El 1 de noviembre será beatificado en Vitoria el sacerdote mártir Pedro de Asúa y Mendía
Pedro Asúa Mendia nació en Balmaseda (Vizcaya) el 30 de agosto de 1890. Su padre, el abogado Isidro Luis de Asúa y San Millán, natural de Abando en Bilbao; que fue voluntario en la guerra carlista y secretario de juzgado de Balmaseda. Su madre fue Francisca Mendía Conde.
Hizo sus estudios primarios en los jesuitas de Orduña y en 1906 obtuvo el título de bachiller. Estudia arquitectura en Madrid y en 1915 recibe el título de arquitecto, ejerciendo su profesión hasta que en 1920 ingresa en el seminario de Aguirre donde fue ordenado sacerdote en 1924. Como arquitecto diocesano de Vitoria en 1924 confecciona los planos del seminario y de distintas parroquias y escuelas de su diócesis, siendo nombrado camarero secreto supernumerario de Su Santidad Pío XI, pero en su extrema humildad, dicen que sólo una vez se puso las vestimentas correspondientes.
Perseguido por el delito de ser sacerdote, fue martirizado por odio a la fe por unos milicianos en el monte Candina de Liendo (Cantabria), entre Castro Urdiales y Laredo, el 29 de agosto de 1936.
Un pastor de Liendo encontró un cuerpo sin vida en un calero, donde había sido arrojado varias semanas antes. Nadie pudo identificar a quién pertenecía. Pasó algún tiempo hasta que dieron con las claves para saber que se trataba de él: un reloj con dos inscripciones “P.A.” y “Recuerdo de la familia Sota. Sopuerta 1931” (regalo de agradecimiento a las obras que dirigió de manera desinteresada en la Iglesia de Mercadillo de Sopuerta); y la pluma estilográfica que siempre llevaba consigo. Tenía 46 años.
En 1956 sus restos fueron trasladados a la capilla del seminario de Vitoria. Su proceso de beatificación se inició el 14 de mayo de 1964. El Papa Francisco lo clausuró en 27 de enero de 2014 promulgando el decreto por el que se reconoce su martirio. Félix Núñez Uribe ha escrito su biografía 'Pedro de Asúa Mendía, arquitecto, sacerdote y mártir'.
El pasado 28 enero 2014 el insigne martiriologo Don Jorge López Teulón en su página en ReL, bajo el título de ¡1524 mártires! reproducía el artículo publicado el 29 de agosto de 2011, sobre el P. Pedro de Asúa, en el que recordaba la crónica del diario ABC de11 de abril de 1956: “El ministro de Justicia, Antonio Iturmendi, en la inauguración de las fiestas jubilares del Seminario diocesano de Vitoria (se cumplían 75 años de su creación y 25 de la inauguración del edificio), con cuyo motivo tuvo lugar la apertura del proceso de beatificación de Monseñor Asua, cuyos restos fueron trasladados a la capital alavesa, en presencia del Doctor Peralta, obispo de la diócesis, junto con el doctor Ángel Suquia Goicoechea, rector del Seminario (de 1955-1965, futuro Cardenal-Arzobispo de Madrid).

Y reproducía la crónica de la llegada a Vitoria los restos de Don Pedro Asúa: “A las cinco de la tarde llegaron a esta ciudad, procedentes de Balmaseda, los restos de don Pedro Asúa, sacerdote arquitecto del Seminario, asesinado por los milicianos en 1936. Desde Balmaseda habían acompañado los restos cerca de un millar de personas, que se trasladaron en 15 autobuses y numerosos coches de turismo. Fueron recibidos los restos, con cruz alzada, por todos los alumnos del Seminario y más de 300 sacerdotes… El féretro fue llevado a hombros de cuatro profesores del Seminario, organizándose así el cortejo, que penetró en la capilla del centro, donde se cantó un nocturno pontifical y un responso, siendo depositados después en el mausoleo construido a tal efecto en la capilla del Seminario.
A continuación de este acto se efectuó otro de apertura del proceso de beatificación y la constitución del tribunal eclesiástico… Finalmente, don Antonio Iturmendi dijo en su discurso: “La Providencia ha dispuesto que hoy se reciban los restos de monseñor Asúa en la casa en que se formó sacerdotalmente y en la que pocos años después habría de desplegar las dotes creadoras de su técnica y su espíritu de servicio a la Santa Madre Iglesia, y precisamente en este día de gozo se proceda a la constitución del Tribunal y a abrir la causa de su beatificación”.
El ministro, continúa refiriendo la crónica, “aludió después a las virtudes cristianas de la familia de monseñor Asúa y a los fervores eucarísticos de éste y su caridad impresionante, que culminaron con el más grande galardón, la palma del martirio, en plena Cruzada de Liberación Nacional, el 29 de agosto de 1936”.
“Si es por Cristo, no me importa morir; tengo 45 años y no he hecho nada por Él”
Santiago Mata en su nueva página martirial <http://dioramanet.com/martyres/index.php>, que recomendamos, anuncia la próxima beatificación en Vitoria el 1 de noviembre del sacerdote vasco Pedro de Asúa, recordando las citas de afirmaciones martiriales de Asúa en sus últimos días, que aporta D. Saturnino Gamarra-Mayor en la p. 17 de la biografía en la web de la Beatificación:

Relata sus palabras: “Tenemos que conocer la voz del Pastor para seguirle; pero no basta. También es preciso alimentarnos con los pastos que él nos quiera dar, sean los que sean, aun la persecución” (Positio III 65).
- “Todo el mundo sabe que yo soy sacerdote y si me detienen, esa será la voluntad de Dios. Ahora sé cómo estoy” (Positio III, 60) (Respuesta dada ante la extrañeza que le manifestaron al verle con sotana).
- “Si es por Cristo, no me importa morir; tengo cuarenta y cinco años y no he hecho nada por Cristo” (Positio III 86).
- “Hay que estar preparado a todo, aun al sacrificio de la vida, por si el Señor lo exige” (Positio III, 85).
- “Si me persiguen por la fe, bendito sea Dios” (Positio III, 87).
- “¡Quién pudiera ser como ellos!” (Positio III 85) (Reacción ante la noticia de los Claretianos asesinados en Barbastro).
Tras la beatificación de 522 mártires el pasado 13 de octubre en Tarragona, algunos dieron por clausurado el número de mártires de nuestra persecución religiosa de los años 1934-1938 glorificado por la Iglesia, pero lo desmiente la Providencia de Dios, que nos sigue actualizando su recuerdo glorificando su memoria, como oportuno y necesario ejemplo y medio de intercesión para fortalecernos en nuestros actuales tiempos de persecución en su primera fase legal.

