Mártires Carmelitas de Tárrega
"En éstas circunstancias pedir la profesión equivale a pedir la corona del martirio".
- P. Xiberta O.C. a la Comunidad Carmelita Mártir de Tárrega
El 21 de julio de 1936 la comunidad de Carmelitas Descalzos de Tárrega (Lérida), ante las amenazas de los revolucionarios tuvo que abandonar su convento. Una semana después, el día 28, todos los miembros de la Comunidad eran detenidos y conducidos al Comité del pueblo.
La Comunidad, entre otros la componían:
El Beato P. Eliseu María Maneus Besalduch, gran devoto de la Virgen del Cármen, que tenía por objetivo de su apostolado consagrar al mayor número posible de fieles a “los Corazones de Jesús y María, sedientos de amor".
El 6 de octubre de 1934 se había jugado la vida abriéndose paso con su hábito entre la turba de sediciosos que amenazan con incendiar la parroquia, salvando así la Eucaristía. Su ideal desde muy joven era ser mártir. Cuando lo detuvieron era quien gritaba más fuerte a sus compañeros: ¡Viva Cristo Rey!
Al Beato Pedro María Ferrer Marin, el venerado P. Xiberta le había advertido en su profesión que “en aquellas circunstancias pedir la profesión equivalía a pedir la corona del martirio". El profeso le respondió: “Si Dios me pide la vida de buen grado la daré. No hay gloria más grande que dar la vida por Él". Su ofrecimiento sería pronto aceptado. Moría al grito de "¡Viva Cristo Rey!" el 29 de julio de 1936.
El Beato Anastasio María Dorca Coromina, se había doctorado en Teología en Roma, enseñándola luego en Cracovia y en Olot. Era observante, obediente, piadoso, muy devoto del Escapulario del Carmen, y valiente en la defensa de la fe; decía: "Hemos de tener fortaleza para defender nuestra fe no sólo privada, sino públicamente”. En julio de 1936 había predicado la novena de la Fiesta del Carmen en Tárrega. Murió a sus 29 años al grito de ¡Viva Cristo Rey!
El Beato fray Andrés María Solé Rovira tenía 18 años y sólo uno de vida carmelitana, pero estaba bien dispuesto al martirio. Quería lucir su tonsura clerical reciente, pese a que en aquellos días le acreditaba como firme candidato al “paseo”. Fue mártir con sus compañeros carmelitas en el Clot dels Aubisn de Cervera al grito de "¡Viva Cristo Rey!".
El Beato fray Miquel María Soler Sala Tenía 17 años y un año de vida religiosa. Dispersada la comunidad, pidió permiso para marchar a campo a través hasta casa de sus padres, pero renunció por obediencia a lo que pensaba podría ser su salvación. Fue mártir en el martirio colectivo de los carmelitas en Cervera, gritando "¡Viva Cristo Rey!" Beatificación: Roma, 28-10-1936.
El Beato fray Juan María Puigmitjà Rubió tenía 17 años y llevaba un año de vida religiosa. Se había mostrado dispuesto a ser mártir. El 14 de julio de 1936, escribió: “Si es necesario verter mi sangre, lo haré.” Fue necesario y murió mártir al grito de "¡Viva Cristo Rey!"
El Beato fray Pedro -Tomás Prat Colldecarrera, estudiaba primer curso de filosofía en Tárrega, cuando a sus 16 años fue llamado a la gracia del martirio. Fue mártir el más joven de los mártires carmelitas de Cervera que lanzón su grito de "¡Viva Cristo Rey!"
Beato fray Eliseo María Fontdecava Quiroga era el cocinero y el limosnero de la Comunidad. Era pariente de Fernando Casares Quiroga, destacado político republicano que sería Presidente del Consejo de Ministros, pero no quiso valerse de ello para separar su suerte del resto de su Comunidad y fue mártir en el martirio colectivo carmelita de Cervera, muriendo con ellos al grito de "¡Viva Cristo Rey!"
El Beato fray José María Escoto Ruiz había nacido en Aguacalientes (Méjico). Casado con Rosa Orozco Morales, después de diez años de matrimonio, de común acuerdo decidieron abrazar juntos la vida religiosa. El año 1935, obtuvieron el indulto apostólico para cumplir su propósito; ella se hizo religiosa y él ingreso como en la orden carmelita. A sus 57 años iniciaba en 1935 su formación carmelitana como postulante en Olot y novicio en Tárrega). Su ideal era la profesión religiosa y consagrarse a Dios, pero murió dos meses antes de poder hacer realidad su sueño.
