Beatas Mártires María Carmen Moreno y Amparo Carbonell, Hijas de María Auxiliadora, (Salesianas de Don Bosco)
La Beata María Carmen Moreno había nacido en 1885 en el pueblo gaditano de Villamartín en el seno de una cristiana familia de ascendencia nobiliaria venida a menos. Siguiendo el ejemplo de su hermana Paz, ingresó en la Congregación de las Hijas de María Auxiliadora a sus 23 años. Religiosa alegre, simpática, discreta, de sólida piedad, ejemplar espíritu de sacrificio y de educación exquisita, pasó por los Colegios de Ecija, Valverde del Camino, Jerez de la Frontera y Sevilla, donde cursó los estudios de Magisterio. Tras un curso como formadora de postulantes en Barcelona, se le encomendó la dirección de la Casa de Valverde del Camino.
Su iluminado discernimiento de espíritus le permitió conocer y valorar la santidad y dones místicos de la humilde cocinera de la comunidad, Sor Eusebia Palomino, que sería beatificada por el Papa Juan Pablo II, a la que atendió hasta su muerte. Durante su enfermedad, fue poniendo por escrito cuanto ésta le confiaba acerca de la obra que Dios iba realizando en su alma. La presencia de ánimo y serenidad de Sor Carmen Moreno se evidenciaron en mayo de 1931, tras la proclamación de la República y la subsiguiente persecución religiosa en Valverde del Camino.
En el otoño de 1935 Sor Carmen Moreno fue destinada a Barcelona como Vicaria provincial.
Sor Amparo Carbonell nació en 1893 en Alboraya (Valencia) en familia numerosa de humildes campesinos. En el mercado de Valencia vendía los productos del campo de sus padres. Amparo solía frecuentar la capilla del Colegio de las Hijas de María Auxiliadora, surgiendo en su alma el deseo de consagrarse al Señor en dicha Congregación, ingresando a los 27 años como postulante en la Casa de Formación de Santa Dorotea en Sarriá, Barcelona, dedicándose a la cocina y el cuidado del huerto y del jardín.
En este colegio sorprendería la revolución de julio de 1936 a Sor Carmen y a Sor Amparo, con otras 64 Hijas de María Auxiliadora (54 profesas y 12 novicias), procedentes de toda España, practicando su preceptiva tanda anual de Ejercicios Espirituales. La casa estaba en peligro, y el 19 de julio las religiosas y novicias que tenían familiares en Barcelona o en sus cercanías, marcharon con ellos, mientras las restantes aceptaron la hospitalidad del señor Jarth, ciudadano alemán protestante, amigo de las hermanas, propietario de un chalet colindante con el Colegio.
La Generalitat se incautó de la Casa y Colegio el 21 de julio. La Superiora provincial, de nacionalidad italiana, con otras religiosas embarcaron en el puerto de Barcelona el 7 de agosto. Como responsable quedó Sor Carmen Moreno con sor Amparo Carbonell, que, conscientes del peligro de muerte, se ofrecieron voluntarias para cuidar de Sor Carmen Xammar, recién operada de cáncer.
La noche del 1 de septiembre una patrulla de milicianos de la F.A.I. entró en el chalet refugio detuvo a Sor Carmen, a Sor Amparo y a la hermana Xamar, recién salida del hospital, y en un camión las llevó al comité de Sarriá, donde fueron encerradas tres días en condiciones infrahumanas. Interrogadas por un tribunal popular, no negaron su condición de religiosas, por lo que fueron condenadas a muerte.
Al alba del 6 de septiembre los carceleros abrieron las puertas de la celda y llevaron a las monjas al Hipódromo de Barcelona, cerca del mar, ante cuyo paredón las asesinaron.
Sus cadáveres fueron llevados al Hospital Clínico, donde, fueron fotografiados e inscritos en su registro. La identificación la realizaron tres antiguas alumnas del Colegio de las Hijas de María Auxiliadora, una de ellas enfermera del Hospital. Se desconoce dónde fueron a parar los restos de sor Carmen y de sor Amparo.
La Iglesia reconoció su martirio al proclamarlas beatas el 11 de marzo del 2001.
Sor Eusebia Palomino Yenes, la Beata que profetizó el martirio de Sor Carmen Moreno
Eusebia (en griego, piadosa) Palomino Yenes, nació en1899 en Cantalpino, pequeño pueblo de la provincia de Salamanca en una familia tan rica de fe como escasa de medios. Agustín, el padre, trabaja como bracero temporal y su madre Juana atendía la casa con los cuatro hijos.
Ella recuerda: “¡Cuántas veces, mientras mi madre hacía la cena o remendaba la ropa, mi padre nos rodeaba con sus manos oscuras por los trabajos del campo y encallecidas por la azada, y tomaba entre sus manos el catecismo -ese pequeño libro que contiene tantas maravillas, tanta grandeza, tanta paz y tanto amor.”
