Estudiantes claretianos de Fernán Caballero
ESTUDIANTES CLARETIANOS MÁRTIRES DE FERNÁN CABALLERO
Los Seminaristas de Cervera habían conseguido ya su palma del martirio cuando, días más tarde, vinieron a sumárseles los jóvenes del Seminario Claretiano de Zafra. Les llamamos Mártires de Fernán Caballero, por haber sido fusilados en la estación del ferrocarril de esta ciudad.
Bética mártir
La Provincia claretiana de Bética elevó en la Persecución de 1936 un martirologio espléndido. Muchas de sus muertes no han contado con testigos válidos para los procesos de beatificación y por ello no podrán alcanzar la gloria de los altares. En nuestra tierra tienen un injusto anonimato, pero como “ante Dios no hay héroes anónimos”, sabemos que en el Cielo lucen gloriosos sus deslumbrantes vestiduras blancas ante el trono del Cordero, que extasiaron al autor del Apocalipsis.
Así, apenas estallada la contienda, morían en Jaén los cuatro protomártires claretianos de la Revolución, linchados materialmente por milicianos enfurecidos. A la hora de declarar, no se ha encontrado a nadie... En Madrid, gran Babilonia, la Revolución se tragaba a sus víctimas por docenas sin apenas dejar huellas. Pero Bética, como Cataluña, supo ofrendar a Dios el testimonio de su Seminario, su más rico tesoro. El Seminario Mayor raya a la altura martirial de los de Barbastro y Cervera. Y si en el Seminario Menor de Sigüenza los milicianos no iban a matar a niños Postulantes, su Prefecto, el Padre José María Ruiz Cano a sus veintinueve años, con el Prelado, Monseñor Eusta- quio Nieto a sus setenta, y cuatro Claretianos del Seminario de la Diócesis, dieron su vida por ellos. (Ver noticia de los mártires de Sigüenza en la crónica del día 27.7)
Zafra, Ciudad Real, Fernán Caballero son sus tres escenarios. Los Estudiantes Teólogos salieron de Zafra, se establecieron en Ciudad Real y culminaron en Fernán Caballero su pasión gloriosa el 28 del mes de Julio de 1936.
Zafra es ciudad extremeña de Badajoz. De su Colegio Seminario salieron los Mártires, aunque su sacrificio se consumara muy lejos de sus muros.
La pesadilla para el Seminario Claretiano comenzó tras las elecciones de Febrero, ganadas en la Ciudad por las derechas, pero desbaratadas pronto por las izquierdas que se adueñaron de toda la Provincia de Badajoz. A finales de Abril los sesenta y seis miembros de la Comunidad corrían serio peligro en sus vidas. Los desmanes se preparaban para el primero de Mayo, y se ensayaban expresamente por las turbas delante del Colegio Seminario con himnos, mueras y pedradas... El día del desfile el Padre Superior tuvo que pedir protección a la autoridad del Alcalde, y éste al Gobernador... Se desalojó el edificio, que quedó bajo la custodia de la Municipalidad. Hubo que abandonar la casa y marchar a Ciudad Real.
El 4 de Mayo estaban todos los Seminaristas Teólogos en Ciudad Real, que se ofrecía como un remanso de paz para los cuarenta y siete miembros de la Comunidad.
Tres meses después, veintisiete de ellos van a dar la vida por Jesucristo.
La casa no estaba preparada para recibir a los treinta o cuarenta huéspedes llegados de improviso. Faltaban muebles, ropa y muchas cosas más. El bueno del Señor Obispo puso a su disposición las camas y ropa de la Casa de Ejercicios.
Encerrados en aquel caserón enclavado dentro de la Ciudad, no podían salir para nada, por el ambiente pre revolucionario que se respiraba. Sin embargo, había paz y alegría, como dice en cartas a los suyos un futuro mártir, el Estudiante colombiano Jesús Aníbal Gómez: No tenemos huerta, y para el baño nos las arreglamos de cualquier modo... De paseo no hemos salido ni una sola vez desde que llegamos: de hecho guardamos clausura estrictamente papal; así nos lo exigen las circunstancias. Por lo dicho puede ver que no estamos en Jauja y que algo tenemos que ofrecer al Señor. Y era cierto, pues estaban, sigue el muchacho, como descanso a nuestro esfuerzo, saboreando la alegría que Dios regala a los perseguidos por su nombre...
