FLORILEGIO DE MARTIRES España. 1936-1939
A MIS LECTORES
Este trabajo tiene la finalidad de recordar los mártires, que dieron su sangre por Dios y por España, durante la persecución religiosa de 1936, y en la que sufrieron el martirio doce obispos, unos cinco mil sacerdotes y más de dos mil religiosos, y fueron asesinados más de trescientos mil seglares. Siendo éste un hecho real e histórico, ¿no sería una ingratitud relegarlo al olvido?
El motivo de escribir sobre este tema, es porque a ello me ha impulsado la lectura del "Martirologio español. 1936-1939" de Fr. Antonio de Lugo, Monje Jerónimo, quien refiere muchísimos casos ejemplares de personas que por librar a España de la opresión marxista y atea, supieron dar su vida, derramando su sangre en defensa de la fe católica.
Existen muchos artículos y obras escritas sobre este tema, especialmente sobre el sacrificio sangriento de millares de vidas consagradas a Dios, y una de ellas más notable es la "Historia de la persecución religiosa en España" del actual obispo de Badajoz Dr. Antonio Montero, a la que hace referencia Fr. A. de Lugo, mas reconociendo que a medida que van pasando los años, van quedando también en olvido altos ejemplos de virtud, me he decidido a escribir este pequeño libro con datos verdaderamente históricos (pues los más se fundamentan en dichas obras), para contribuir en lo posible a mantener vivo el recuerdo de tantos ejemplos de virtud, que nos están hablando a cada paso de la vida futura y eterna. Hemos de reconocer que siempre ha habido persecuciones religiosas, pues es la herencia de Jesucristo dejó a la Iglesia. El fue perseguido y nos dice: "A mí me han perseguido y a vosotros os perseguirán..." (Jn. 13,20).
Los ejemplos que voy a referir no son de la época de las persecuciones romanas, o sea, de los primeros siglos de la Iglesia; sino de hace poco más de cuarenta años, y es necesario recordarlos, porque se pueden repetir. Si tú eres católico, debes tenerlos presente para que sus lecciones te enseñen a saber vivir, y si fueras de los que actualmente abrigan aún odio a los que profesan la religión católica, los deberás recordar también para que sepas lo ignominioso de aquellas crueldades y depongas todo odio. Aquí, pues, tienes unos pocos de tantos hechos más sobresalientes, acaecidos en esos años de persecución religiosa. Mi deseo es que sirvan de lección a todos.
Zamora, enero 1983
BENJAMÍN MARTIN SANCHEZ
ESPAÑA EN 1936
Empiezo por reconocer que en la España, dividida en dos por la guerra civil (que estalló el 18 de julio de 1936 y duró hasta el 1°. de abril de 1939), con la denominación de España nacional y la España roja, hubo crímenes que son de lamentar y hubo culpabilidad por ambas partes; pero mi finalidad no es suscitar heridas, y si se recordasen por algunos hechos desagradables, sepan que no es para culpar a nadie, pues Dios es el que lo sabe y el que nos pedirá cuentas a unos y a otros por los pecados, que fueron causa de esta guerra, sino para poner de manifiesto algunas pocas vidas ejemplares que recopilo en este pequeño libro con el título de "Florilegio de mártires".
Notemos que si hubo mártires es porque hubo perseguidores, y la éstos en parte — por una sublime paradoja — les deberán aquellos la corona del martirio! Luego a la sangre de los mártires, les deberán, como veremos, algunos de sus criminales la conversión. ¡Ejemplos maravillosos de la gracia divina que bien merecen ser recordados!
El martirio es una gracia especial de Dios que no a todos es concedida. Los verdaderos mártires son los que padecen persecución por la justicia, por una causa justa y santa. Dios sin duda, queriendo salvar a España, exigió sangre y con la de muchos de nuestros hermanos fue lavada la Patria. Esto, tal vez, no todos lo comprendan, pero es cierto a la luz de la fe. La lectura de los ejemplos que refiero harán comprender mejor a todos mi pensamiento, y hasta pudieran preparar a muchos para pensar más en la otra vida y hasta para desear a su vez la gracia del martirio.
Tú lee este pequeño libro que refleja la historia de lo sucedido — la persecución religiosa en España en aquellos años de nuestra guerra civil — y luego sabrás apreciar y valorar la finalidad de su contenido.
LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA EN ESPAÑA
Es una realidad histórica, que en 1936 comenzó en España una persecución religiosa y descaradamente abierta, promovida por el odio a Dios y a cuanto tuviera relación con la Iglesia católica. Este es un hecho tal que no puede ponerse en duda. Veamos algunos testimonios de los Papas, de los obispos y de los mismos gobernantes de la llamada España roja, que nos hablan de los asesinatos, de la destrucción de las iglesias y de tantos desórdenes.
Pio XI
"En nuestra queridísima España, el azote comunista... no se ha contentado con derribar alguna que otra iglesia, algún que otro convento, sino que, cuando le fue posible, destruyó todas las iglesias, todos los conventos y hasta toda huella de religión cristiana, por más ligada que estuviera a los más insignes monumentos del arte y de la ciencia.
El furor comunista no se ha limitado a matar obispos y millares de sacerdotes, de religiosos y religiosas, buscando de modo especial a aquellos y aquellas que precisamente trabajan con mayor celo con pobres y obreros, sino que ha hecho un número mucho mayor de víctimas entre los seglares de toda clase y condición, que diariamente, puede decirse, son asesinados en masa por el mero hecho de ser buenos cristianos o tan sólo contrarios al ateísmo comunista. Y una destrucción tan espantosa la lleva a cabo con un odio, una barbarie y una ferocidad que no se hubiera creído posible en nuestro siglo" (Divini Redemptoris. 19-3-1937)
Pio XII
"Los designios de la Providencia, amadísimos hijos, se han vuelto a manifestar una vez más sobre la heroica España. La nación elegida por Dios, principal instrumento de evangelización del Nuevo Mundo y como baluarte inexpugnable de la fe católica, acaba de dar a los prosélitos del ateísmo materialista de nuestro siglo la prueba más excelsa de que por encima de todo están los valores eternos de la religión y de Espíritu... Y ahora, ante el recuerdo de las ruinas acumuladas en la guerra civil más sangrienta que recuerda la historia de los tiempos modernos, Nos, con piadoso impulso, inclinamos ante todo nuestra frente a la santa memoria de los obispos, sacerdotes, religiosos de uno y otro sexo y fieles de todas las edades y condiciones que en tan elevado número han sellado con sangre su fe en Jesucristo y su amor a la religión católica: No hay mayor prueba de amor" (Jn.15,13) (Radiomensaje al pueblo español; 16-4-1939)
Otros testimonios de Pio XI y Juan XXIII
S.S. el Papa Pio XI a los prófugos españoles, 1 -. 9- 1936
"Todo esto es un esplendor de virtudes cristianas y sacerdotales heroísmos y de martirios. SON VERDADEROS MARTIRIOS EN TODO EL SAGRADO YGLORIOSO SIGNIFICADO DE LA PALABRA, desde el sacrificio de las vidas más inocentes, de venerables ancianos, de juventudes primaverales, hasta la intrépida generosidad que pide un lugar en el carro con las víctimas que espera el verdugo".
S.S. el Papa Juan XXIII al Cardenal de Tarragona, 31-1-1950
"Todavía están recientes los sufrimientos de los sacerdotes, religiosos y seglares que en esa archidiócesis igual que en toda la nación española dieron pruebas del amor que tenían a su fe y de la poca estima de las cosas terrenas. Por eso nos ha sido muy grato saber que en la peregrinación que se prepara, traerán los procesos canónicos de esos siervos predilectos de Dios, para someterlos al juicio de la Santa Sede. El ejemplo de ellos, como el de los mártires que hoy conmemoramos, será la llama que avive el fervor de esa amada grey en una vida constantemente piadosa".
Palabras del Cardenal Mons. Etchegaray
"Una Iglesia que no recuerda a sus mártires de ayer y no descubre a los mártires de hoy, no puede reclamar el honor de ser Iglesia de Cristo". Carta colectiva del episcopado español De esta carta que fue dirigida a los obispos del mundo entero, que merecía ser leída por todos, sólo copio lo siguiente:
"Hacemos historia sin hacer interpretaciones de carácter psicológico o social... La hecatombe producida en personas y cosas por la revolución comunista fue "premeditada". Poco antes de la revuelta habían llegado de Rusia 79 agitadores especializados. La Comisión Nacional de Unificación Marxista, por los mismos días, ordenaba la constitución de las milicias revolucionarias en todos los pueblos. La destrucción de las iglesias o a lo menos de su ajuar, fue sistemática y por series. En el breve espacio de un mes se habían inutilizado todos los templos para el culto...
Para la eliminación de personas destacadas que se consideraban enemigas de la revolución se habían formado previamente las "listas negras". En algunas, y en primer lugar, figuraba el obispo. De los sacerdotes, decía un jefe comunista, ante la actitud del pueblo que quería salvar a su párroco: "Tenemos orden de quitar toda su semilla". "Prueba elocuentísima de que la destrucción de templos y la matanza de los sacerdotes, en forma totalitaria, fue cosa premeditada, es su número espantoso. Aunque son prematuras las cifras, contamos unas 20.000 iglesias y capillas destruidas o totalmente saqueadas. Los sacerdotes asesinados, contando un promedio del 40 por 100 en las diócesis devastadas (en algunas llegan al 80 por 100) sumarán, sólo del clero secular, unos 6.000. Se les cazó como perros, se les persiguió a través de los montes; fueron buscados con afán en todo escondrijo. Se les mató sin juicio las más de las veces, sobre la marcha, sin más razón que su oficio social.
Fue "cruelísima" la revolución. Las formas de asesinato revistieron caracteres de barbarie horrenda. En su número se calculan en número superior a 300.000 los seglares que han sucumbido asesinados, sólo por sus ideas políticas y especialmente religiosas; en Madrid y en los tres meses primeros, fueron asesinados más de 22.000. Apenas hay un pueblo en que no se haya eliminado a los más destacados derechistas.
Por la falta de forma: sin acusación, sin pruebas, las más de las veces sin juicio. Por los vejámenes: A muchos se les han amputado los miembros o se les ha mutilado espantosamente antes de matarlos; se les han vaciado los ojos, cortado la lengua, abierto en canal, quemado o enterrado vivo, matado a hachazos. La crueldad máxima se ha ejercido con los ministros de Dios. Por respeto y caridad no queremos puntualizar más.
La revolución fue "inhumana". No se ha respetado el pudor de la mujer, ni aun la consagrada a Dios por sus votos. Se han profanado las tumbas y cementerios...". Esta revolución fue también bárbara, antiespañola y anticristiana...
Y terminan su carta diciendo: "Consentidnos una declaración última. Dios sabe que amamos en las entrañas de Cristo y perdonamos de todo corazón a cuantos, sin saber lo que hacían, han inferido daño gravísimo a la Iglesia y a la patria... Rogad para que en nuestro país se extingan los odios, se acerquen las almas y volvamos a ser todos unos en el vínculo de la caridad. Acordaos de nuestros obispos asesinados, de tantos millares de sacerdotes, religiosos y seglares selectos que sucumbieron sólo porque fueron milicias escogidas de Cristo, y pedid al Señor que dé fecundidad a su sangre redentora..." (1-7-1937).