Cuando en invierno el campo reposa y el trabajo falta, el pan escasea, y el padre se ve obligado a pedir caridad en los pueblos de la zona, algunas veces acompañado de la pequeña Eusebia de apenas siete años, pidiendo «un poco de pan por amor de Dios». A los doce años marcha a Salamanca con su hermana mayor a servir como niñera.
Los domingos por la tarde va al oratorio festivo de las Hijas de Maria Auxiliadora donde las hermanas le ofrecen se quede con ellas para ayudar en la cocina, acarreo de leña, la limpieza de la casa, lavado y tendido de la ropa y hacer los mandados en la ciudad.
Durante una procesión con la imagen de María Auxiliadora siente la mirada de la Virgen, que le dice: Tú serás mi hija; y sólo unos días después una joven la invitará a visitar a las salesianas. Al entrar en la capilla a saludar al Señor siente nuevamente la llamada de María Auxiliadora, que la invita a quedarse con Ella. Eusebia dirá más adelante: “Yo, desde el momento en que entré, lo hice con el de- seo y la idea de hacerme religiosa, aunque no contaba con medio alguno, pero confiaba en Dios, y esta confianza me abrió las puertas para entrar en el servicio del Rey del Amor”.
Pensaba: «Si cumplo con diligencia mis deberes tendré contenta a la Virgen María y podré un día ser su hija en el Instituto». No se atrevía a pedirlo por su pobreza y falta de instrucción, pero el 5 de agosto de 1924 se consagraba al Señor como Hija de María Auxiliadora. Es destinada a la casa de Valverde del Camino, pequeña ciudad de entonces 9.000 habitantes, en la zona minera de Andalucía lindante con Portugal. La pequeña Hermana está ya en su trabajo variado: en la cocina, en la portería, en la ropería, en el cuidado del pequeño huerto y en la asistencia a las niñas del oratorio festivo.
Aventajada en la Verdadera Devoción a la Virgen, y Precursora de la Divina Misericordia
Las pequeñas se sienten pronto atraídas por sus narraciones de hechos misioneros, vidas de santos, episodios de la devoción mariana, o anécdotas de Don Bosco. Inculcaba a las niñas que al pasar ante una iglesia, debían entrar para hacer un rato de compañía a Jesús Sacramentado, el Prisionero del Amor, como le llamaba. Se hace apóstol de la devoción al Amor misericordioso según las revelaciones de Jesús a la – hoy santa – Faustina Kowalska, divulgadas en España por el dominico Padre Arintero. Las Llagas santas de Jesús son el libro que Sor Eusebia lee todos los días.
Sor Eusebia descubre la “verdadera devoción mariana” de San Luís María Grignion de Montfort. El Amor Misericordioso del Corazón de Jesús y la verdadera devoción a la Virgen María serán el alma de su apostolado entre las niñas, los jóvenes, las madres de familia, los seminaristas los sacerdotes. «Quizá no haya párroco en toda España – se dice en los procesos – que no haya recibido una carta de Sor Eusebia a propósito de la esclavitud mariana»
Cuando a principio de los años 30 se prepara en España la revolución por la rabia de los sin-Dios votados para el exterminio de la religión, Sor Eusebia lleva al extremo el principio de “disponibilidad”, literalmente pronta a despo- jarse de todo, y se ofrece al Señor como víctima para la salvación de España.
Dios la acepta. En agosto de 1932 una enfermedad repentina fue el primer aviso. Después, el asma alcanzó niveles altísimos, agravada con otros males que ponen en peligro su vida.
Era tiempo de visiones que afligían a Sor Eusebia más que los dolores físicos. El 4 de octubre de 1934, interrumpe el rezo con sus hermanas y empalidece diciéndoles: «rezad mucho por Cataluña». Era antevíspera del día de la sublevación revolucionaria de Asturias y Barcelona que se conocerán como un «anticipo revelador».
A su querida directora Sor Carmen Moreno Benítez le hacía frecuentes confidencias, y en una de ellas le dijo haberla visto en visión de sangre. La Madre Carmen no se sorprendió, pues había ofrecido su vida al Señor. Como le había profetizado sor Eusebia, dos años después, el 6 de septiembre de 1936, sería fusilada en Barcelona, y ha sido declarada beata como mártir.
La enfermedad de Sor Eusebia se agravaba: el médico que la asistía admite no saber definir la enfermedad que, unida al asma, le acartona todos los miembros convirtiéndola en un ovillo. En la noche del 9 y el 10 de febrero de 1935 Sor Eusebia pareciendo dormir serenamente, murió en olor de Santidad. El Papa Juan Pablo II el 25 de Abril de 2004 declaraba Beata a Sor Eusebia.