Estallada la Revolución el 18 de Julio, en Ciudad Real seguían las cosas con relativa normalidad. Pero el día 23 el Padre Provincial ordenó la dispersión prevista. Se organizó para el día siguiente, aunque... se llegaría tarde. Los que pudieran marcharían a sus familias, los extranjeros a sus consulados, y los más se desplazarían a Madrid, donde ya se habían dispuesto pensiones seguras.
La noche de aquel jueves se tuvo Hora Santa especial, que recuerda tanto la de tres días antes en la Comunidad de Barbastro y la del día siguiente en el Mas Claret de Cervera. Aquí cantaron los jóvenes el Quédate con nosotros de Iruarrízaga: No te vayas, Señor, que anochece, y se apaga la fe; que las sombras avanzan, Dios mío, y el mundo no ve...
Al mediodía del 24, mientras estaban todos en la mesa, cuando se presentan unos quince hombres armados exigiendo el inmediato abandono de la casa. El Padre Superior exige la orden por escrito del Gobernador, con el que se pone en comunicación telefónica. No se saca nada en claro de aquella autoridad... O es un cómplice de los asaltantes, un indeciso, o un cobarde. El Padre Superior ordena la marcha ya prevista, pero se adelanta la turba de mineros de Puertollano y Almadén, ferroviarios de Manzanares y campesinos de Almagro.
Prisioneros en propia casa
Los asaltantes no sabían que había tanta gente dentro. Empezaron las discusiones acariciando sus pistolas.
- ¿Qué hacemos con tantos?...
- ¡Se les pegan cuatro tiros y aquí no ha pasao na!...
- ¡A quemarlos! ¡Que traigan un bidón de gasolina! ¡Al río con ellos!...
Hacia las cuatro se presentó Carnicero, delegado del Gobernador, que tras inspeccionar las dependencias les comunica apesadumbrado que todos quedaban detenidos y presos en la anexa Casa de Ejercicios. Los milicianos contrariados, exclamaron:”Así es como se sabotea la revolución”. Privadamente reconoció al Padre Superior: “Hay peligrosidad por ambas partes. Por parte de ustedes, porque sus vidas no están seguras en la calle. Por parte nuestra, porque si no tomamos esta medida, nosotros corremos el mismo riesgo.”
Aquella autoridad responsable cacheó a los detenidos y registró todas las existencias, y así se fueron a parar a un saco sus peligrosas armas: navajas, tijeras, medallas, rosarios, maquinillas de afeitar...,
No podían salir para nada ni asomarse a la ventana sin previo permiso. El calor era sofocante y estaban deshidratados, al fin consintieron los milicianos que dos de los detenidos pasaran el botijo de agua de cuarto en cuarto.
El Camisón, cabo de guardia, el día 25, tuvo una corazonada. Era la fiesta de Santiago, Patrón de España, y les permitió salir de sus escondrijos, reunirse en la capilla para una Misa, y pasar después la mañana reunidos en el patio.
Jesús Aníbal Gómez, estudiante colombiano mártir
El precio de tal merced fue que al volver de nuevo a sus cuartos se encontraron destrozados. por tierra todos los objetos religiosos: crucifijos, cuadros, imágenes..., sustituidos por hoces y martillos, eslogans revolucionarios, carteles de curas colgados, caricaturas indecentes...
Por la tarde los milicianos trajeron a sus parientas, amigas o novias, para que contemplaran a los curas en sus cuartos, mientras por los pasillos desfilaban muchachas desvergonzadas vistiendo ornamentos sagrados o cubiertas con bonetes de clérigo...
Así tres días. Hay que hacer justicia a los milicianos de la Ciudad. Todo lo anterior lo realizaban forasteros, avezados a la revolución y al crimen, ante las el silencio impotente de los de la ciudad, que permitieron y hasta ayudaron a los presos a mandar telegramas y a organizar la dispersión del día 28.
En la estación de Fernán Caballero
El Superior logró ponerse en contacto con el Gobernador. En su oficina se oía un griterío infernal.
Nadie se entendía. Pero al fin dieron la razón al Padre Superior, que acompañado de dos amigos, uno de ellos abogado, y del padre de tres Misioneros, que había venido a buscar a su hijo, logró se le extendieran salvoconductos para ir todos a Madrid.
Los salvoconductos, aparte del sello del Gobernador, debían llevar además el de seis organizaciones revolucionarias. El texto era diáfano:
Gobierno Civil de la provincia de Ciudad Real. Negociado 3. Por la presente se acredita que su portador es X.X., que con autorización de este Gobierno y del Comité de Defensa Provincial sale de Ciudad Real. Por lo cual, rogamos a las autoridades, milicias y pueblo en general, no le estorben y le den facilidades en su viaje. Ciudad Real, 28 de Julio de 1936. - El Gobernador Civil, Germán Vidal.
