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Beato Martín Martínez

 

18 de agosto de 1936

 

 El Beato Martín Martínez Pascual, después de bendecir a sus asesinos, instantes antes de ser fusilado.

Ahora sólo quiero que me dejéis gritar con todas mis fuerzas:

¡Viva Cristo Rey!”

.La fotografía la tenía en su despacho el Decano de la Facultad de Teología de San Dámaso, Pablo Domínguez, recientemente fallecido en accidente de montaña en el Moncayo. Informa Alfa y Omega que preguntado éste por la  fotografía  afirmó: “La conseguí en Moscú, en un congreso. Me gustó y, al leer las frases del recuadro, me interesé mucho más. Es la fotografía -lo explicaba brillándole los ojos, se sentía emocionado y con ganas de imitarle; parecía que habla- ba de sí- de un sacerdote español, el Beato Martín Martínez, operario diocesano, natural de Valdealgorfa (Teruel), diócesis de Zaragoza. Se la tomó un fotógrafo ruso -hoy sabemos que es alemán- que estaba entre los republicanos, durante la guerra civil española. 

Fijaos bien en su mirada firme, los brazos en jarras, seguro y valiente… Se la tomaron unos segundos antes de fusilarlo”. Sin duda que la enorme fuerza de la mirada del sacerdote a las puertas del cielo debió desconcertar a sus verdugos que esperarían de su víctima una actitud menos digna con la que tranquilizar sus conciencias”. LFU

 

“Y ahora sólo quiero que me dejéis gritar con todas mis fuerzas: ¡Viva Cristo Rey!”.

 La biografía del Beato Martín Martínez Pascual puede leerse en el libro “Testigos de nuestra fe” de Isidoro Miguel García. En él se dice que: “Nació en Valdealgorfa (Teruel), diócesis de Zaragoza, en 1910. Hijo de Martín Martínez Callao, carpintero, y de Francisca Pascual Amposta. A invitación del sacerdote Mariano Portolés Piquer, también mártir, ingresó en el Seminario de Zaragoza. Aprobado el cuarto curso de teología, con autorización del Arzobispo, pidió la admisión en la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús en 1934. Fue ordenado sacerdote en 1935 por el Obispo de Tortosa. Prefecto del Colegio de San José de Murcia, terminado el curso, hizo ejercicios espirituales en Tortosa del 26 de junio al 5 de ju- lio de 1936. Luego marchó de vacaciones a su pueblo Valdealgorfa, donde le sorprendió la persecución.

 A la llegada de los primeros milicianos procedentes del vecino Alcañiz , el 26 de julio, y avisado de que lo buscaban para matarlo, Martín se escondió en casa de una cuñada. Pero, ante las continuas amenazas de terribles consecuencias que recaerían sobre quienes escondieran a un cura, huyó y se ocultó primero en un pajar y luego en una cueva alejada del pueblo.

Pocos días después, se hacía público un bando municipal instando a los sacerdotes a presentarse ante el Comité local, de lo contrario sus padres y familiares pagarían las consecuencias. El 18 de agosto por la mañana detuvieron a todos los sacerdotes que hallaron en Valdealgorfa. Al no encontrar a Martín, el Comité obligó a su padre a que fuera a traer a su propio hijo, pero consciente del fin que le esperaba, volvió horas más tarde sin él, por lo que fue encarcelado.

 

“Yo quiero morir mártir con mis compañeros sacerdotes”.

 La familia envió recado a D. Martín para que escapara. Pero éste, en cuanto se enteró, echó a correr hacia el pueblo para presentarse al Comité. Un miliciano muy amigo le salió al paso, rogándole que huyera; pero Martín le dijo que no podía consentir que su padre padeciera por él, y que quería correr la misma suerte que los demás sacerdotes. Ya ante el Comité, este miliciano todavía quiso salvar a Martín, diciendo que se trataba de un joven estudiante. Pero él confesó que era sacerdote, yndando a su amigo un abrazo para que lo transmitiera a su familia, dijo: “Yo quiero morir mártir con mis compañeros”.

 Sobre las 6 de la tarde se vio salir a los 7 sacerdotes entre dos hileras de milicianos armados hacia la Plaza del Convento. En el trayecto se toparon con la ignominiosa visión de las imágenes y objetos religiosos ardiendo. Llegados a la plaza fueron obligados a subir a un camión donde ya se encontraban otras seis víctimas. El camión ini- ció su marcha por la carretera de Alcañiz en dirección al cementerio. Llegados al camposanto, los colocaron de espaldas; pero Martín quiso morir de frente, como lo vemos en la foto. Antes de disparar, les preguntaron si deseaban alguna cosa. Martín respondió: “Yo no quiero sino daros mi bendición para que Dios no os tome en cuenta la locura que vais a cometer”. Y después de bendecirles añadió: “Y ahora os pido que me dejéis gritar con todas mis fuerzas: ¡Viva Cristo Rey!”.Tras lanzar esta proclamación de fe, fue fusilado junto a la Fuente de La Tejeria. Era la tarde del 18 de agosto de 1936 cuando el sacerdote Martín, al que en la foto vemos tan sereno en el momento pre- vio a su martirio, con sólo 25 años, subía al Cielo junto a sus compañeros.

 Otras reseñas: J. de Andrés:”Testigos de su sacerdocio”, Madrid 1990, 257-303; HERMANDAD DE SACERDOTES OPERARIOS  DIOCESANOS, “Mártires de la

Hermandad”, Madrid 1995, n.5

 Hay una estampa editada en Valdealgorfa, pueblo natal del Beato, con su fotografía en el anverso. En el reverso el texto de una oración que figura en el Misal propio del 18 de agosto de la diócesis de Zaragoza, celebrándolo como memoria libre. La oración es:

 La foto apareció en el Pais (23-02-2006) en cuyo pie erróneamente dice: "Siétamo (Huesca), agosto de 1936. Sacerdote capturado por las fuerzas republicanas, instantes antes de ser fusilado".

 La fotografía la consiguió Pablo Domínguez, Decano de la Facultad de Teología San Dámaso de Madrid, protagonista del documental de LA ULTIMA CIMA, que narra su vida y vocación.

 Él mismo dijo de ésta instantánea: “La con- seguí en Moscú, en un congreso. Me gustó y, al leer las frases del recuadro, me interesé mucho más. Es la fotografía de un sacerdote español,

el Beato Martín Martínez, operario diocesano. Se la tomó un fotógrafo ruso que estaba entre los republicanos, durante la guerra civil española. Fijaos bien en su mirada firme, los brazos en jarras, seguro y valiente… Se la tomaron un segundo antes de fusilarlo” (Alfa y Omega, 16 de abril de 2009).

 PROCESO DE BEATIFICACIÓN

 La Iglesia ya ha proclamado solemnemente, mediante su beatificación, que nueve Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús, de los treinta que fueron martirizados en la persecución religiosa 1934-1939, que dieron su vida por Cristo y fue- ron inmolados por el solo hecho de ser sacerdotes, declarándolos auténticos márti res.

 El grupo estaba encabezado por el Beato Pedro Ruiz de los Paños, Director General de la Hermandad, acompañado por ocho compañeros, entre los cuales destaca Mosén Péris, Rector del Seminario de Barcelona de cuyo martirio dimos noticia el pasado 15 de Agosto, y otros cuatro Rectores de Seminarios españoles.

 Leer más: http://www.1936-1939.com/?p=554#ixzz1RMF0TrlD;

 Ver: Gloria.tv: Beato Martin Martinez, Un segundo antes de ser fusilado gloria.tv/media=162306 - En caché

 

 

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