Los gobernantes y periódicos marxistas
Estos reconocieron la ola de terrorismo que desbordaba las ambiciones más sanguinarias, y el mismo Galarza, ministro de Gobernación, al ver la realidad del terrorismo imperante, se vio obligado a citar a los periodistas para decirles que habiendo sido ejecutadas ilegalmente más de 20.000 personas en Madrid (15.000 identificadas y 5.000 por identificar), él no podía consentir por más tiempo una horrenda situación de la que no se hacía solidario, y que estaba dispuesto a terminar tales actos como fuesen fusilando sin contemplaciones de ninguna especie.
El periódico "Solidaridad obrera", que el 28 de enero de 1937 y en sucesivos artículos se gloriaban en decir: "En las provincias que gobernamos, la Iglesia no existe... No les queda un altar en pie... No quedan apenas feligreses...", meses más tarde viéndose avergonzados, decía el 30 de julio de 1937 bajo el título "La pasión exacerbada": "Termine ya el terror que ha venido actuando en la sombra. Que sea el tribunal del pueblo, quien a plena luz, con plena responsabilidad, depure lo que depuración necesita...". "Lo interesante sería que nos decidiéramos a acabar con esa danza macabra de todas las noches, con esa procesión de muertos que, señalándonos ante el mundo, nos acusa de la misma ignominia que las gentes honradas acusan a los fascistas...", y terminan pidiendo la depuración de los tribunales populares, y clamaban por el cese inmediato de las matanzas irresponsables.
ANTECEDENTES DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Muchos se han preguntado sobre las causas del odio y de las persecuciones del año 1936; mas aunque se quiera buscar la raíz a partir de un siglo antes y atribuirlo al desarrollo de la masonería, a los gobiernos laicistas, al obrerismo revolucionario, bien creo que todo lo sucedido, los asesinatos, las torturas inauditas, el invento de las checas o tribunales populares, quemas de iglesias y conventos, son una obra diabólica, pues todo fue inspirado por Satanás "el enemigo que siembra el mal" (Mt. 13,28), "el enemigo oculto que trabaja ocultamente, como dijera Pio XII, y sabe ser violento y astuto y es instigador de todo mal". Y como dijo también Pablo VI, "El demonio es el número uno, el tentador por excelencia... el perturbador..."
Y Pio XI fue bien explícito: "Diríase que una preparación satánica ha vuelto a encender y más viva en la vecina España aquella llama de odio y de más feroz persecución abiertamente confesada, como reservada a la Iglesia y a la religión católica..." (14-9-1936)
El demonio pues, se valió de hombres ignorantes y malvados que fueron instrumentos del mal, para sembrar calumnias, propagandas laicas y anticlericales, la pornografía, la prensa marxista que llegó a blasfemar de lo más santo.
A partir de 1931. Con la implantación de la república en este año de 1931, las nuevas Cortes Constituyentes con su gobierno socialista y anticlerical, elaboraron una Constitución prácticamente anticatólica, y de tal manera fue juzgada por Don Niceto Alcalá Zamora. primer presidente de la República, que dijo: "Se hizo una Constitución que invitaba a la guerra civil desde lo dogmático a lo orgánico...".
En esta Constitución se empezaba diciendo que el Estado no tiene religión oficial, y seguía diciendo que se extinguiría el presupuesto del clero, y se prohibía a las Ordenes Religiosas ejercer la industria y la enseñanza, que sus bienes podrían ser nacionalizados, la enseñanza sería laica, etc...
El cardenal D. Pedro Segura, arzobispo de Toledo y primado de España en una carta pastoral advertía: "Cuando el orden social está en peligro, cuando los derechos de la religión están amenazados es deber imprescindible de todos unirnos para defenderla y salvarla" (B.O. 18 abril 1931).
Más tarde, el 11 de mayo empezó la primera gran quema de Conventos, llegándose a quemar casi un centenar de templos y casas religiosas en tres días de barbarie popular con permisión del gobierno.
A los periódicos de orientación católica se les prohibía dar la versión justa de los hechos, mientras que la prensa opuesta levantaba calumnias y se les permitió falsas interpretaciones y algunas tan pintorescas como éstas: que aquellos incendios habían sido maquinados por .católicos antirrepublicanos para desprestigiar el régimen; que los frailes habían disparado contra los obreros; que en los Conventos había arsenales de armas... .
En 1932 se publicó una ley de disolución de la Compañía de Jesús, y poco después se dictó la ley del divorcio y la secularización de los cementerios... y así se iban pisoteando las creencias cristianas...
En 1933, la noche de la Inmaculada, arden en Zaragoza 10 iglesias y conventos..., y pocos días después otras seis iglesias en Granada... y continuos desordenes... Entonces el Cardenal Gomá, ante tanto sectarismo y leyes anticatólicas, publicó un enérgico documento pastoral titulado "Horas graves" en el que decía: "... hoy los tentáculos del poder estatal han llegado a todas partes y han podido penetrarlo todo, obedeciendo rápidamente al pensamiento único que le informa de anonadar a la iglesia, que se ha visto aprisionada en una red de disposiciones legales" y hostiles...
Igualmente los obispos en una pastoral colectiva analizaron la sectaria obra legislativa de la República en la que hablaron del duro e inmediato trato que se le daba a la Iglesia de España... Siguieron propagandas ateas y anticatólicas y esto hizo que surgiera un conflicto manifiesto entre la legislación republicana y la conciencia de los católicos españoles que trascendió nuestras fronteras... Pocos días más tarde Pio XI en la Encíclica "Dilectissima nobis" habló de los atropellos legales permitidos gradualmente por el gobierno de Madrid y con el fin de educar a las nuevas generaciones con un espíritu abiertamente anticristiano...
En 1934 estalla la revolución de Asturias, bien preparada con su "ejército rojo", y durante ella fueron incendiadas numerosas iglesias, quedando destruida en gran parte la catedral de Oviedo... y fueron asesinados muchos sacerdotes... También fueron numerosos los templos arrasados por las mismas fechas en León, Galicia, Cataluña y Valencia...
En 1935 ardieron nuevas iglesias y conventos. En Zaragoza fueron quemados pasos de Semana Santa y en otros pueblos aragoneses, y también hubo imágenes destrozados y sepulturas violadas en Castellón y Andalucía...
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
En 1936 continuaron las quemas de iglesias y casas religiosas en casi toda España, y hubo atropellos de personas, crímenes y propagandas antirreligiosas y persecutorias, sembradoras de constante desconcierto y animosidades de unos contra otros. Todo esto motivó un levantamiento militar que empezó el 18 de julio con base en Africa al mando del general Francisco Franco, que más tarde sería nombrado el Generalísimo de los ejércitos, y al mismo tiempo se fue levantando el pueblo por tierras de Castilla la Vieja, León, Navarra, Aragón, Galicia y otras provincias más, las que quedaron bajo la llamada zona nacional.
Por no alargar este trabajo, que desearía fuese breve, se enfrentaron la zona nacional, y la que estaba bajo el régimen republicano (socialista y comunista), que se llamó zona roja, y así se entabló la guerra civil, que duró casi tres años hasta el l0. De abril de 1939, día de triunfo definitivo bajo las armas de Franco. Durante este tiempo el suelo español fue escenario sangriento de una lucha tenaz, en la que palmo a palmo se fueron ganando todos los pueblos de la nación hasta quedar unificados bajo la verdadera bandera nacional.
Por mi parte diré que a los pocos días de estallar la guerra, como fueran muchos voluntarios al frente de batalla con el grito "por Dios y por España" y pidieran sacerdotes o capellanes militares, entonces me decidí también a incorporarme a ellos, y advertiré que a la medida que íbamos tomando pueblos vi iglesias quemadas o convertidas en cuadras y garajes o destinadas a almacenes... Se habían profanado y a sus sacerdotes los habían asesinado. Al estallar la revolución, es cierto que hubo algunas muertes que son de lamentar en la zona nacional, pero su número fue muy corto e insignificante con relación a los de la zona roja donde por el odio a la religión quedaron profanados todos los templos, se asesinaron a obispos y millares de sacerdotes, como ya dije, y hubo muchos y verdaderos martirios.
En los diez primeros días de la revolución se produjo, en Barcelona solamente, el asesinato de 197 sacerdotes, y en proporción en otras provincias bajo el dominio rojo...
José Diaz, secretario general de la II Internacional en un mitin celebrado en Valencia el 5 de marzo de 1937 dijo: "En las provincias en que gobernamos, la Iglesia no existe. España ha sobrepasado en mucho la obra de los soviets, porque la Iglesia en España está hoy aniquilada" (Carreras. L.o.c.p.62) Breve historia de mártires españoles.
Después del resumen precedente que he hecho sin bajar a detalles, y sólo para que se vean las circunstancias en que se realizaron los casos de muertes ejemplares, que voy a describir, diré que mi intención es destacar solamente unos pocos de aquellos en que está comprobada la muerte por la confesión de la fe católica.
Fr. Justo Pérez de Urbel en su obra "Los mártires de la Iglesia", dice: "Cuando realmente se intente la historia exhaustiva, completa y rigurosa de los mártires españoles en la Cruzada, se ha de ver ciertamente que el 90 por 100 de los que sacrificaron su vida lo fue en virtud de sus creencias religiosas. El nueve, en virtud de sus creencias políticas. El resto, simplemente por la saña ciega de sus verdugos...
Algunos datos hemos podido reunir, pues las referencias acerca de nuestro tema se hallan en extremo fragmentadas, de nuestra afirmación anterior. Las cifras que siguen considérense, pues, como aproximadas. En Andalucía, el 75 por 100 de los crímenes cometidos lo fueron en olor de martirio cristiano, es decir, por testimoniar a Jesucristo. En Asturias — ¿quién no recuerda estremecido el sacrificio de los mártires de Turón? —, el 80. En Levante, el 60 o el 64. Y así podríamos ir señalando las restantes partes de España".
Según iremos viendo, los que se mantenían firmes en la fe sufrieron las torturas más variadas y refinadas, y bien podemos decir que muchos interrogatorios, no menos que la actitud valiente de los héroes, nos transportaron a los tiempos de las persecuciones romanas, quedando manifiesto en sus enemigos y perseguidores el odio a Dios, a Cristo y a su Iglesia.
Muchísimos fueron los asesinados, especialmente al comienzo de la revolución, y hubo de todas las clases: obispos, sacerdotes, religiosos, jóvenes, viejos, solteros y casados, hombres y mujeres, y continuaron en los años siguientes, y de entre todos estos hubo algunas muertes que nos hablan claramente de verdaderos martirios, como los calificó Pio XI, y de una verdadera cruzada nacional en defensa de los derechos de Dios y de su Iglesia.
Veamos ahora unos cuantos ejemplos entre los muchísimos existentes, y que pueden verse comprobados y de ellos nos hablan diversos martirologios escritos, especialmente los libros referidos en el prólogo.
Testimonio olvidado
Es bueno reconocer con Fr. Antonio de Lugo que "se cuentan por millares los jóvenes que ofrendaron sus vidas, a sabiendas que morían en defensa de su fe y de la fe de su pueblo. Los jóvenes hoy, en su mayoría, apenas conocen la epopeya de tantos mártires.
