Asalto al Patronato Obrero de San José, en Pueblo Nuevo
Asalto al Patronato Obrero
de San José, en Pueblo Nuevo, regentado por los hermanos
maristas en Barcelona
Solo se produjeron incendios de edificios religiosos en Badalona, Premiá de Mar

Martes, 27 de julio
En Barcelona se levantaron cientos de barricadas y varias armerías
fueron asaltadas para proveerse de pistolas y fusiles. La violencia
se dirigió contra las iglesias y las propiedades eclesiásticas,
especialmente los conventos, los colegios y los patronatos de las
órdenes religiosas. En el espacio de pocas horas ardieron muchos
edificios religiosos. En algunos casos los frailes y las monjas y los
bienes fueron respetados, pero en la mayoría los incendiarios se
lanzaron al saqueo y al pillaje y se quemaron muebles y enseres. El
hermano marista de origen suizo Lycarion May fue asesinado.[14]
El franciscano Ramón Uso recibió un disparo y falleció al día siguiente.[15
Ramón Riu Ceriola, cura párroco de Pueblo Nuevo murió asfixiado en el
sótano de su iglesia donde se había refugiado.[16]
El punto culminante de la violencia anticlerical se produjo durante la «noche
trágica» del martes al miércoles en la que ardieron veintitrés edificios en el
centro de la ciudad y ocho conventos en la periferia, y muchos religiosos
sufrieron insultos y escarnios, como una monja anciana que fue obligada a
desnudarse para cerciorarse de que no ocultaba nada entre los hábitos.[
17
] En los incendios y en los disturbios tuvieron una participación muy destacada
obreros y jóvenes militantes y dirigentes de segunda fila del Partido
Republicano Radical de Alejandro Lerroux (que en esos momentos estaba
exiliado), una de cuyas señas de identidad era el violento anticlericalismo.[
18
]
La inicial protesta antibelicista se había transformado en
protesta anticlerical con el incendio de iglesias, conventos y escuelas
religiosas. La explosión de violencia anticlerical fue la culminación,
según Javier Moreno Luzón, "de años de propaganda revolucionaria, en los
cuales se había expandido una cultura popular que achacaba los males del
país a la influencia de la Iglesia, tenida por hipócrita y siniestra. […] [Para los
alborotadores] las órdenes religiosas no sólo servían a los poderosos,
atesoraban grandes riquezas y hacían una competencia económica desleal a
los trabajadores en sus talleres, sino que también infligían toda clase de
torturas a sus miembros. De ahí su interés morboso por escrutar cadáveres y
celdas de monjas. Trataban asimismo de acabar con la red de centros
confesionales dedicados a la enseñanza y a la caridad, símbolos de un orden
social odioso y destruidos con frecuencia por sus antiguos pupilos y
beneficiados".[
19
]
La llegada de noticias de Marruecos sobre el desastre del Barranco del Lobo,
donde perecieron más de 150 reservistas, en su mayor parte del contingente
que salió de Barcelona el día 18 de julio, avivó la insurrección.
Miércoles, 28 de julio Barcelona amanece con numerosas columnas de humo procedentes de los
edificios religiosos asaltados e incendiados. A lo largo del día continúa la
violencia anticlerical y los tiroteos entre los insurgentes y las fuerzas de orden
público. Los incidentes más graves se producen en el barrio de San Andrés de
Palomar donde los rebeldes armados con fusiles capturaron a los guardias de
las casetas de consumos y a miembros del Somatén, levantaron barricadas e
incendiaron la iglesia parroquial. No obstante este día llegan los primeros
refuerzos militares, provenientes de Zaragoza y de Valencia, a los que se les
hizo creer que iban a reprimir un movimiento “separatista”.
Estos episodios estuvieron marcados por un fuerte sentimiento
anticlerical, dirigido principalmente contra templos, conventos y
colegios religiosos.
La revuelta, tuvo un saldo devastador: 78 muertos, alrededor de
500 heridos y más de 100 edificios incendiados, de los cuales 80
eran religiosos.

