Los mártires maristas en la Semana Trágica

LOS HERMANOS MARISTAS EN LA SEMANA TRÁGICA.

MARTIRIO DEL HERMANO LYCARION el 27 julio de 1909.

Por el Hermano Mariano Santamaría

Al producirse en 1909 los hechos revolucionarios de la llamada Semana Trágica, los hermanos maristas tenían casas en Barcelona y poblaciones colindantes como Sant Andreu del Palomar, Poble Nou, Centelles, la Garriga, Vic, Mataró… donde desarrollaban su misión docente. Si en todas ellas se vivieron con sobresaltos los hechos revolucionarios de estos días, las casas de Sant Andreu y Poble Nou fueron las más perjudicadas. El director de la escuela del Poble Nou dirigida por los maristas, el hermano Lycarión entregó la vida.

 El hermano Lycarión (François Mey) era suizo, del cantón de Valais. Nace el 21 de julio de 1870. Ingresa en el noviciado que los hermanos maristas tienen en Saint-Paul-Trois-Châteaux (Francia), el 2 de mayo de 1888. Terminado su periodo de formación religiosa, los superiores le destinan a  Mataró, donde prosigue su formación y aprendizaje del español. Años después simultaneó sus estudios con dar clase a los pequeños en Gerona y Torelló (Barcelona). Muy pronto destacó por sus cualidades intelectuales y su bondad. En Canet de Mar estuvo como director durante cinco años y luego pasa como director a Arceniega (Álava), y de allí es destinado a la recién fundada escuela del Poble Nou, barriada donde daría su vida el 27 julio de 1909.

 Los hermanos maristas llegan a Sant Andreu del Palomar a fines de julio de 1897. Se instalan en la finca adquirida a la Congregación de Jesús María. En esta propiedad colocan el noviciado de la provincia de España y la residencia provincial. En 1909, había en la casa unos 110 hermanos: 70 entre postulantes y novicios, 30 hermanos y el resto eran hermanos encargados de los servicios provinciales. Apenas ocupada la casa, el hermano Pablo María, entonces provincial, funda una escuela popular para dar educación a los niños desatendidos del barrio.

 El hermano Hipólito, que era el superior provincial, en una entrevista que recoge, en un suelto, El Correo Catalán, relata las incidencias por las que pasaron la casa y sus moradores: «Hemos tenido la oportunidad de hablar con el H. Hipólito, provincial en España de la Congregación de los Hermanos Maristas. De sus labios hemos oído relatos verdaderamente conmovedores relativos a los incendios y saqueo de que fueron objeto el Patronato Obrero de san José en Pueblo Nuevo, y la Casa Noviciado y Provincial de San Andrés de Palomar. »

En la Casa Noviciado y Provincial, en épocas de verano, aprovechando las vacaciones escolares, acudían hermanos de la Provincia de España con el fin de practicar los ejercicios espirituales, Ocupaba la residencia de San Andrés una superficie de 450.000 palmos cuadrados, de éstos, 150 edificados y los restantes, patios de recreo, huerta y jardines. La iglesia, templo de proporciones esbeltas, estaba construido en piedra, su coste ascendió a 300.000 pesetas. Los domingos se abría a los vecinos de la barriada.

 La escuela era gratuita y se impartían clases en sesiones de noche y de día para los obreros e hijos de éstos. »De las 110 personas que residían en su interior, el grupo más numeroso era el del noviciado, otro grupo los formaban hermanos enfermos, jubilados y ancianos ya retirados de la enseñanza.

Al desatarse la semana trágica en el verano de 1908 , a pesar de las intimidaciones de los revolucionarios todos los moradores de la casa se resisten a abandonar el edificio. ¿Qué mal hemos hecho?, se decían. Pero en la noche del jueves al viernes, tan fuerte fue la intimación que tuvieron que desalojar la casa y retirándose, a través de la montaña, a la vecina población de Granollers, donde fueron recibidos a tiros por los revoltosos.

Así las cosas continuaron hasta La Garriga, donde los Hermanos dirigían una escuela, el vecindario y hermanos se pusieron a su disposición. Al día siguiente se les acompañó hasta Centelles de donde se les atendió proporcionándoles ropa y calzado y también comida. No contentos con eso los habitantes de Centelles, armaron a unos 40 vecinos en somatén y les acompañaron a los maristas de Vic, donde llegaron a media noche del domingo. Al referirnos cuanto precede el hermano Hipólito, provincial, revelaba en su rostro una profunda emoción y agradecimiento por el comportamiento solidario de las gentes de La Garriga, Centelles y Vic. »

El 29 por la mañana incendiaron la casa: comenzó el fuego por la parte posterior del tempo, que por cierto era una joya. Luego prendieron fuego en el centro y al resto, produciéndose tal incendio que debieron desalojar sus casas los vecinos de la calle San Jaime.