El intento de estos trabajos es hacer un buen servicio a la juventud actual. No llega fácilmente a todos lo que hay publicado sobre el particular, aun siendo bastante. Es lamentable que páginas tan bellas de la historia de la Iglesia y de España, escritas con sangre de mártires, queden sepultadas en el más reprobable de los olvidos.
De tantísimos casos iremos escogiendo algunos cuyo valor histórico está perfectamente comprobado, y que, además, sean motivo de edificación para los lectores. De ello puede resultar fortalecida nuestra fe, nuestro amor a Dios, a Cristo y a su Iglesia, y nos ayudará a dar gracias al Señor, dador de todo bien".
Empezaré por poner de relieve el testimonio de una juventud heroica.
JOVENES HEROICOS
1°. Bartolomé Blanco Márquez.
Este era un joven cordobés. Tenía 21 años. Lo más característico de su persona fue su condición de apóstol, primero en la Institución Social Obrera de Pozoblanco y luego como delegado del Sindicato Católico, cargo en el que puso a contribución un vigor, una soltura y unos conocimientos fuera de lo común. Fue prendido el 18 de agosto de 1936 y trasladado después a la cárcel de Jaén (donde se encontró con quince sacerdotes y otros muchos seglares fervorosos).
El fue llevado a la muerte el 2 de octubre, a los tres días de haber pasado por un juicio severísimo, donde dejó constancia inequívoca de sus creencias. Tanto el juez como el secretario del tribunal, no dudaron en demostrarle su admiración por las dotes personales que le adornaban y por la entereza con que profesó sus convicciones. Oyó al fiscal solicitar en su contra la pena capital y comentó, sin inmutarse, que nada tenía que alegar, pues, caso de conservar la vida, "seguiría la misma ejecutoria de católico militante"; todo comentario está de más.
Sus compañeros de prisión conservaron los emotivos detalles de su salida para la muerte, con los pies descalzos para parecerse aún más a Cristo en esta pequeña circunstancia. Al ponerle las esposas las besó con reverencia, dejando sorprendido al guardia que le maniataba. No aceptó, según le proponían, recibir la descarga de espaldas. "Quien muere por Cristo —dijo — debe hacerlo- de frente y con el pecho descubierto. ¡Viva Cristo Rey!", y cayó acribillado junto a una encina.
Cartas ejemplares de este joven
El P. Dionisio Rivas, en su libro Bética Mártir, publicó tres cartas de Bartolomé, dos a su familia y una a su novia, donde vuelca los elevados sentimientos de su noble alma. La primera la escribe al ser trasladado a la cárcel de Jaén, y dice así:
"Queridas tías y primos:
Noticias os llegarán de que me trasladan a Jaén.
Aunque no conozco a fondo los propósitos que tengan, los considero pésimos. Mi última voluntad es que nunca guardéis rencor a los que creáis culpables de lo que parece mi mal. Y digo así, porque el verdadero culpable soy yo, son mis pecados que me hacen reo de estos sacrificios. Bendecid a Dios que me proporciona estas ocasiones tan formidables para purificar mi alma. Os recomiendo que venguéis mi muerte con la venganza más cristiana: haciendo todo el bien que podáis por quienes creáis causa de proporcionarme una vida mejor. Yo los perdono de todo corazón, y pido a Dios que los perdone y los salve. Hasta la eternidad. Allí nos veremos todos, gracias a la misericordia divina.
Vuestro, Batolomé".
La segunda, también a su familia, la víspera de su fusilamiento, no es menos sublime:
"Prisión provincial de Jaén, 1 de octubre de 1936. Queridas tías y primos: Cuando me faltan horas para gozar de la inefable dicha de los bienaventurados, quiero dedicaros un último y postrero recuerdo con esta carta.
¡Qué muerte tan dulce la de este perseguido por Jesucristo! Dios me hace favores que no merezco, proporcionándome esta tan grande alegría de morir en su gracia. He encargado un ataúd a un funerario, y arreglado para que me entierren en nicho. Hago estas preparaciones con una tranquilidad absoluta, y claro está que esto, que sólo puede conseguirse con mis creencias cristianas, os lo explicaréis aún mejor cuando os diga que estoy acompañado de quince sacerdotes que endulzan mis últimos momentos con sus consuelos. Miro a la muerte de frente, y no me asusta, porque sé que el tribunal divino jamás se equivoca, y, que invocando la misericordia divina, conseguiré el perdón de mis culpas por los merecimientos de la pasión de Cristo...
Conozco a todos mis acusadores; día llegará en que vosotros también los conozcáis; pero en mi comportamiento habéis de encontrar ejemplo, no por ser mío, sino porque, muy cerca de la muerte, me siento también muy próximo a Dios nuestro Señor, y mi comportamiento con respecto a mis acusadores es de misericordia y perdón.
Sea ésta mi última voluntad: perdón, perdón y perdón, pero indulgencia que quiero que vaya acompañada de hacerles todo el bien posible. Así, pues, os pido que me venguéis con la venganza del cristiano: devolviéndoles mucho bien a quienes han intentado hacerme mal.
Si algunos de mis trabajos (fichas, documentos, artículos, etc.) interesan a alguien y pudieran servir para la propagación del catolicismo, entregádselos y que los use en provecho de la religión. No puedo dirigirme a ninguno de vosotros en particular, porque sería interminable. En general sólo quiero que continuéis como siempre, comportándoos como buenos católicos. Y, sobre todo, a mi ahijadita tratadla con el mayor esmero en cuanto a la educación; ya que no puedo cumplir con este deber de padrinazgo en la tierra, seré su padrino desde el cielo, e imploraré porque sea modelo de mujeres católicas y españolas.
Sí, cuando las circunstancias lleguen a normalizarse, podéis, haréis lo posible porque mis restos sean trasladados con los de mi madre; si ello significa un sacrificio grande, no lo hagáis. Nada más. Me parece que estoy en uno de mis frecuentes viajes; espero encontrarme con todos en el sitio a donde embarcaré dentro de poco, en el cielo. Allí os espero a todos y desde allí pediré por vuestra salvación.
Os sirva de tranquilidad el saber que la mía, en las últimas horas, es absoluta con mi confianza en Dios. Hasta el cielo. Os abraza a todos, Bartolomé.
La tercera, dirigida a su novia, con la misma serenidad y grandeza de alma que las anteriores:
"Prisión provincial de Jaén, 1 de octubre de 1936. Maruja del alma: Tu recuerdo me acompañará a la tumba; mientras haya un latido en mi corazón, éste palpitará en cariño para tí. Dios ha querido sublimar estos afectos terrenales, ennobleciéndolos, cuando nos amamos en El. Por eso, aunque en mis últimos días Dios es mi lumbrera y anhelo, no impide para que el recuerdo de la persona que más quiero me acompañe hasta la hora de la muerte.
Estoy asistido por muchos sacerdotes, que, cual bálsamo benéfico, van derramando los tesoros de la gracia dentro de mi alma, fortificándola. Miro a la muerte de cara, y en verdad te digo que no me asusta ni la temo. Mi sentencia en el tribunal de los hombres será mi mayor defensa en el tribunal de Dios; ellos, al querer denigrarme, me han ennoblecido; al querer sentenciarme. Me han absuelto, y al intentar perderme, me han salvado. ¿Me entiendes? Claro está, porque al matarme, me dan la verdadera vida, y al condenarme por defender siempre los altos ideales de Religión, Patria y Familia, me abren de par en par las puertas de los cielos.
Mis restos serán inhumados en un nicho de este cementerio de Jaén. Cuando me quedan pocas horas para el definitivo reposo, sólo quiero pedirte una cosa: Que en recuerdo del amor que nos tuvimos, y que en este momento se acrecienta, atiendas como objetivo principal a la salvación de tu alma, porque de esa manera conseguiremos reunirnos en el cielo, para toda la eternidad, donde nadie nos separará. ¡Hasta entonces, pues, Maruja de mi alma! No olvides que desde el cielo te miro, y procura ser modelo de mujeres cristianas, pues al final de la partida, de nada sirven los goces y bienes terrenales, si no acertamos a salvar el alma. Un pensamiento de reconocimiento para toda tu familia, y para ti todo mi amor sublimado en las horas de la muerte.
No me olvides, Maruja mía, y que mi recuerdo te sirva para tener presente que existe otra vida mejor, y que el conseguirla debe ser la máxima aspiración. Sé fuerte y rehace tu vida. Eres joven y. buena y tendrás la ayuda de Dios, que yo imploraré desde su Reino. Hasta la eternidad, donde continuaremos amándonos por los siglos de los siglos.
Bartolomé".
Bartolomé Blanco Márquez fué beatificadoel 28 de octubre de 2007 por S.S. Benedicto XVI- 25
2°. José María Corbin Ferrer
José María Corbin Ferrer, fue otro joven de 21 años cuyo proceso de beatificación ocurrió el 11 de marzo de 2001 por S.S. Juan Pablo II.Era antiguo alumno de los Hermanos Maristas, miembro muy activo de la Juventud de Acción Católica, de la Federación regional de Estudiantes católicos. Licenciado brillante en ciencias químicas con premio extraordinario, pensionado en la universidad de Verano de Santander... estallada la guerra no le fue posible reintegrarse a Valencia...
El 28 de agosto de 1936 cayó en manos de las milicias populares, fue detenido y acusado de que diariamente asistía a la Santa Misa en la Capilla de las Religiosas Esclavas del Sagrado Corazón de Santander, lo llevaron primero a la checa del Ayuntamiento... de allí, al buque prisión "Alfonso Pérez", donde su simpatía y piedad valiente le hicieron sobresalir entre un gran número de seglares... Solía repetir a sus compañeros: "Los que me quieran bien no me pueden desear mejor suerte; la España católica se cimentará con el sacrificio de nuestras vidas..." Tras unos meses de penoso cautiverio sufrió el martirio el 27 de diciembre de 1936. Testigos presenciales coinciden en sus declaraciones, que con sus últimas palabras, “Por Dios y por España y ¡Viva Cristo Rey!, José María Corbin Ferrer quiso darnos todo el significado de su muerte.
Tantas fueron las virtudes de José Maria Corbin Ferrer, que al ser exhumados sus restos, por deseo de su madre y hermanos y en presencia de los mismos de la Cripta del Santísimo Cristo, donde reposaban con los otros mártires inmolados, el 9 de diciembre de 1960 a cuya exhumación asistieron además de su madre y hermanos, el párroco D. Miguel Araonabeña como Delegado del Excmo.Sr. Obispo de la Diócesis don José Eguino y Trecu, el promotor de la Fe Don Joaquín Pelayo Toranzo y Don Blas Rodríguez como Notario, se extrajo el féretro que contenía el cadáver de nuestro mártir José Maria Corbin Ferrer y apareció el cuerpo completamente incorrupto. Aquella conservación se debía a un autentico milagro.
3°. Francisco Castelló Aleu,
Joven catalán, por ser católico militante y miembro activo de Acción Católica, fue llevado a la cárcel de Lérida. donde hacía meditación diaria valiéndose de textos de San Pablo que recordaba de memoria. Al saber que se había dictado contra él la pena de muerte, se preparó para ella. Su fe se revela en las siguientes cartas:
Decía así a una tía suya y a su hermana:
"Nunca he estado más tranquilo que ahora; tengo la seguridad de que esta nocheestaré con mis padres en el cielo. Allí os esperaré a vosotras. Yo voy con gusto a la muerte. He tenido una suerte inmensa, que no sé como agradecer a Dios"...
