Publicado en Archivo año 2014.
José Antonio Méndez
En el año 64 después de Cristo, Roma era una algarabía desenfrenada. Nerón, cabeza del mayor imperio que han visto los siglos, compaginaba el incesto con el teatro, la guerra con la gula y el circo con la adulación. Cuando pegó fuego a la Urbe y acusó de ello a los cristianos, los mártires empezaron a contarse por millares. A dos de sus líderes, Pedro y Pablo, los encarcelaron antes de ejecutarlos, pero a sus carceleros, Proceso y Martiniano, aquellos reos les iban a cambiar la vida. Tanto como para que, dos mil años después, los sucesores de esos protomártires sigamos recordando...
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