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El cardenal Amato beatifica en Madrid a 23 mártires de la persecución religiosa en España


El Cardenal Mons. Angelo Amato SDB ha presidido en Madrid la ceremonia de beatificación de 23 mártires de la persecución religiosa de 1936, pertenecientes a la congregación de Misioneros Oblatos de María Inmaculada (OMI). La celebración ha tenido lugar en la catedral de la Almudena y en ella han participado numerosos obispos españoles acompañados de miles de fieles.

En su homilía, el Cardenal Amato recordó brevemente la historia de su sacrificio para “avivar la llama del testimonio”. Así, reconoció que durante la II República, más en concreto durante los primeros meses de la guerra civil -de julio a diciembre de 1936 a marzo 1939- “descendió sobre España un furor anti-religioso que contaminó gravemente la sociedad hasta secar en el corazón los sentimientos de bondad y fraternidad y ellos fueron víctimas inocentes de este fanatismo anticatólico que hirió a sangre fría a obispos, sacerdotes, consagradas y consagrados y laicos”.

Para el Cardenal Amato, “más de 7.000 son verdaderos y auténticos mártires muertos como los primeros mártires de la Iglesia por odio a la fe”. Según destacó, los 23 mártires que se beatificaban, y que sufrieron su martirio en Pozuelo, “no eran delincuentes ni habían hecho nada malo, al contrario, su único deseo era hacer el bien y anunciar el Evangelio de Jesús”.

“Queremos recordar los nombres de los religiosos oblatos porque la Iglesia les ama y les honra”, afirmó y subrayó que fueron “testigos preciosos de la bondad de la existencia humana” pese a la “crueldad de sus perseguidores”. Y lo hicieron, prosiguió, “sin armas, con la fuerza irresistible de la fe en Dios. Ellos han vencido el mal, es su preciosa herencia de fe”.

El Cardenal Amato puso de manifiesto que los verdugos fueron olvidados, sin embargo, “las víctimas inocentes son recordadas”. Y citó a los nuevos beatos: Francisco Esteban Lacal, Vicente Blanco Guadilla, José Vega Riaño, Juan Antonio Pérez Mayo, Gregorio Escobar García, Juan José Caballero Rodríguez, Justo Gil Pardo, Manuel Gutiérrez Martín, Cecilio Vega Domínguez, Publio Rodríguez Moslares, Francisco Polvorinos Gómez, Juan Pedro Cotillo Fernández, José Guerra Andrés, Justo González Llorente, Serviliano Riaño Herrero, Pascual Aláez Medina, Daniel Gómez Lucas, Clemente Rodríguez Tejerina, Justo Fernández González, Ángel Francisco Bocos Hernando, Eleuterio Prado Villarroel y Marcelino Sánchez Fernández.

“A estos 22 oblatos se unión en un mismo acto de generoso testimonio a Cristo el fiel laico Cándido Castán San José, muy conocido en el pueblo de Pozuelo, por su claro testimonio católico”, añadió.

Dijo, asimismo, que “estos testigos constituyen un corazón de gloria para la Iglesia en la historia”. “Cuando el hombre arranca de su conciencia los mandamientos de Dios, rompe también de su corazón el bien. Perdiendo a Dios el hombre pierde también su unidad”.

Asimismo, explicó que “es posible” que nuestros mártires estuvieran preparados para el sacrificio supremo. El Cardenal Amato aseguró que “todos los religiosos fueron detenidos sin proceso ni pruebas ni posibilidad de defenderse”. Por tanto, “es bueno no olvidar esta tragedia y tampoco olvidar la reacción de nuestros mártires a los gestos malvados de sus asesinos. Ellos respondieron rezando y perdonándoles y aceptando con fortaleza la muerte por amor a Jesús”. Y es que “los mártires nos enseñan que nuestro testimonio del Evangelio pasa no sólo por una vida virtuosa sino también, a veces, por el martirio”.