Un acento más conmovedor y heroico tienen las líneas dirigidas a su novia:
"Estimada Mariona: Nuestras vidas se unieron y Dios ha querido separarlas. A El ofrezco con toda sinceridad posible el amor que te tengo, un amor inmenso y puro. Siento tu desgracia, no la mía. Debes estar orgullosa: dos hermanos y tu prometido. ¡Pobre Mariona mía! Quisiera escribirte una carta triste, de despedida, pero no puedo. Me siento envuelto en ideas alegres, como un presentimiento de gloria. Una sola cosa he de decirte; cásate, si puedes, y desde el cielo bendeciré tu unión y tus hijos" (Informe diocesano de Lérida)
Durante casi dos meses conocerá la prisión en las edificaciones de la antigua catedral, entonces castillo militar; la prisión provincial desde el 12 de septiembre, y los mismos calabozos de la Pahería (ayuntamiento de Lleida) en el día de su juicio condenatorio. Lugares de estrechez de espacio, y hacinamiento que normalmente producen claustrofobia, tristeza y hasta desesperación. Las burlas, insultos y frases soeces de sus guardianes no faltan. Francisco da aliento a todos, es optimista desde su fe cristiana; con su enorme simpatía, promueve la alegría, concursos de distracción y hasta un diario humorístico para ayudar a aguantar la moral de los reclusos; en la prisión provincial hasta inventarán un espacio para jugar al frontón. 'Por la tarde teníamos una sentada en la que nos hablaba de por qué éramos cristianos y nos sentíamos católicos». Se preocupaba de los demás: «Enjugó lágrimas, fortaleció voluntades y consiguió la recuperación de no pocos que, en su tribulación, necesitaban la gracia de la consolación divina». La oración profunda y sentida, personal y colectiva, y la misma recepción del sacramento de la penitencia ya en la prisión provincial, serán el motor vital de la gracia que actuaba en él. El martirio de Francisco es conocido de una forma muy detallada por los diversos testimonios presenciales con que se cuenta; siguiendo estos testimonios, es impresionante su actitud y actividad.
Llegamos al 29 de septiembre de 1936.
Son sacados de la prisión provincial para tener un juicio sumarísimo ante un «Tribunal Popular». Son nueve imputados. El lugar del juicio, el histórico edificio de la Pahería. Si es de suma importancia el valor documental de las anteriores cartas, como espejo espiritual de quien la escribía, pero no obstante no le cede en interés y le aventaja en aroma martirial el texto del interrogatorio, a que fue sometido por el tribunal popular, y del que salió condenado a muerte:
Presidente: ¿Qué respondes a las pruebas que te acusan de fascista?
Castelló: Yo no soy fascista, ni he militado en partido alguno.
Fiscal: Tenemos pruebas. En tu domicilio y en el despacho, donde trabajabas hallamos libros y escritos que demuestran tu contacto con dos naciones fascistas.
Castelló: En mi casa y en los laboratorios de la fábrica sólo habréis encontrado libros de estudio. Por mi condición de químico estudiaba el italiano y el alemán, pues son dos idiomas imprescindibles paya tales ciencias. Y como no existen en Lérida profesores idóneos de estas asignaturas, para mayor facilidad tomaba las lecciones por radio. Las emisoras respectivas, como hacen otras inglesas y americanas, me enviaban folletos. No me movía otro afán que el de perfeccionarme en mi profesión.
Fiscal. En fin, terminemos: ¿eres católico?
Castelló: Sí, soy católico. La entereza y la gallardía de Francisco provocaron un estallido rumoroso e indescriptible entre los asistentes en el salón de actos de la Pahería y de ellos brotaron las palabras: «Inocente, libertad, perdón»; pero el fiscal pidió la pena de muerte. Al decirle el presidente que podía defenderse, Francisco respondió: "No hace falta, ¿para qué? Si el ser católico es un delito, acepto muy a gusto ser delincuente. pues la felicidad más grande que puede encontrar el hombre en este mundo es morir por Cristo. Y si mil vidas tuviera las daría sin dudar un momento por esta causa. Así que os agradezco la posibilidad que me ofrecéis para asegurar mi salvación" (informe diocesano de Lérida: Montero)
Por una estrecha escalera de caracol, los que habían sido juzgados fueron llevados a un lúgubre subterráneo donde fueron encerrados. Allí esperaron la sentencia: cada cual soltó lo que llevaba, menos Francisco que estaba muy sereno. Documentos en mano, bajaron unos del tribunal que les comunicaron que a dos habían conmutado la pena de muerte por cadena perpetua, a uno se le dejaba en libertad y Francisco con otros cinco habían sido condenados a la pena de muerte. Ejecución sumarísima a la vista.
Francisco sacó lápiz y papel y se sentó en un banco de piedra que hay en el calabozo y empezó a escribir. Tres cartas: a su novia, a las dos hermanas y la tía, y al jesuita su amigo (de las que hemos dado cuenta al principio). El Espíritu de Dios le llena en su plenitud, acepta voluntariamente en su corazón ser testigo de la fe. Son humanamente indescriptibles e incomprensibles. Cuando pasado un tiempo, llegan a las manos del papa Pío XI, después de leerlas, emocionado, se pone a llorar como un niño; su secretario, Eugenio Pacelli, futuro Pío XII las quiere recoger para colocarlas en el lugar correspondiente, pero el papa le dice que no quiere desprenderse de ellas. Pío XI vio en Francisco al héroe cristiano de la Acción Católica.
Hacia las once de la noche se abrió la puerta trasera del palacio municipal por donde salieron los condenados a muerte, maniatados, formando parejas. Castelló la formaba con el ferroviario Miret. Subieron a un camión descubierto y fuertemente custodiado. El chófer puso en marcha el vehículo y he aquí que aquellos hombres, incitados por nuestro héroe, pusieron en sus labios un canto de fe y de esperanza : ''Crec en un Déu...>. , el Credo popular catalán de Romeu, y el himno de perseverancia: »Amunt, germans, fem p ostra via...» (»¡Arriba!, hermanos, hagamos nuestro camino, Jesús, nuestro Rey nos precede....>). Algunos milicianos les abofetearon mandándoles cesar de cantar. El conductor paró e increpó a los milicianos que respetasen la valentía de aquellos hombres; de lo contrario, él no conduciría el camión. Le hicieron caso. Francisco advirtió a quien le había pegado: <,Te perdono, porque no sabes lo que haces».
Conocemos los detalles de su inmolación. Enrique Fola, encargado de la gasolinera que hay junto al cementerio, fue enviado por su hermana Teresa y portaba una de las farolas que daban luz en aquella noche de crimen. Francisco, cuando pasó junto a él le dio el adiós de amigo. Los alinearon horizontalmente en el escenario de las ejecuciones del cementerio de Lleida.
Frente al pelotón, quebrando el silencio, Francisco dijo: ¡Un momento, por favor! Os perdono a todos. Hasta la eternidad». Juntó las manos, y dirigiendo sus ojos al cielo, salió una oración personal silenciosa de sus labios.
Los fusiles entraron en acción y ahogaron un vibrante Viva Cristo Rey». Sus cuerpos fueron echados a la fosa común, la misma que hacía poco tiempo había recibido el cuerpo sin vida del obispo diocesano, de muchos sacerdotes y seglares que habían cometido el delito de asistir a misa los domingos.
Por su vida y martirio, el joven Francisco Castelló Aleu tiene el culto de beato desde el día 11 de marzo de 2001, de acuerdo con el decreto publicado por el papa Juan Pablo II. Dentro del culto restringido que se da a los beatos, su Alicante natal y Lleida, lugar de su martirio, celebran el Dies natalis el 28 de septiembre.
4º. José Espinosa Martínez.
Este joven, según el Doctor Sanchez Ocaña en su obra "Muertes gloriosas", fue un "alma de Dios". Una de esas almas ante las que el mundo pasa desdeñoso...; nacido en Alquerías (Murcia). de muy humilde condición, donde la pobreza hacía sentir todos los días sus rigores y estrecheces... era admirable el intenso espíritu de piedad que se despertó en él desde sus más tiernos años...
Para comulgar diariamente debía recorrer una distancia de cuatro kilómetros desde su casa hasta la Iglesia._ y aun de noche volvía para rezar el Rosario... A los dieciocho años ingresó en el seminario Menor de San José... Se encontraba en casa de sus padres. ocupado en las faenas de la huerta, cuando en marzo del 37 fue llamado a filas y destinado a la 107 Brigada Mixta. Pronto se destacó por su virtud, y el día 8 de diciembre del. mismo año fue reducido a prisión con otros compañeros igualmente sospechosos, y condenados a muerte.
Ante el piquete se dirigió al capitán que mandaba el pelotón pidiéndole con emocionado encarecimiento el perdón de sus compañeros, que él, con gusto, moría por todos. El capitán se mostró conmovido por este rasgo de abnegada generosidad. Pero antes de que se diese la voz de "¡fuego!", José habló de nuevo para decir: "Muero nada más que por ser católico y seminarista... ¡Viva Cristo Rey!"
5º. Marino Olmo Martínez-Pantoja.
En el "Martirologio de Cuenca" del Doctor Cirac, se dice que este joven se distinguió siempre por su moralidad sin mancilla, por su conducta intachable, por su conciencia delicada y por fe vivísima; asistía a Misa, frecuentaba los sacramentos, pertenecía a la Adoración Nocturna, y trabajó por el triunfo de los católicos movido por la fe y el más alto patriotismo.
Detenido por los rojos, apenas iniciado el Movimiento Nacional, fue cruelmente atormentado con gran refinamiento, manifestando su conformidad y resignación, como también su caridad cristiana, cuando perdonaba con gran generosidad a sus verdugos, y cuando más lo maltrataban, con mayor espíritu de caridad perdonaba.
En los últimos momentos pidió a los rojos que le concedieran unos minutos para reconciliarse y, sin preocuparse de sí mismo, solicitó clemencia para uno de los condenados.
Poco antes de morir abrazó a su asesino y le perdonó diciéndole: "Te agradezco que me abras las puertas del cielo". Cuando llegó el momento cruzó las manos sobre el pecho, fijó la mirada en el cielo y, con el pensamiento y el corazón puesto en Dios, presentó el pecho a las balas de los impíos, "siendo la admiración de los mismos verdugos". Marino fue asesinado juntamente con su hermano Enrique. Este fue muy atormentado por los rojos, y según declaración posterior de uno de éstos dijo que su frase favorita era ésta: "Todo lo sufro por Nuestro Señor", y poco antes de morir, dijo así a sus asesinos que le prohibían hablar: "No podéis impedir que yo grite: "¡Viva Cristo Rey y Arriba España!". Ambos fueron asesinados el 22 de agosto de 1936.
6°. Don Faustino Muñoz Parra,
Casado con dos hijos, vivía en un pueblo pequeño, Barajas de Melo (Cuenca), donde tenía un bar que él mismo atendía. Era una persona ejemplarísima en todos los órdenes, católico práctico, confesando siempre a Cristo. Su' mayor interés era hacer limosna a los pobres y favores a todos los del pueblo. Su esposa confiesa que desde que vino la República empezó a acrisolarse en su apostolado, y a mi a instruirme en las y alentarme a morir antes que negar que soy católica.