Se dedicaba a las tareas más humildes como barrer, lavar platos… dando continuamente gracias a Dios por haberle llamado a ser carmelita. Solicitó tener diariamente una hora extraordinaria de adoración ante el Sagrario. A sus 58 años fue agraciado con el don del martirio con sólo diez meses de noviciado carmelita.

El Beato fray Elías María Garre Egea salió a escondidas de su casa para ingresar en la Orden Carmelita, pues su familia se oponía pensando que aquellos no eran tiempos para hacerse religioso. Tenía 25 años. Llegó a Tárrega para dar comienzo a su noviciado sólo tres meses antes de que se desatara la persecución, y morir en ella como mártir de Cristo con toda su Comunidad.
"Hay que ver cómo se resistían a dejarse quitar los Crucifijos"
(Escopetero de los mártires Carmelitas de Tárrega)

Al presentarse los revolucionarios en el convento de los Carmelitas a mediodía del 28 de julio, el superior, P. Ángel Mª Prat, les dijo: "¿Qué vais a hacer con nosotros?
¿Matarnos? Si es así, matadnos sólo a los mayores; dadme a mi todas las muertes que queráis, pero dejad libres a estos jóvenes, que les están esperando en sus casas". Su ofrecimiento no fue aceptado, y los doce carmelitas fueron conducidos al cuartel de milicias, “a declarar”.
Entre empujones, palabrotas, blasfemias y culatazos, les hicieron subir a un camión, vigilados por milicianos armados. Vecinos, ocultos tras las persianas del balcón, presenciaban los hechos. Dijeron que los llevaban a Igualada o a Barcelona. Se sabe que primero intentaron matarlos junto al cementerio, donde les robaron, pues allí aparecieron sus maletas descerrajadas.
Como las dos de la madrugada del ya 29 de julio, atados de dos en dos, bajaron a los carmelitas en el "Clot dels Aubens", a dos kilómetros de Cervera, hoy justo bajo la autovía Barcelona-Lérida. Allí los fusilaron, echando sus cuerpos a un estercolero. Los rociaron con gasolina y les prendieron fuego. Colocaron encima el cadáver del Prior,
- P. Ángel Mª." Prat. Uno de los escopeteros pregonaba por los bares de Lérida: ¡Hay que ver cómo se resistían estos frailes a dejarse quitar los Crucifijos"
Los campesinos Santiago Fábregat y Juan Bravo presenciaron la cremación, y éste último declara que pudo oír los leves quejidos de algún carmelita en estertores de muerte. También vio cómo “al que estaba encima de la pira -de buena talla, traje azul y zapato marrón (P. Prat) se le prendía la pantorrilla, quedando el hueso al descubierto.”
Doña Concepción Tomás de Bosquet declara que en la mañana del día 29 de julio iba a la era, y se cruzó con dos milicianos que volvían del Clot dels Aubens, y que les oyó decir: "Hay que ver cómo se resistían a dejarse quitar los Crucifijos." Sor Margarita Fargas, que se encontraba en el Hospital de Cervera aquella noche, declara que dos individuos que estaban de guardia en el mismo Hospital fueron a ver lo que pasaba con los frailes detenidos, y que al volver refirieron que los Padres Ángel M." Prat y Eliseo Mª Maneus animaban a los a los más jóvenes a gritar: "¡Viva Cristo Rey!"
Echaron sobre los cadáveres quemados carros de estiércol para que se pudrieran. Pero como los cadáveres no se consumían, en días sucesivos repitieron las cremaciones, alimentando la hoguera con gavillas. Esta quema duró más de tres semanas. Un día después apareció en medio del camino una cabeza con los sesos estrellados por una gran piedra.
Nadie les dio sepultura. El hedor de los cadáveres insepultos atufaba la zona, y ante las protestas de los vecinos que temían una infección, el Ayuntamiento mandó a dos basureros a recoger los restos con el carro de la basura. Se negaron a cargarlos diciendo: "Quienes han hecho la fechoría que se lleven los muertos."'. Como acudían los perros a cebarse con los cadáveres, pasado un mes, el dueño del terreno tuvo que recoger los restos junto con el estiércol, y esparcirlos como abono en una viña aledaña de su propiedad.
Los mártires Carmelitas de Tárrega, fueron beatificados en Roma el 28 de Octubre de 2007