Leyó las palabras del Papa sobre los mártires que, “fieles a su vocación anunciaron constantemente el Evangelio y derramando su propia sangre dieron testimonio de su amor a Jesús y su Iglesia”. “Este es el mensaje que nos ofrecen los beatos. La sociedad no tiene necesidad de odio, de violencia y de división sino de amor, de perdón y de fraternidad”, añadió.

Concluyó invitando a imitar “la fortaleza de los mártires, la solidez de su fe, la inmensidad de su amor y la grandeza de su esperanza. Que demos testimonio de fe y verdad ante el mundo y ellos sean maestros de vida para sus hermanos oblatos y puedan fortalecer su amor a Cristo, su Iglesia y los misioneros de la nueva evangelización en todo el mundo”. “Que la Inmaculada nos ayude a celebrar la Navidad con corazón puro y santo”.

La Eucaristía estuvo concelebrada por el Cardenal Arzobispo de Madrid, Mons. Antonio Mª Rouco Varela; el Cardenal Antonio Cañizares, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; el Nuncio de Su Santidad en España, Mons. Renzo Fratini; los arzobispos de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez, Valladolid, Mons. Ricardo Blázquez, y Pamplona, Mons. Francisco Pérez; los obispos de León, Mons. Julián López; Cádiz, Mons. Rafael Zornoza; Osma-Soria, Mons. Gerardo Melgar; Astorga, Mons. Camilo Lorenzo; Alcalá de Henares, Mons. Juan Antonio Reig Plá; y Málaga, Mons. Jesús E. Catalá; y los Obispos Auxiliares de Madrid, Mons. Fidel Herráez, Mons. César Franco, y Mons. Juan Antonio Martínez Camino, sj.

La ceremonia de beatificación coincide con el 150º de la muerte de San Eugenio de Mazenod, fundador de la congregación de Misioneros Oblatos de María Inmaculada (OMI) a la que pertenecen los futuros nuevos beatos.


Con motivo de esta celebración, el superior de la Congregación de Misioneros Oblatos de María Inmaculada, Padre Louis Lougen, OMI, ha dirigido en el día de ayer, una carta a los miembros de la congregación con el título “Proclama mi alma la grandeza del Señor”. El texto de su carta es el siguiente:


“Estos son aquellos que salieron de la gran tribulación, y han lavado sus túnicas y las hicieron blancas en la sangre del cordero”. (Rev. 7:14)

Nos regocijamos juntos para alabar y agradecer la beatificación de los mártires oblatos de España. Esta es una gran gracia para nosotros, una oportunidad para toda la congregación para renovar nuestra vida en santidad y compromiso misionero. La beatificación de los mártires oblatos de España se presenta en este año en el que recordamos el 150 aniversario de la muerte de San Eugenio de Mazenod y vivimos también inspirados por el llamado a la conversión del 35o Capítulo General. Este llamado es “nuestra obra” hasta el próximo Capítulo. ¡No, esta es la obra de toda una vida! La beatificación de los mártires oblatos de España hace eco en el llamado a la conversión. Descubrimos en su martirio la riqueza y profundidad del Evangelio y del carisma oblato.


Cada vez que leo acerca de la alegría que San Eugenio experimentó cuando se proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción, me conmuevo. Imagino aún ahora su inmensa alegría por la beatificación de los mártires oblatos de España. Debe estar paseando por las calles celestiales con su pecho hinchado de orgullo, compartiendo las buenas nuevas con todo el mundo y charlando con los santísimos mártires. Veo Henri Tempier al lado de Eugenio. El fundador siempre se ha puesto un poco molesto en estas fiestas ya que él está todavía un poco ofendido de que Henri haya quemado la mayor parte de la evidencia acerca de su propia santidad para permitir a Eugenio brillar aún más. Joseph Gerard y Joseph Cebula se unen a Eugene y Henri y muchos otros oblatos que hemos conocido y de los cuales hemos leído. ¡Cuánta gaudeamus está preparando Eugenio por la beatificación!