Cuando vio por las calles, revestidos con los ornamentos sagrados, a los profanadores sacrílegos de la Iglesia, que iban destrozando la custodia y el palio, y mofándose de la religión, corrió a su casa, se encerró en ella, se puso de rodillas en cruz, y rezó veinte Avemarías para que el Señor les perdonase, porque no saben lo que hacen...
Decía a su esposa: "estoy pidiendo al Señor morir por El... así que si me lo concede es lo que merezco, y si esto sucede, no te aflijas, no te muevas, de tu casa con tus hijos, no te ocupes de recoger mi cadáver, que es materia; lo importante es morir bien, y yo moriré bien, aunque sea en un muladar. Y no te angusties tú ni los chicos, que si esto sucede El, que lo permite, velará por vosotros con más vigilancia que yo. Que los chicos no vayan a la escuela roja. Que los hijos de un católico no deben ir a ella. Y procura tu recordarles la existencia de Dios, que si no dentro de poco olvidarán todo, que no nos hace falta que sean sabios, nada más que se salven. Mira que sencillo es, tú misma los puedes enseñar... No les permitas que blasfemen... Que tú tienes que ser la madre de los Macabeos...".
Al enterarse de que en el pueblo no había azúcar, ofreció para los enfermos y los niños cuatro o cinco mil estuches que él tenía...
Cierta noche se le presentaron en casa unos marxistas para que los convidara, y le dijeron que si blasfemaba con ellos no le pasaría nada; entonces él les mostró el pecho, abriendo la camisa, y les dijo: "Me cosas santas matáis, que yo no blasfemo, por nada ni por nadie... Tengo solamente una vida, pero aunque tuviera cuarenta, disponed de ellas, porque lo que pretendéis nunca lo conseguiréis de mí...". Después corrió la misma suerte que los otros mártires del pueblo". (Este y otros muchos casos de muertes ejemplares pueden verse en el numeroso y selecto martirologio de la diócesis de Cuenca).
SACERDOTES MARTIRES
7°. Don Vicente Valero Almudever.
Cura ecónomo de Puzol (Valencia), fue detenido en Valencia el 17 de agosto de 1936, en el domicilio de una familia que lo había acogido; lo llevaron a Puzol, según dijeron para hacerle unas preguntas, y dice el Doctor José Zahonero en su obra "Sacerdotes Mártires" lo siguiente: "Cuando el día 17 llegó Don. Vicente a la residencia del Comité de Puzol, se le maltrató cruelmente a puñetazos y patadas, martirizándole largo rato, e incluso se le pinchó con aguja alpargatera para que confesara donde había escondido la imagen de la Patrona, y al no conseguirlo siguieron con los insultos y palos, haciéndole vaciar la letrina.
Le llaman otra vez: "Ahora has de blasfemar", le dicen, y contesta: "Antes me cortaréis la lengua". Le dan otra paliza. La sangre mana a borbotones de su boca; "Blasfema o te mataremos." "Matadme si queréis, pero no blasfemaré jamás". Siguen los atroces golpes... y nada. En vista de ello lo llevaron por el camino de Barcelona a la entrada de la hijuela de Rafelbuñol, y allí, luego de decir, "os perdono" y besar su mano, se apartó un poco de ellos, para que pudieran matarle, y les dijo dulcemente: "Cuando ustedes quieran", y sonó la descarga que lo mató. Uno de ellos, al darle el tiro de gracia, exclamó: "Hemos matado un santo".
8°. Don. Rogelio Chillida Mañes
Canónigo Magistral, cayó acribillado en aquellos días en compañía de otro sacerdote y dos religiosas, por las ametralladoras cuando vitoreaban a Cristo Rey.
Antes de la ejecución tuvo lugar una escena admirable. Don Rogelio Chillida, que en ningún momento había perdido su serenidad asombrosa, solicitó de sus verdugos que le fuera indicado cuál de ellos iba a matarle, y cuando uno de aquellos infelices se adelantó hacia él, estrechándole la mano, le dijo: "Te estrecho la mano, para que sepas que te perdono. Pero antes de morir quiero deciros que, por cada gota de sangre que derramemos, dentro de diez años habrá un sacerdote en España".
9°. Don Ricardo Pla Espí.
Era valenciano y canónigo de Toledo. Fue detenido por el "pelotón de la muerte" en Toledo el 28 de julio del 36, que, "irrumpe en su domicilio, preguntando por "el cura". El, que estaba sentado junto a su padre, se levanta muy resuelto y contesta: "Yo soy", y como viesen que dudaban, les dijo: "El sacerdote soy yo; éste es mi padre"... Acordaron que pasara la noche con sus padres y al día siguiente volverían
Le respondieron que no. Desde el umbral de la puerta dirige la mirada serena a sus padres diciéndoles: Madre, ¿usted no me ha criado para el cielo?". Su madre contestó: "Sí, hijo mío". "Pues esta es la hora". "No merecía yo tanto; Dios me premia con largueza al concederme la palma del martirio". Su madre, viéndolo llevado a empujones por la horda, aún le dijo: "Hijo mío, mucho valor para sufrir, pero mucho amor para perdonar". Y en el lugar denominado El 30 por la tarde llegó su hora... Preguntó a los milicianos: ¿puedo despedirme de mis padres?, y "Paseo del Tránsito" cayó acribillado a tiros, por la espalda, no sin antes gritar fervorosamente: "¡Viva Cristo Rey!" (J. Zahonero, en su obra "Sacerdotes Mártires")
10°. Don Tomás Capdevila Miguel
Sacerdote de treinta y tres años. De él escribe el Dr. Don. Juan Serra, en su libro "Víctimas Sacerdotales" del Arzobispado de Tarragona: "El lugar donde fue capturado dista de la casa del Comité unos tres kilómetros con un desnivel superior a 200 metros, lo que dio tiempo para que todo el vecindario percatado de cuanto ocurría, acudiera a la puerta del Comité, donde pudo contemplar cómo la víctima abrazó a su madre y a su sobrinito, recibiendo éste palabras de consuelo, y la madre el ruego de que perdonara a sus perseguidores. Bruscamente y con malas palabras fue arrancado de los brazos de su madre y, a empujones, internado en la residencia del Comité, en cuya oficina se reunió el pleno de los elementos revolucionarios, dirigidos por un agitador forastero... Serían aproximadamente las nueve y media de la noche, cuando atado de pies y manos, le subieron en un auto guardado por cinco o seis desalmados, dándole el alta otro coche. Entonces empezó el cruento martirio, por espacio de hora y media que duró el trayecto que separa el pueblo de Forés del de Solivella, amputándole la lengua y los miembros genitales, sacándole los ojos y fracturándole de un porrazo la clavícula izquierda; iba desangrándose poco a poco, de tal suerte que llegó a este pueblo tan exhausto que permaneció sin conocimiento una media hora en la plaza Mayor.
Puesta de nuevo en marcha la macabra comitiva, se encaminaron al cementerio, precipitándole por un terraplén como quien echa un fardo en basura..., eran las once de la noche del 6 de septiembre del 36".
No le pudo caber mejor muerte; como sacerdote de Cristo hizo de sí, por su inmolación cruenta. una víctima que unida a la del Calvario, se convirtió en oblación grata a Dios. Era "Sacerdote y víctima", el ideal más acabado del sacerdote católico; su identificación con Cristo Sumo y Eterno Sacerdote. estaba lograda.
11°. Don Fortunato Arias Sánchez
Sacerdote que padeció martirio en la diócesis de Murcia el 12 de septiembre de 1936. De él. lee en el libro citado: "Muertes gloriosas": "Porque apenas llevaría un año al frente de su nueva parroquia, cuando sobrevino al Alzamiento Nacional, secundado en los primeros tiempos de Hellín, como en toda la provincia de Albacete..., y aunque por el escaso tiempo que llevaba en el pueblo, y por su nativa bondad, no podía haberprovocado enemistades y odios contra su persona, sin embargo, no tardó en verse envuelto en la general persecución de que fueron víctimas la mayor parte de los sacerdotes... Durante el mes de agosto de aquel mismo año 36, fue reducido a prisión, sin que podamos señalar el día con seguridad de acierto. Tal vez estaba preso cuando escribió a su hermano Félix, con fecha 26 de agosto, la hermosísima carta de la que entresacamos estos párrafos, dignos de la pluma de un San Ignacio de Antioquía o de un Santo Tomás Moro:
"Desde mi última carta, las cosas han cambiado notablemente, y hoy sospecho con sobrada razón que me quedan pocas horas de vida. Perdono a todos los que sean o hayan de ser causantes o cómplices de mi muerte. Perdonadlos vosotros también, como nos manda la ley cristiana que profesamos. Que Dios acepte nuestros sacrificios y nuestra vida para que todos se conviertan y vivan.
No recuerdo haber dado ocasión a que se me persiga, y me satisface pensar que la causa única de todo es mi carácter sacerdotal. Morir así es un verdadero y glorioso martirio ¿Qué mejor suerte podía yo imaginar? No tengáis pena por mí. Encomendadme a Dios, y quiera El que nos juntemos en el cielo, bendiciendo allí los caminos secretos de su misericordia.
Que seáis siempre buenos cristianos, y procuréis que lo sean también vuestros hijos toda vuestra casa. Si en alguno de los pequeños vierais aptitudes para ser sacerdote, haced lo posible porque lo sea".
Bien entrada la noche del día 11 de septiembre, unos milicianos le sacan de la prisión y en un automóvil le conducen a las afueras de la ciudad, al sitio denominado "Cañada de los pozos", donde tiene lugar una escena conmovedora... Al descender del coche, Don Fortunato les pregunta cuál de ellos le va a matar, y al que responde que él, largándole su reloj, le dice: "Pues toma este reloj como recuerdo. Sólo te pido que me dejes morir besando esta cruz...", y poniéndose de rodillas y besando el Crucifijo, que luego de haberlo besado estrecha fuertemente contra el pecho, pronuncia estas palabras, las últimas que de sus labios habían de salir en la tierra: "Que Dios os perdone, como os perdono yo. ¡Viva Cristo Rey!". E inmediatamente tres balas atraviesan sus sienes. Tan fuertemente tenía apretado el crucifijo que, ni después de muerto, se lo pudieron arrancar de las manos.
CASTIDAD Y MARTIRIO
12) Fernano Saperas
Este era un joven coadjutor de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. y uno de los 1 17 miembros que componían la Comunidad Claretiana de la Universidad de Cervera. (Casi todos fueron martirizados en Barbastro, unos en grupos y otros aisladamente). El hermano Saperas. después de dos semanas, fue detenido en "La Rabassa, oscuro caserío cercano a "Mas Claret", hubo de subir con los milicianos y con Bofarull, dueño del caserío, al auto que los condujo a todos a Cervera. Por el camino, según explica Bofarull, quisieron obligar al hermano a blasfemar, el les había dicho antes que era un jornalero que buscaba trabajo para ganarse la vida…,
“Te llevaremos a una casa de prostitución, y allí…”“Eso jamás…”.