Todos los hermanos de la región catalano-levantina habían sido citados a la casa de Sant Andreu para practicar los ejercicios espirituales que cada año realizamos los hermanos. La llegada de los Maristas a Pueblo Nuevo se efectuó a raíz de las conversaciones llevadas a cabo entre los superiores maristas y don Santiago López de Quiroga, tras las cuales los Hermanos accedieron a dirigir la escuela del Patronato Obrero de San José de Pueblo Nuevo durante tres años. Todos sus alumnos eran hijos de obreros de la barriada.

 Un testimonio de la época dice: «Los Hermanos y en concreto su director, tenían una confianza ciega en el vecindario al que solo le habían prestado servicios, motivo por el cual no pensaron huir al producirse los acontecimientos revolucionarios en la barriada de Pueblo Nuevo, creyendo que su conducta les ponía al abrigo de toda amenaza».

La comunidad de hermanos maristas se establece en esta barriada de unos cuarenta mil habitantes el año 1906, siendo su primer director-fundador el hermano Lycarión. Se fundó esta escuela, sobre todo, para atender a los niños: «Los había que ni sabían su nombre».

El padre Doménech, jesuita, había exhortado a  don Santiago López de Quijano y de Comillas a subvencionar los gastos del Patronato de San José, encargándose los hermanos maristas de la labor educativa.

En el primer momento se adquirieron los locales de una antigua fábrica, se hicieron las adaptaciones correspondientes quedando unos locales amplios, bien iluminados y con buena ventilación.

El 1 de octubre de 1906 se abría el curso con dos cursos: los gratuitos y los recomendados. Esta división no era efectiva en clase; es más, ni los hermanos conocían a los alumnos gratuitos y los recomendados. En clase todos eran iguales. La comunidad la formaron el hermano Lycarión como director, y los hermanos Constantino, Rafael, Eutiquiano, Sabino, Gausbert.

Este Patronato fue fundado y sostenido por don Santiago López de Quiroga. Ofrecía a sus más de quinientos socios ayudas por medio de un fondo de socorro mutuo, un dispensario gratuito, caja de ahorros, una biblioteca y una escuela. (Cfr. Modesto H. Villaescusa: La revolución de julio en Barcelona: Barcelona, 1910, pp. 21 y ss). Unos 210 alumnos y 90 nocturnos. Cfr. hermano Hipólito. 628.

 

LOS HERMANOS MARISTAS Y LA SEMANA TRÁGICA

Muy pronto comenzó a arder el Patronato por los cuatro costados. Los Hermanos nos pasamos a la casa de la calle Llacuna, separada del Patronato por un puente, y donde no peligraba por el fuego. Llegaron los bomberos y apagaron el fuego»

Martirio del director. “Por la mañana del 27 marchamos al colegio. Grande fue nuestro asombro al no ver a nadie… los soldados nos han abandonado... nos vemos indefensos… »

Volvemos a casa. Hacía las diez de la mañana. Un grupo de personas se agolpa delante de nuestra puerta y llaman. Abre el director y le preguntan cuántos somos. »–Seis, contesta. »Entonces, entra un grupo ocho o diez para ver si hay armas. »Hablan entre sí; no pueden ocultar el miedo que ocultan en su cuerpo.

Nos obligan a salir a la calle, sin llevar nada… uno del grupo nos dice: No tengáis miedo. Somos amigos vuestros. Poneos los hábitos y seguidme, pues no solo no queremos haceros daño, sino poneros en lugar seguro. »

Los Hermanos confiados de las buenas relaciones con sus alumnos y familias durante los tres años de docencia, creyeron en esas halagüeñas palabras y siguieron al traidor. »El hermano director sale el primero. Cuál no sería su asombro cuando al llegar a la puerta de entrada, ve adelantar al revolucionario y dice a la gente amotinada en la puerta: «Aquí los tenéis…» Sonó un disparo y el H. Lycarión cayó. «Una bala le entró por la espalda y le  atravesó los pulmones… Lo vimos en el depósito… Le encomendamos a Dios. Se nos entregó el rosario, no pudieron darnos más cosas, pues estaba prohibido registrarle (Testimonio del hermano Rafael de la comunidad del Poble Nou).

Sus compañeros pudieron escapar, pero uno, anciano, volvió sobre sus pasos y se escondió en casa. Alguno de los revolucionarios se dio cuenta, le siguió y quiso asesinarle.  Afortunadamente en aquel momento llegaron algunos de la Cruz Roja y al verle le dijeron: «Tírese a tierra y hágase el muerto». Así lo hizo. Lo colocaron en la camilla y se lo llevaron al dispensario» »El resto de los hermanos que componíamos la comunidad tuvimos que dispersarnos.»

 

 



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