con gusto mi vida por las ovejas, como el Buen Pastor, y consideraría una suerte ser mártir». El día 26 celebró la santa misa; pero en la mañana del 27 se presentó en palacio un tropel de gente a cuyo frente venía el alcalde de Guadix con soldados de 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 ametralladoras y carabineros de Almería. Un carabinero le arrancó con violencia el pectoral a Don Manuel, y éste le dijo: «Ya que me vais a matar dejadme al menos mi crucifijo». Le quitaron el anillo y el fajín episcopal, abriéndole de un tirón toda la sotana y riéndose a carcajadas al ver que llevaba el cordón franciscano.

  

Ambos Obispos mártires, juntos en casa del Vicario de Almería

 

 Al obispo y a su capellán les metieron a empellones en un automóvil y los condujeron a la estación ferroviaria de Guadix. Allí los encerraron en un vagón de ganado porcino junto con el sacristán mayor de la Catedral de Guadix, don Torcuato Pérez López, y con el arcipreste, don Fernando Vargas. A éste le dijo con gran paz: «Ibant Apostoli gaudentes a conspetu Concilii quoniam digni habiti sunt pro nomine Jesu contumelias pati (Act. V,41) ». Al arcipreste lo sacaron del vagón y lo llevaron de vuelta a Guadix, porque tenía las llaves de las alhajas de la Catedral. El nos ha conservado las últi- mas palabras que escuchó de labios de don Manuel: «Señor, convierte a mi pueblo o bórrame a mí del libro de la Vida». Entrados en el vagón del tren, echaron las trabas por fuera y el tren se puso en marcha para Almería.

  

El día 27 de julio, al atardecer, el gobernador civil de Almería telefoneaba a don Mons. Ventaja para preguntarle si tenía dificultad en recibir en la casa donde estaba al obispo de Guadix. Don Diego aceptó gustoso. Unos mi- nutos después llegaba un automóvil a la puerta de la casa del vicario Ortega. Los expulsos de Guadix bajaron destrozados. Don Diego y don Manuel se abrazaron emocionados. La Providencia que los había unido en vida en todos sus ministerios pastorales los iba a unir definitivamente a la hora del testimonio final. Su momento será objeto de detallada noticia aparte.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



© Hispania Martyr todos los derechos reservados.
Ir Arriba