Viendo que en el coche no conseguían nada, un poco más adelante lo hicieron bajar, lo desnudaron de nuevo y repitieron la orden con amenaza de muerte… “Matadme cuando queráis, pero eso, ¡No!...” El hermano braceaba con todo su vigor, y cuando le vencían las musculaturas de los otros, se oía su voz firme y jadeante: “Matadme, pero no coneguiréis nada más…”.
Cuando se hubieron cansado, volvieron al coche…, y al llegar a Cervera el hermano comió con los milicianos, que pretendían emborracharlo, y después lo llevaron aquella tarde, por dos o tres prostíbulos, empleando ellos todos los medios imaginables para derrocar la virtud del casto religioso…
Se le atromentó con verdadera saña y encono…, y sabemos que las mismas prostitutas tuvieron que volver por los fueros de la humanidad y el decoro: “Si él no quiere, dejadlo, no lo atormentéis de esa manera…” Todavía le llevaron a Tárrega, para probar fortuna en sus prostíbulos... En esas infames tentativas se gastó toda la tarde y toda la noche, durante las cuales aquel valiente atleta de la Virgen tuvo tiempo de sufrir muchas injurias. Faltábale, sin embargo. la última y más gentil. Al amanecer del día 13 lo llevaron al cementerio de Tárrega con el despecho y rabia, que les reventaba en el cuerpo. En presencia de los que le iban a asesinar, el hermano, según dice un testigo, pidió permiso para hablar, y repitió entonces tres veces: "Padre, perdónales. que no saben lo que hacen", terminando también, como el Divino Maestro, con un grito vigoroso y triunfal de "¡Viva la Religión!" que resonó entre los cipreses, confundido ya con las descargas de los fusiles.
Nota: También los milicianos animaron a los jóvenes religiosos estudiantes del Colegio de Barbastro a que apostatasen para salvar sus vidas. y al ver que no lo lograban, intentaron quebrar la integridad de su castidad consagrada, y a este fin los incitaban a una vida licenciosa, animándolos a que hicieran buen rostro a las mujeres que introducían en la prisión, y todo era con el ánimo de corromper a aquellos muchachos, que resistieron valientes, firmes a su fe, y decididos a no traicionar las promesas hechas a Dios el día de su profesión. Y muchos sólo por la causa de ser religiosos o sacerdotes fueron asesinados por aquellos días.
13°. Andrés Molina.
Joven sacerdote granadino, de 27 años, fiel a la palabra dada a su Señor, supo mantenerla incluso ante la muerte. Regía las parroquias de Instinción y Ragel, en la provincia de Almería. De él publica Monseñor Montero, en su obra sobre la persecución religiosa en España, la siguiente carta, que es la última:
"Instinción, 16 de septiembre de 1936. —¡Viva el Sagrado Corazón de Jesús!.
"Muy queridísima madre y hermanos. Estas letras quiero que sean de despedida, que espero les entregará mi muy estimado amigo don Luis, para que se consuele lo mismo usted que mis hermanos y toda la familia. Termina de decirme esta pobre gente, que compadezco y perdono de todo corazón, que si quiero librar mi vida tengo que casarme, y si no lo hago me matan, y yo, pensando no en esta vida sino en la otra que es la verdadera vida, les he contestado que prefiero que me maten, antes de renegar de nuestra santa Religión, y espero en N.S. Jesucristo, y en nuestra Madre la Santísima Virgen, que me dará fuerzas para dar la vida por Dios, lo mismo que lo han hecho ya otros compañeros y lo hicieron innumerables mártires.
Madre muy querida y hermanos muy amados, no tengáis pena porque me hayan matado; lo contrario dad muchas gracias a Dios nuestro Señor, porque me ha elegido para ser mártir y desde el cielo pediré por todos vosotros y por todos los de la familia; si aquí, en la presente vida, no he tenido la dicha de abrazaros, en el cielo espero para darnos el abrazo eterno y reinar y gozar eternamente con Nuestro Señor, la Santísima Virgen y demás santos escogidos.
Madre queridísima, no tenga pena, le repito; al contrario debe estar usted muy orgullosa, porque es usted madre de un mártir; y a vosotros, hermanos, digo lo mismo, sois hermanos de un mártir que desde el cielo vela por vosotros, y todos mis queridísimos sobrinos.
Para terminar quiero daros algunos consejos: sed siempre muy buenos católicos; amad cada día con un amor más grande a Nuestro Señor y a nuestra Madre, la Santísima Virgen, y si algún día estuviereis en el trance que me encuentro yo: renegar de Dios o dar la vida, dad la vida mil veces, antes que renegar y ofender a Dios, porque así debemos ser, pensando que los sufrimientos pasarán y el premio será eterno. Adiós, madre mía; un abrazo te envía, y lo mismo a Santiago, a todos mis hermanos y a toda mi familia. Que así sea y que pronto nos veamos en el cielo.
Su hijo y hermano. Andrés Molina" (Del informe diocesano de Granada).
MUJERES DE GRAN TEMPLE CRISTIANO
14°. María de la Piedad
Joven de 27 años, residía en Villanueva de Alcardete, provincia de Toledo y diócesis de Cuenca. Se distinguió siempre por la práctica de sus virtudes cristianas: humildad, caridad, sencillez, modestia, etc. Era respetada y querida por sus virtudes y su candor. Fue elegida Presidenta de las Hijas de María, y desempeñaba este cargo cuando la llamó el Señor a la gloria del martirio por la virginidad y por la fe. En los registros de su casa por los milicianos hubo de sufrir muchas vejaciones y malos tratos, pero no consiguieron ni con malos tratos ni con amenazas, ni con promesas, ni por la violencia, mancillar un punto siquiera la pureza de María de la Piedad.
El día 5 de septiembre de 1936, con el permiso y salvo conductos, ella y su madre se trasladaban a Madrid; en otro coche las siguieron unos milicianos, armados hasta los dientes... Al llegar a El Luján, casa de campo, en el cruce de las carreteras de Carrascosa a Villanueva, las en el cruce de las carreteras de Carrascosa a Villanueva, las hicieron bajar del coche, las maniataron..., le rasgaron los vestidos, y siempre llorando y resistiendo ella, pero dominada por la fuerza salvaje de aquellos energúmenos, quebraron el vaso de pureza de la virgen y mártir, sucediéndose unos a otros en aquel cadáver, abandonado ya por el alma... Así, en presencia de su madre y en manos de aquellos bárbaros, terminó su vida María de la Piedad, uniendo en sus manos las palmas de la virginidad y del martirio... Es modelo y símbolo de la joven casta, fuerte, piadosa y española... Después asesinaron a su madre, la misma noche del día 5 de septiembre de 1936".
15. Doña Felícitas de Lara
Vivía en el pueblo llamado Miguel Esteban, provincia de Toledo y diócesis de Cuenca, era esposa de Julián Moreno, herrero de profesión, honrada y muy cristiana, de buenos sentimientos.
Después de haber asesinado a su esposo, al que maltrataron y apalearon cruelmente en la plaza del pueblo, y también martirizaron a sus dos hijos, ella fue detenida el 23 de agosto de 1936, encerrada en la cárcel, instalada en la Iglesia, donde estuvo dos meses. hasta que la trasladaron al cuartel de la Guardia Civil. Allí la maltrataron y la injuriaron de la manera más soez y salvaje, sin respeto a su condición, ni a su edad. ni a su dolor de esposa y madre sacrificada en lo más íntimo de su corazón. Después de cometer con ella toda clase de salvajismos humanos, que la pluma se resiste a escribir, fue asesinada ocultamente. en medio de la noche. en el cementerio de Quero, a los tres meses de un martirio abominable y repugnante. que resistió sin vacilación ni cobardía, como la mujer fuerte y honrada, cristiana y española digna de memoria eterna, en alabanza suya, para baldón del régimen rojo, y para ejemplo de la mujer cristiana, española y digna de su honor. Parece confirmarse de que fue enterrada viva".
RELIGIOSAS MARTIRIZADAS
16. Sor María del Patrocinio de San José Badía
Carmelita calzada de clausura del Convento de la Presentación de Vich. Hay en ella una biografía con el título de "La azucena de Vich". A sus dos años largos de la profesión, sobrevino la revolución que asoló a España, y la Comunidad de Carmelitas tuvo que abandonar precipitadamente el Convento, el cual a las pocas horas era pasto de las llamas. Ella acudió el 13 de agosto, por mandato de la Madre Superiora, a una casa cuyos dueños habían dado refugio a varios sacerdotes y religiosas. Llegó en el preciso momento en que los milicianos registraban la casa y buscaban a un sacerdote en ella escondido. Pudo haber pasado inadvertida si sus treinta y tres años y su belleza física no hubieran despertado la atención de aquellos criminales. "Eres monja?" "Sí': respondió ella, ¿Y por qué entraste?" "Para seguir mi vocación".
Después de algunas preguntas más, acompañadas por gestos procaces, fue metida en un auto fantasma, con cuatro milicianos armados, y en coche aparte marchaban custodiados dos sacerdotes, el Vicario General de la Diócesis doctor Jaime Serra, figura benemérita de 89 años, y el párroco de Arlés.
Llegados al punto de la carretera que roza las paredes del templo de Riudeperas, la arrancaron violentamente del auto, ante las protestas suyas de "eso, jamás"; "antes morir"; en su presencia asesinaron a los dos sacerdotes, y al intentar ella huir para no ser atropellada en la angelical virtud, fue materialmente acribillada por más de treinta balazos, estrechando fuertemente en su mano derecha el Crucifijo, según se comprobó a la mañana siguiente. Sus restos mortales, exhumados al brillar el sol de la paz, descansan interinamente en un modesto nicho del cementerio de la citada parroquia de Ríudeperas". Fue virgen y mártir.
17.Sor Martina Vázquez
Hija de la Caridad de San Vicente, era castellana de pura cepa; mujer fuerte, de temple diamantino...; de ella se dice que "era una institución". Sor Martina era, en efecto, una mujer extraordinaria... Así nos la presenta el Padre Elías Fuente, en su obra "Paúles e Hijas de la Caridad, mártires". y el Padre Besalduch O. C. Este dice “Al preguntar por ella, las Hermanas les hicieron saber que se encontraba ya unos días en cama con un fuerte constipado que le había producido un vómito de sangre y que además era diabética...
Una vez en presencia de Sor Martina, uno de los dos criminales dijo: "Venimos por ti, para llevarte a Castellón a declarar". Sor Martina le atajó con estas palabras que dan la tónica de su viril temple: "¿Venís por mí para llevarme a declarar o venís a matarme?". El más criminal contestó: "Nosotros no matamos a nadie... Vosotras sois las que matáis... Levántate y vístete enseguida". Las buenas religiosas tuvieron una idea feliz: "Nosotras, dijeron a los criminales, iremos a declarar por la enferma Sor Martina... al menos permitan que la acompañemos... y si es que ustedes vienen por la superiora para matarla, la Superiora no es ella, soy yo...", agregó Sor Ignacia...
Sor Martina acababa de vestirse en su preciado Hábito de Paúla... La debilidad física de la víctima apenas le permitía dar un paso... Ya en la puerta de la calle, Sor Martina puso en la frente de cada una de sus Hermanas un beso efusivo y se despidió de ellas con estas palabras: "Adiós. hasta el cielo"... Un minuto después, el coche de la muerte se ponía en marcha, con rumbo desconocido para Sor Martina.