Todo parecía correcto, pero el orden por el que ponían los sellos suponía una contraseña fatídica. De hecho no servía de nada sino para que sus portadores, con conocimiento de la Autoridad, cayeran en la trampa.
Se organizaron los grupos, el primero dirigido por el Superior, Padre Máximo, acompañado por Don Eutiquiano, padre de tres estudiantes. Abrazos, promesas de oración, y un confiado ¡Hasta pronto!...
Un miliciano, buen corazón con los expedicionarios, pero envenenado por la propaganda, los despide medio festivo: - Nosotros, lo que deseamos es verlos pronto en brazos de sus madres; pero si en lugar de ustedes cogemos aquí al hombre del vestido blanco, (al Papa) ¡Al canalla ése a ése sí que no le soltamos!”
Subidos a los taxis, custodiados por milicianos, marcharon todos hacia la estación del ferrocarril. Era media tarde, y el sol de Julio caía feroz sobre los campos manchegos. Los expedicionarios se distribuyen para subir a los vagones. Pero, reconocidos, comienza en seguida el tumulto ensordecedor:
¡Curas! ¡Frailes! ¡No los dejéis subir! A matarlos! ¡Son curas! ¡Éstos no llegan a Madrid!...
Los milicianos reúnen a los muchachos en una sala de la estación y los guardan allí hasta que llegue el tren, que se presenta a las cuatro y cuarto. En este tren venía un gran contingente de milicianos de Puertollano llamados a filas, y que se dirigían a Madrid. Enterados sobre el asunto de nuestros seminaristas, impiden que suban porque los quieren matar allí mismo. Se entabla una acalorada discusión entre socialistas de Ciudad Real que quieren llevar a los muchachos hasta Madrid para que determine la Dirección General de Seguridad, y los milicianos comunistas que se empeñan en liquidarlos allí mismo.
Al fin, los suben en el vagón de atrás, y, para que vayan todos juntos, desalojan de sus puestos a varias personas.
En el trayecto les exigen: - ¡Señores, la documentación! Presentan el salvoconducto... Al llegar a la primera estación de Fernán Caballero, dos milicianos se adelantan al maquinista y le ordenan no poner en marcha el tren hasta nuevo aviso. Hacen bajar a los catorce muchachos:
- Ya habéis llegado al término de vuestro viaj
- Pero..., nosotros vamos a Madrid.
- ¡Abajo, y basta, salid de uno en uno!...
Los colocan entre la segunda y la tercera vía. Los milicianos se quedan a diez metros en la vía primera, apuntando con los fusiles:
- ¡Todos juntos, y levanten los brazos!
Los jóvenes Seminaristas Claretianos se encomendaron al Corazón de Jesús y al Inmacuado Corazón de María, y uno de ellos entonó en voz alta la oración de los agonizantes y lanzan al aire repetidamente la consabida aclamación:
- ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva el Corazón de María!...
La nutrida descarga no logra matar a algunos, que, heridos solamente, se arrastran hacia los vagones para agarrarse a sus plataformas. Pero los milicianos van dando a cada uno el tiro de gracia, a la mayoría de ellos metiéndoles la bala por los ojos... Los cadaveres quedaron tendidos en suelo durante muchas horas y el sol de julio fue secando la sangre que se extendñía por el andén.
Los milicianos van gritando por las calles:
- ¡Yo he descargado dieciocho peines!... les convido a carne fresca. El que quiera, que vaya a la estación, que allí hay catorce curas por el suelo...
Enterado el Gobernador, ocultó su cobardía y doble juego:
- ¡Yo no puedo gobernar un país de asesinos!...
Uno de entre las víctimas no estaba muerto, Cándido Catalán, revuelto en su propia sangre y cuando ya se han marchado los asesinos, logra arrastrarse hasta el vestíbulo de la estación. Recelaba de todos, mientras pedía algo de agua. La esposa del Jefe de la Estación le atienden con todo cariño. Le limpian las heridas del cuerpo acribillado a balazos, y logran que la Guardia Civil se disponga a llevarlo en una ambulancia a Ciudad Real. Reúnen a los sospechosos y se los presentan al moribundo a ver si reconoce a alguno de ellos como asesino. El muchacho los mira y niega con la cabeza. Lo montan en la ambulancia, pero no llega vivo a la Ciudad.