Compartimos la alegría de Eugenio y estamos llenos de gratitud por la beatificación de nuestros hermanos oblatos que fueron martirizados en España. Nosotros también estamos siendo llamados a renovar nuestro compromiso. La vida religiosa, el deseo de vivir la vocación bautismal de una manera radical, es una especie de sucesora del periodo de martirio en la iglesia primitiva. Nuestra vida consagrada, inspirada en el testimonio de los primeros mártires, es la decisión de seguir el Señor Jesús de una manera radical a través de los votos y la comunidad. La beatificación de los mártires oblatos de España nos exige elegir a vivir nuevamente la raíz de nuestra consagración entregando nuestras vidas para seguir a Jesús. Muy recientemente un oblato me comentó, con una mezcla de desilusión simúltanea y un anhelo de esperanza: “¡Mira a nuestras vidas! ¿Hay alguna cosa a la cual hemos renunciado? ¿Nuestras vidas tienen algún significado para los demás? ¡Nuestra consagración está muy rebajada!”


Es precisamente por esta razón que el último Capítulo General nos ha llamado a la conversión. Este es el gran reto y la exigencia que la beatificación de los mártires oblatos españoles nos trae. A medida que leemos sobre el sacrificio generoso de sus vidas, volvemos a las raíces de nuestra vocación y no podemos tolerar vivir una vida que está “rebajada”. Rezo para que el testimonio de la ofrenda martirial de los santísimos mártires oblatos de España nos traiga la pasión de vivir radicalmente el seguimiento de Jesús. Les pido que intercedan para que el Espíritu nos enardezca como misioneros para los pobres el el contexto de nuestra realidad con los desafíos complejos que enfrentamos hoy.


Invito a todos a profundizar el significado de la beatificación de los mártires oblatos de España a la luz de la Constitución no 2 de las Constituciones y Reglas de los O.M.I.: “Somos hombres ‘escogidos para anunciar el Evangelio’ (Rom 1:1), hombres listos a dejar todo para ser discípulos de Jesús. El deseo de cooperar con él nos lleva a conocerlo más a fondo para identificarnos con él, dejarlo vivir en nosotros. Nos esforzamos para reproducir en nosotros mismos el modelo de su vida. Por lo tanto, nos entregamos al Padre en la obediencia hasta la muerte y nos dedicamos al pueblo de Dios en el amor desinteresado…” (C#2) Esto está en el corazón de nuestro carisma. San Eugenio y los santísimos mártires oblatos de España nos convocan a abrazar nuestra vocación como se describe en C#2.


Una fe fuerte y profunda ha alimentado los sueños misioneros de los mártires oblatos de España y los ha atraído a ofrecer sus vidas para predicar el Evangelio a los pobres en España, Argentina, Uruguay y el suroeste de los EE.UU. Nos sentimos intimidados por su capacidad de entregarse al Padre en la obediencia hasta la muerte, un acto altruista en última instancia por el amor de la gente que aún no han podido conocer en las misiones que esperaban servir. Entre dichos mártires oblatos, hay también un hombre laico que fue un esposo y padre. Creo que es un signo del carisma oblato, “siempre cerca de la gente que servimos” que en esta beatificación haya una persona laica entre los oblatos. Este es otro motivo por el cual nos alegramos.


San Eugenio es todo sonrisas en esta celebración. Nosotros también sentimos orgullo y alegría por la fidelidad y amor radical de los mártires oblatos de España. Cantamos con María Inmaculada, madre de los apóstoles y mártires, su canto de alabanza en este gran día: “Proclama mi alma la grandeza del Señor”.


Felicitaciones y un agradecimiento van a nuestro postulador, el Padre Joaquin Martinez, por su dedicación a las causas de los santos oblatos y por todo lo que ha hecho para hacer realidad este día.


Padre Louis Lougen, O.M.I.
17 de diciembre de 2011



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