Al llegar a la entrada de Algar, Sor Martina dijo a los de su escolta: "¿Me vais a matar?" y como contestasen que sí, añadió: "Pues no es menester pasar más adelante: aquí mismo"... Paró el vehículo, la apearon y la colocaron junto al tronco de un algarrobo... Rechazó la sugerencia de ponerse de espaldas, diciendo, que "ponerse de espaldas a la muerte es de cobardes"... Luego añadió: "Yo quiero ver la cara de los que me matan, que son los mismos a quienes yo tantas veces les he matado el hambre"...
Debe saber el lector que al más criminal Sor Mar tina le había socorrido espléndidamente en el comedor de Caridad no hacía mucho tiempo... A otro de los que iban a fusilarla le había favorecido con el socorro de la "Gota de leche", para un hijo suyo... Ya estaban las armas en ristre, cuando Sor Martina les pidió una brevísima tregua diciendo: "Esperad un poco"... Sacó del bolsillo una pilita de agua bendita de plata y de forma cilíndrica; destornilló serenamente el taponcito, aplicó a él la yema del dedo pulgar de la mano derecha, se santiguó diciendo tranquila y fervorosamente: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén". Al punto dijo: "Ya podéis tirar"... Sonó la descarga y se desplomó aquel cuerpo que parecía siempre de coloso retador"...
El más criminal se acercó a la víctima agonizante por ver si llevaba encima dinero o alhajas... y dijo: "Bah, esta monja no lleva más que rosarios"...
Al terminar este espeluznante relato, nos dice el P. Besalduch, que quiere dejar constancia de que "el más criminal" fue más tarde uno de los reos condenados a muerte, a quien asistimos dice, en el acto de su ejecución; que murió, como los demás, muy arrepentido, después de haberse confesado y con el santo escapulario en el pecho.
18. Dolores Pujalte Sánchez y Madre Francisca Aldea
La religiosa Rita Dolores de 83 años y su compañera de martirio Madre Francisca Aldea, de 54 años, prestaban sus servicios de caridad en favor de unos mil niños de la barriada de Ventas de Madrid, las llevaron en un coche hasta el pueblo de Canillejas, y a la salida junto al arranque de la carretera de Barajas, bajan del coche a las dos monjas, las ordenan dar unos pasos, y disparan. Cada una recibió nueve tiros, y ambas murieron instantáneamente. De un informe del Instituto de Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús, al que pertenecían las víctimas, transcribe el doctor Montero: "Los facultativos, el ayudante (que practicaron la autopsia) y hasta la misma gente de la chusma allí presente, recibieron como obsequio de las dos presuntas mártires un olor a esencia muy exquisito; tal que nunca lo han vuelto a percibir, ni parecido siquiera, y así han querido hacerlo constar en el proceso de beatificación que se sigue a estas dos siervas de Dios".
Nota: Muchas personas fueron asesinadas en aquella revolución y hasta comunidades de religiosas enteras, como al final indicaré; mas aquí sólo quiero hacer señalar como una Comunidad de Carmelitas Descalzas, las del Cerro de los Ángeles se salvaron de un modo que tiene algo de milagroso, dadas las circunstancias que se dieron con otras religiosas. "El Informe de las Carmelitas. Descalzas de la Provincia de Castilla", hace relación del registro que hubieron de padecer dichas monjas, en su refugio de la calle de Claudio Coello (Madrid): "Antes de salir del piso. el caporal de la cuadrilla, vivamente impresionado de lo que acababa de ver, les dijo que "no se explicaba como en medio de tanto peligro y pobreza podían tener tanta alegría, porque ustedes dense cuenta que, si ahora mismo quisiéramos, las fusilábamos". ¡Todo eso lo hace Dios!, contestó la Priora... ¡Qué mejor dicha podríamos tener que dar la vida por El!
Como vieran que tenían que dormir en el suelo, les manifestaron que ellos no podían consentirlo, y después les enviaron unos colchones. Al tiempo de despedirse, las religiosas les dijeron que pedirían mucho a Dios por su conversión... sólo uno dijo que no creía en El, que no le encomendaran... Después de algún tiempo las visitó de nuevo el que hizo de jefe en el registro anterior, acompañado de otro miliciano rojo...
Las carmelitas, intrépidas hijas de Santa Teresa, se pusieron a hablar de la vida religiosa, y otra vez manifestó el caporal dicho, su asombro al verlas de nuevo tan tranquilas y contentas. ¡Dios lo hace!, dijeron las religiosas.
Poco les importaría, continuó diciendo, lo que nosotros les comuniquemos, puesto que están deseando el martirio. Le interrumpió el compañero, que dijo, aludiendo a las religiosas: Puede ser que no tarden mucho en serio. La Madre Priora muy amablemente, indicó a las religiosas que le cantaran la coplilla que tenían compuesta para el martirio, que decía de esta manera:
“Si el martirio conseguimos. que mejor felicidad; beber con Jesús el cáliz, y después con El gozar”.
Al oírlo cantar, el verdugo mejoró de rostro y se puso más humano. Por fin se fueron, sin más novedad. Las religiosas salieron todas juntas de Madrid, en septiembre de 1937 y pasaron por Francia a la España Nacional.
RELIGIOSOS MARTIRIZADOS
19. P. José Mª Mateos Carballido.
Prior de los Carmelitas Calzados del Colegio de Montoro (Córdoba), sabio y ejemplar religioso, en las horas tan llenas de sobresaltos, y en medio del ambiente denso de inquietud en que vivía con sus religiosos, quiso superarse revistiéndose de la fortaleza propia de los mártires, y cuando le preguntaban que porqué no se marchaba de Montoro en aquella situación, contestó con estas ponderadas palabras que se pueden considerar como una cláusula de su testamento espiritual: "Nunca ningún santo huyó del martirio. Si me matan será por el reino de Dios. Y no seré yo ni el primero ni el último mártir. A otros muchos han matado por predicar la doctrina de Jesucristo. ¿Qué me importa que me maten a mí...?".
Con estas bellas expresiones, y más aún su conducta, quería el santo religioso hacer bueno el refrán: "Al mal tiempo, buena cara".
El 20 de julio, cuando el día comenzaba a clarear sonaban unas voces que quebrantaron el silencio de la oración, entre las que destacaban hirientes blasfemias y terroríficas amenazas. ¡Abrid la puerta que le pegamos fuego! Y como los buenos religiosos no la abrieran, llevaron a efecto la amenaza incendiaria...
Unos instantes después comenzó la dolorosa flagelación, así, en sentido literal. Con látigos y gruesos cordeles cruzaban los sayones los rostros y lastimaban las espaldas de aquellos pacientes religiosos que no abrían la boca sino para bendecir a Dios y perdonar a sus enemigos... Y así los verdugos sacaron de la capilla del Colegio a los cuatro religiosos (de los seis, dos jóvenes habían logrado salvarse con la huida), y los pasearon por la vía pública, repitiendo cada dos por tres las blasfemias y también los golpes y los azotes. Así llegaron a la cárcel, lívidos, extenuados. Eran las diez y media de la mañana del día 21 de julio.
En la cárcel encontraron nuestros religiosos a unos sesenta caballeros de significación derechista... El Padre Mateos clavó los ojos en aquella buena gente y pensó al punto que la cárcel le podía servir de campo de apostolado. Ayudado del Padre Eliseo y del presbítero Don Pedro Luque, también preso, comenzó a administrar el sacramento de la penitencia, confesándose todos, como preparación inmediata para la muerte...
Llegó, por fin, la hora indicada del martirio... El 22 de julio, a las tres y media de la tarde, se dio la voz en la ciudad de que las tropas de Franco estaban ya en Pedro Abad, pueblo de la comarca y que se dirigían a Montoro. Realmente era así...
Las turbas callejeras comenzaron a aullar más fuerte... y en vez de correr a las afuera„ se dirigieron a la cárcel... Llegaron, por fin, los del motín abigarrado, con mujeres y todo. Al interrumpir en la dependencia que ocupaban los presos, los cuatro religiosos carmelitas, sintiéndose con vocación de adalides, corrieron a colocarse delante de los sesenta compañeros de prisión...
Cayeron de rodillas y pusieron los brazos en cruz... Esta actitud, gallarda y heroica, no podía ser ni más elocuente, ni dejar de entenderla los más lerdos... Por si los verdugos no lo entendían, o para añadir a la clarividencia del gesto el ardor de la palabra, el P. Mateos, en un exabrupto inesperado, les gritó así: "Matadnos a nosotros que no descomponemos ninguna casa de familia, pero no matéis a estos pobres, que casi todos tienen hijos"...
Luego sin más tregua, sin esperar una señal convenida, se abalanzaron los asesinos sobre sus víctimas, y comenzaron a matar a diestro y a siniestro, a hachazos y con otras armas blancas, con armas de fuego cortas y algunos petardos. Las primeras víctimas que cayeron fueron los cuatro religiosos carmelitas..., luego fueron cayendo todos los demás, menos unos catorce, que lograron escapar rompiendo con los puños unos tabiques que daban al Casino Primitivo, que era el antiguo Convento del Carmen.
20. Doctor Don. Cruz Laplana,
Fue obispo de Cuenca según puede verse en el "Martirologio de Cuenca". El día 28 de julio penetró en el Palacio Episcopal una cuadrilla de milicianos, con intención de prender al Obispo, que estaba orando en la Capilla, al darse cuenta de lo que pasaba sumió con reverencia el Santísimo Sacramento y salió tranquilamente al encuentro de los escopeteros". Con el Obispo fueron detenidos el Mayordomo, Don. Manuel; el Capellán, Don. Fernando 50 mataremos", a lo que Don. Fernando Español, y su hermana, los cuales fueron conducidos, entre milicianos armados, al Seminario. A las propuestas de huida respondió una vez más: "Tengo que morir con mi grey".
El día 7 de agosto, después de la cena, llaman a Don. Fernando, el cual comunicó al Sr. Obispo que en la portería lo reclamaban. El Prelado vestido con traje talar, cruz y anillo pastoral, acompañado de su fiel capellán, camina hacia la portería del Seminario-prisión; ambos van tranquilos. Al Obispo se le oyó decir: "Si es preciso que yo muera por España, muero a gusto... Ya estoy preparado y confesado.".
Los milicianos quisieron despojarle de la sotana, pero el Obispo les rogó le permitieran llevarla hasta el fin. En la calle esperaba un autobús, en el que introdujeron al Prelado.
Al querer subir al coche Don. Fernando, le ordenaron los milicianos: "Quédese Vd. que no hace falta", a lo que Don. Fernando respondió: "Donde va mi señor, hago falta yo también". "Quédese usted, porque le pesará", le replicaron; a lo que de nuevo contestó: "Nunca me pesó acompañar al Sr. Obispo, y ahora tampoco me pesará". "Mire que le sentándose en el coche al lado del Sr. Obispo santiguándose, asintió: "Pues me matáis".