Los cadáveres de los trece compañeros, tapados con lonas, permanecieron en el suelo hasta el día siguiente, cuando buenas mujeres de Fernán Caballero prestaron sábanas para envolverlos dignamente y ser enterrados en el cementerio.
Faltaba el último acto del drama, que no se consumaría hasta el 2 de Octubre. El Hermano Felipe González de Heredia tenía un hermano en Ciudad Real y se quedó en su casa. La cuñada no lo admitía y. lo denuncia a los revolucionarios, que le dicen:
- Bueno, ya que tienes tanto interés, iremos a buscarlo.
Era el 30 de Septiembre. Hasta el día 2 de Octubre lo detienen en la checa instalada en el Seminario, cuando el miliciano Agustín Vacas ―¡que llevaba encima de setenta a noventa asesinatos!―, acompañado de otros dos camaradas y dos muchachas, lo cargan en un coche que se dirige hacia Fernán Caballero. Someten a su víctima a torturas físicas y morales, por parte sobre todo de una descocada miliciana de sólo dieciséis años que pinchando al Hermano con una navaja le va diciendo:
- Tú no eres cura, tú eres un fariseo. Y así, a navajazos, te vamos a matar. Con estos perros no hay que gastar pólvora...
Llegan al control de Fernán Caballero y responden al control:
- Nada. Venimos sólo a dejar a este criminal.
Este criminal, dice en el Proceso el sacerdote Pablo Martín, que lo vio allí dentro del auto, colocado en medio de dos milicianas, que empuñando unas navajas herían los muslos de la víctima, teñido de la sangre que manaba de las heridas. Iba resignado, con las manos juntas y los ojos bajos mirando al suelo.
Lápida en recuerdo del màrtir colombiano Anibal Gómez en su pueblo natal
Momentos después, le dejaban junto a la puerta del cementerio Un campesino que contemplaba la escena desde la huerta contigua, atestigua que gritó con los brazos en cruz, antes de recibir la descarga:
- ¡Viva Cristo Rey y el Corazón de María!
La miliaciana Eusebia Gavilán, le descerraja el tiro de gracia: - Anda, y que te vaya bien por tu Cielo...
La pobre miliciana decía más de lo que sabía...
(Tomado de Pedro García CMF en FERNAN CABALLERO, Tercer Seminario Mártir Claretiano)
El día 1º de Julio e 2010 el Santo Padre recibió al arzobispo Angelo Amato, S.D.B., prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y autorizó al dicasterio a promulgar los decretos concernientes a Causa de Martirio de los Siervos de Dios José María Ruiz Cano, Jesús Aníbal Gómez Gómez, Tomás Cordero Cordero y 13 compañeros de la Congregación de los Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de la Bienaventurada Virgen María; asesinados por odio a la fe durante la persecución religiosa en España en 1936.
JOSÉ MARÍA RUIZ CANO , JESÚS Aníbal Gómez y Gómez, TOMÁS Cordero y Cordero y 13 COMPAÑEROS CLARETIANOS
De Sigüenza y Fernán Caballero
JOSÉ MARÍA CANO RUIZ
sacerdote profeso claretiano. Murió: 27 de julio de 1936 en
El Otero, Sigüenza (España)
JESÚS Aníbal Gómez y Gómez
clérigo profeso claretiano
- TOMÁS CORDERO CORDERO
clérigo profeso claretiano
- PRIMITIVO Berrocoso MAILLO clérigo profeso
claretiano
- VICENTE GÓMEZ ROBLES
clérigo profeso claretiano
- GABRIEL Barriopedro
TEJEDOR clérigo profeso, los claretiano
- CLAUDIO LÓPEZ
MARTÍNEZ clérigo profeso
claretiano
- ÁNGEL LÓPEZ MARTÍNEZ*
clérigo profeso claretiano
- ANTONIO LASA
VIDAURETTA
clérigo profeso, claretiano
- Melecio PARDO LLORENTE
ANTONIO ORREGO
FUENTES ** clérigo profeso
- OTILIO DEL AMO
PALOMINO clérigo profeso
- CÁNDIDO CATALÁN
LASALA, clérigo profeso
claretiano.
ÁNGEL PÉREZ MURILLO
clérigo profeso claretiano
- ABELARDO PALACIOS GARCÍA clérigo profeso claretiano
Todos ellos murieron mártires el 28 de julio de 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)
- FELIPE GONZÁLEZ DE HEREDIA BARAHONA
religioso claretiano. Murió el 2 octubre 1936 en Fernán Caballero, Ciudad Real (España)