Eran las primeras horas de la mañana del 8 de agosto; por las calles desiertas,silencio, oscuridad y desolación. El Obispo, sereno, recordaría sin duda el día en que también en coche, recorría las mismas calles entre aclamaciones de sus diocesanos, que le saludaban como "al que viene en el nombre del Señor"; y como entonces bendice a su pueblo, sus calles, casas y moradores, y va orando con su capellán en silencio... En aquellas circunstancias, aun quiso aprovechar aquellos trágicos momentos para ejercer con sus propios verdugos el ministerio de Maestro y Pontífice, y con palabra inspirada les dijo: "Sé que me váis a matar, pero si mi vida es necesaria, la ofrezco por España... ¿Creéis que no hay cielo? ¡Hay cielo, hijos míos!... ¿Creéis que no hay infierno?... ¡Hay infierno, hijos míos!... Me podréis matar; el cuerpo os lo dejo, pero el alma irá al cielo... Yo os perdono, y en el cielo rogaré por vosotros". Además de estas frases, exhortaba a sus asesinos al arrepentimiento y a la práctica del bien.
"Cuando llegaron al K. 5 de la carretera de Villa de Olalla, en el cerro más arriba del Puente de la Sierra un poco a.la derecha de la carretera, paró el autobús y todos bajaron a tierra. Un miliciano dijo: "Vamos a matarlo con esta hacha". El jefe de la cuadrilla respondió: "No, yo lo mataré de un tiro".
Mientras los milicianos se disponían a disparar, el obispo y su familiar se arrodillaron, se absolvieron nuevamente el uno al otro, hicieron la señal de la cruz sobre sí mismos, se levantaron, se abrazaron, se cogieron de la mano y dijo tranquilamente el Sr: Obispo: "Ya estamos dispuestos; que Dios os perdone, como yo os perdono y os bendigo...". Mosen Fernando dijo: "Yo también"...
Mientras la mano sagrada del Prelado trazaba la señal de la cruz, como signo del perdón y de bendición, sobre los asesinos, una bala sacrílega atravesó la mano en el aire y otra penetró en la sien del Obispo. Al mismo tiempo, una lluvia de balas ametralló el cuerpo de Mosen Fernando".
Un obispo de la Iglesia de Cristo, mártir de su fe, no podía morir sino bendiciendo; es un gesto sacerdotal por excelencia.
Nota: Mi fin, como dije en el prólogo, ha sido destacar algunos ejemplos de muertes edificantes, o sea, de los martirizados en los días de la guerra civil española; y como ya existen obras extensas como las citadas en el prólogo, en ellas pueden verse las muertes de otros obispos y personas religiosas y seglares, que con su ejemplo nos estimulan a vivir santamente y a morir, si es preciso, como ellos en defensa de nuestra fe cristiana
Martirio colectivo
Si bien he hablado de ciertos martirios aislados, también podía hablar de un martirio colectivo, de comunidades asesinadas en casi su totalidad, como las 27 religiosas Adoratrices de Madrid que fueron cruelmente asesinadas el 10 de septiembre de 1936, y también de 5 Carmelitas Descalzas, de 30 Capuchinas, de 26 Carmelitas de la Caridad, los 28 Dominicos de Almagro (Ciudad-Real), 30 Hijas de la Caridad de San Vicente Paúl, los 17 monjes Trapenses de Cobreces y en fin algunos de todas las Ordenes Religiosas: jesuitas, mercenarios, escolapios, pasionistas, salesianos, etc...
Y ¿qué pudo motivar la muerte de todos ellos? Fue sencillamente el odio satánico a Cristo y a su Iglesia. Hubo listas interminables de conducciones, llevados muchos a la cárcel Modelo en reata como un rebaño que es conducido al matadero... Veinte camiones y varios coches ligeros pasaron por Canillejas y se dirigieron hacia Paracuellos del Jarama, y ya en tierra, se les iba distribuyendo en grupos variables, entre 10 y 25, y se los forzaba a caminar hacia las zanjas. Llegados al borde, caía sobre ellos la descarga cerrada de un piquete, compuesto por unos 30 o 40 milicianos.
Más de doscientos sepultureros, estaban reclutados entre los que llamaban fascistas de los pueblos inmediatos, muchos de los cuales, después de acabada la guerra, han podido facilitar detalles sobre las estremecedoras escenas presenciadas
Muchos fueron los asesinados por su fe. Las tristes escenas descritas nos recuerdan la voz de la sangre de los mártires que clama al cielo, y de los que se nos habla en el Apocalipsis: "Vi debajo del altar las almas de los que habían sido degollados. Clamaban a grandes voces diciendo: ¿Hasta cuando Señor, Santo, Verdadero, no juzgarás y vengarás nuestra sangre en los que moran sobre la tierra? Y a cada uno le fue dada una túnica blanca, y les fue dicho que estuvieran callados un poco de tiempo aún, hasta que se completara el número de sus consiervos y hermanos, que también habían de ser muertos como ellos"(6, 9s).
Hasta el final de los tiempos habrá persecuciones de las fuerzas del mal contra los santos o verdaderos cristianos, y habrá nuevos mártires y cuando se complete ya el número ya conocido por Dios, se verá reinar en el mundo la justicia de Dios, y se verá el triunfo definitivo de Cristo sobre las fuerzas del mal, que quedarán completamente humilladas, y entonces los mártires, o sea, los muertos por su fe en Cristo y en su Iglesia brillarán con una gloria inenarrable por toda la eternidad.
Palabras de la Sagrada Escritura:
"Dios los ha probado, y los ha hallado dignos de sí. Los probó como el oro en el crisol, y le fueron aceptos como sacrificio de holocausto" (Sab. 3, 5-6)
"Bienaventurado el hombre que soporta la prueba, porque una vez probado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a los que le aman" (Sant. 1, 12)
"Por la fe conquistaron reinos los santos, ejercieron la justicia, alcanzaron las promesas..., se hicieron valientes..., unos sufrieron tormentos, rehusando la liberación por alcanzar una resurrección ,mejor. Otros soportaron escarnios y azotes, aún más, cadenas y cárceles. Fueron apedreados, tentados, aserrados, murieron al filo de la espada... No era el mundo digno de ellos... Y todos estos, probados por el testimonio de la fe" fueron hallados fieles en Cristo Jesús, Señor nuestro (Heb. 11, 33ss).
APENDICE
Jesucristo nos anunció que seríamos perseguidos. Hay personas que se escandalizan al vez sufrir a los buenos y preguntan:
"¿Cómo es posible que Dios permita estas cosas? Si Dios es justo y bueno ¿por qué permite que sean tratadas de esa forma tantas almas inocentes que no tienen culpa de nada? ¿Por qué consiente que sean atormentadas tan bárbaramente tantas personas buenas que no han hecho mal a nadie, sino que por el contrario han hecho mucho bien incluso a los mismos que ahora las traicionan?
A muchas personas les parece injusto que Dios permita estas cosas. Pues si El todo lo ve y todo lo puede, ¿cómo es que no sale en defensa de los buenos?
Este es el mismo razonamiento que hace veinte siglos hacían los judíos cuandoJesús estaba colgado de la cruz.
Leemos en el Evangelio de San Mateo, (27, 39-43) que "los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: "Tú que eres capaz de destruir el Santuario y reedificado en tres días, sálvate a ti mismo. Si eres Hijo de Dios baja de la cruz. Igualmente los príncipes de los sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos se burlaban de El diciendo: "¡A otros ha salvado y ahora no puede salvarse a sí mismo!". Si es el Rey de Israel que baje ahora de la Cruz y creeremos en El. Ha puesto su confianza en Dios; pues que le salve ahora si es que de verdad le ama, ya que El dijo: "Soy Hijo de Dios".
Pero no sucedió esta falta de fe solamente en los que le crucificaron, sino que incluso sus mismos discípulos dudaron de El como se puede ver por lo que decían los discípulos de Emaus: "Nosotros esperábamos que sería El el que libertara a Israel, sin embargo nos ha defraudado al dejarse matar sin oponer resistencia..."
Pero la misma respuesta que dio Cristo a los discípulos de Emaus, es la que nos dice a nosotros el "por qué" son martirizados los buenos cristianos. Jesús dijo a los discípulos de Emaus: "Oh necios y tardos de corazón para creer lo que dijeron los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Cristo sufriera todo eso y entrara así en su gloria?" Y empezando por Moisés y todos los profetas, les interpretó lo que sobre El decían las Escrituras... Con estas palabras les demostró Jesús a sus discípulos, que su muerte no pudo ser de otra manera, porque así estaba predicho que sucediera, y "la Biblia no puede fallar".
Ahora bien: Pues si Cristo necesariamente tuvo que morir en la Cruz para que se cumplieran las palabras de los profetas, ¿por qué algunos se escandalizan cuando somos perseguidos siendo así que nos lo predijo Jesucristo?
He aquí cómo Cristo nos anuncia nuestras persecuciones:
"Llegará el día en que os entregarán a los tormentos, os darán la muerte y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre... (Mt. 24,9; Mc. 13,13; Lc. 21,17).
Seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre, mas el que persevere hasta el final se salvará. Cuando os persigan en una ciudad huid a otra, y si también en esta os persiguen huid a otra...
No es el discípulo más que su maestro, ni el siervo más que su señor... (Mt. 10,22-24).
Pero cuando seais odiados del mundo recordad que antes que a vosotros me ha odiado a mi. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya; más como no sois del mundo, porque Yo os saqué del mundo: por eso el mundo os odia.
Recordad lo que ya os he dicho: "No es el siervo más que su señor". Si me han perseguido a mí, también os han de perseguir a vosotros, y así como guardaron mi doctrina, del mismo modo guardarán la vuestra. Pero todo esto lo harán con vosotros por causa de mi nombre: porque no conocen al que me ha enviado.
Os he dicho estas cosas para que cuando sucedan no os escandalicéis:
Os expulsarán de las sinagogas e incluso llegará la hora en que quien os matare se persuada que con ello hace un servicio a Dios. Y todo lo harán porque no conocieron al Padre ni a mí. Pero Yo os he dicho estas cosas para que, cuando llegue la hora os acordéis que Yo ya os lo había predicho"(Jn. 15,18-21; 16,1-33).
Si Cristo no hubiera muerto en la cruz, nos hubiera demostrado que El no era el Cristo anunciado por los profetas. Pues de igual modo, si nosotros no somosperseguidos de algún modo por los hombres estaremos demostrando que no somos aquellos discípulos de Cristo que el les anunció grandes persecuciones. Si en vez de ser perseguidos y odiados de los hombres, éstos al contrario nos aclaman y nos aplauden, debemos temer mucho aquellas palabras de Jesucristo: My de vosotros cuando los hombres os aplaudieren! porque así lo hacían con los falsos profetas... (Lc. 6,2
INDICE
A MIS LECTORES…………………………………………………… 3
ESPAÑA EN 1936 …………………………………………………….5
La persecución religiosa en España...…………………………………. 6
Antecedentes de la guerra civil española ……………………………..12
La guerra civil española ………………………………………………16
JOVENES HEROICOS ………………………………………………21
SACERDOTES MARTIRES ………………………………………...33
CASTIDAD Y MARTIRIO ………………………………………….37
MUJERES DE GRAN TEMPLE CRISTIANO ……………………...40
RELIGIOSAS MARTIRIZADAS ……………………………………42
RELIGIOSOS MARTIRIZADOS ……………………………………47
APENDICE …………………………………………………………...53